2. SONRISA ENCALAMBRADA

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— ¿Otra vez tarde Maddie? — Sí, como yo soy sinónimo de suerte, con quien tropece es con mi jefe.

— Ummm... ¡Ops, I did it again! — Amplio más mi sonrisa y me encojo de hombros.

—- si de verdad creyera que eres así de adorable, te aceptaría la sonrisa y el hacer el chiste de Britney. —

— ¡Oh vamos Will! — Hago un puchero.

— Maddie,  los ultimos meses  has llegado tarde la mitad del tiempo. —Enarca ambas cejas.

— No es mi culpa. — Digo sacando lo más que puedo mi labio inferior. Mi guapísimo jefe entrecierra los ojos. — Ok, tal vez si es mi culpa. — Digo sin más opción.

—  Anda, ve a la caja. — Señala el lugar nombrado

—  Will... — Lloriqueo. Odio estar en caja.

— Nada de Will, llegaste tarde y ese es tú premio.

— Pero tú sabes que odio estar en caja. La sonrisa de: "Amo a la humanidad" me acalambrá la cara. —

— La próxima vez llega más temprano. — Sonrie con suficiencia.

— Por favor, no me hagas suplicar. _

No era tanto por la estúpida sonrisa que tenia que poner en caja. Sino que me gustaba hablar con las personas, escuchar lo que dicen, hacerme una idea de ellos; imaginarme que haría yo en sus lugares. Me gusta vivir otras vidas y experiencias a través de los clientes.

Aquí llegaban todo tipo de personas y era entretenido. De verdad había algunos con lo que entablar una conversación era agradable; otros que siempre te hacían reír y otros que sin duda, provocaban ganas de darle una palmadita en la cabeza, ¡Con un ladrillo!. Pero bueno, hasta con esos a veces me gustaba hablar.

Me gustaba mi trabajo. Era como hacer una evaluación social. Conocer personalidades y aptitudes. Todos los clientes son diferentes y me enseñaban cosas nuevas.

Por ejemplo estaba el viejo Enrie, un hombre mayor y viudo que venia siempre por un café y un sándwich, mientras no perdía oportunidad de sacar conversación  contándome de sus años en el ejército, de sus aventuras y viajes; hasta de su historia de amor con su difunta esposa Eleanor.

— Maddie. — Escucho la voz de Will.

¡Oh rayos ya me volví a distraer!

¡Me parezco a Dory!

¿Qué se supone que me estaba diciendo?

Sí, te estoy escuchando. Miento.

Ojalá y no me haya preguntado algo, porque no tengo la menor idea de que se supone debo responder.

— Anda ve a la caja. Hago una mueca.

Mi nada comprensivo jefe sólo me señala con su mano el lugar donde estaré trabajando hoy.

¡¡Mi celda de castigo!!

Entrecierro los ojos y lo miro fijamente tratando de que mis poderes mentales surtan efecto en él.

"No mandes a Maddie a la caja... no mandes a Maddie a la caja".

¿Que te pasa, necesitas ir al baño? Pregunta Will viéndome con cara de: "pobrecita ahora si se volvió loca".

Obvio no. Respondo haciendo una mueca de asco. Definitivo, mis poderes siguen sin funcionar. Pero yo se que están ahí. Solo necesito aprender a usarlos.

NO ES UNA RUBIA MÁSWhere stories live. Discover now