56. LLEGO EL DÍA.

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- ¡Sal de esa cama inmediatamente! - escucho los gritos y cierro con más fuerza los ojos.

¡Que me tragué la tierra!
Y me escupa junto a Nate.

Alto... Ya Maddie, deja el romanticismo, que hasta tú misma te desconoces.

- ¡No quiero! - Gimoteo al tiempo que siento que unas heladas manos me toman de los tobillos.
- ¡No quiero! - comienzo a patalear. - ¡No quiero! -

- ¡Sal de esa maldita cama ya! - Saco mis manos de la manta y me sostengo de lo primero que encuentro.

¡De aquí no me saca nadie!

O bueno... Puede que termine saliendo por mi propia cuenta. Al final creo que no tengo opción.

Aunque... ¿Cómo es es frase cliché? ¿Siempre tenemos una opción o creamos nuestras opciones? ¡Lo que sea!


- ¡Maddie! - Su voz de advertencia.

- ¡No quiero! - Sigo negándome.
-  Quiero quedarme aquí para siempre. -

Me encanta hacer drama. Bueno, eso creo que lo notan al solo conocerme.

- Ya decía yo que estaban tardando mucho. - Jeremy me toma por la cintura y como si fuera una muñeca, me saca de la cama y me carga en sus brazos.

- ¡Bájame ahora mismo! - Golpeó con mis puños su pecho. - ¡Lo ordeno! -

- ¿Adivina? - Me mira burlón y comienza a bajar las escaleras.
- ¡Aun no era la maldita reina! - yo entierro mi rostro en su pecho para poder seguir lamentandome. El termina de hacer el trayecto en silencio.
- Aquí está su majestad - exclama irónico depositandome en una alta silla. Lo miro con ganas de querer matarlo, y de esa misma forma, a cada uno de las personas allí presentes.

Se que no tienen la culpa pero hoy los odio a todos; en especial a mi.

- ¡Manos a la obra! - Exclama divertido Paolo. El estilista que contrataron para que se encargará de mi imagen hoy. Yo gimo y me entierro en la silla en mi bucle de lamentación.

Pasan horas donde solo siento que mi odio aumenta y mis deseos de salir corriendo aún más.

- ¡Estas preciosa! - Hace girar la silla para que vea mi reflejo, y mis ojos se abren alarmados ante tal atrocidad.

¿Pero quién es esa? ¡Santa vaca!

- ¡Estoy horrible! - Grito y toco mi rostro. - Ni siquiera parezco yo. - Estiro mi mejilla y hago muecas. ¿Que me ha hecho? ¿De verdad es estilista?

- Calma... calma... Todo bajo control princesa. Si no le gusta ya lo cambiaremos. - ¿Que sino me gusta? ¡Pero es que si soy otra con esto en la cara! - Todo bajo control. - Alarmado dice mientras me dejó caer en la silla y cierro los ojos.

Esto es una pesadilla.

- Este seguro si. Ahora sí. - De nuevo gira la silla hacia el espejo. Es la tercera vez. ¡Dios! Solo pongo los ojos en blanco.
- ok, ok... Ya lo cambiamos. - Suspiro audiblemente y miro hacia un lado. Ethan va bajando las escaleras junto con Candace. Él va con la mitad del uniforme puesto. Cuando sus ojos se cruzan con los míos, los aparta y eso hace que mi corazón se encoja. Sigue molesto porque mi fiesta de compromiso se realizará hoy también, a la par del partido de la final, el partido más importante que jugará; y nadie de la familia estará para verlo. Intenté cambiarlo, intenté que no fuera así, pero era algo que no estaba en mis manos. Y lo peor no fue eso. Mi abuela intento obligarlo diciendo que debía asistir, le dijo que su familia o el fútbol, y su respuesta me dolió demasiado. "¿Cual familia? ¿Esa en la que todo gira en torno a una sola persona? ¡Yo paso!" Desde ese día apenas y me dirige la palabra.

NO ES UNA RUBIA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora