fotos.

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¡Holi!

Tarde mucho en escribir este capitulo, todavia no tengo inspiracion, y lo lamento, este capitulo no es muy bueno, espero me disculpen:).

¡Ciao guapuras, os quiero!

Cuando llegue al instituto, ya había empezado la tercera hora, asi que me prepare para ser regañada por la profera, abri la puerta silenciosamente, y me aclare la garganta para llamar la atención a la profesora, la mitad de la clase volteo, Matt no había alzado la mirada, y Natalie no tenia esta clase conmigo.

-Señorita Hayes, gracias por honrarnos con su presencia, dijo la profesora alzando la ceja.

-Lo siento profesora, no volverá a pasar, dije mientras me dirigía a mi asiento.

Matt al escuchar mi apellido levanto la cabeza, y me miraba confuso, no lo culpaba.

La verdad es que, estaba un poco hormonal. Digamos que simplemente era un mal día.

Me senté en uno de los puestos delanteros, y deje caer mi maletín, saque una libreta, y mi lápiz.

Y la pura verdad, es que no sabía ni de que estaba hablando la profesora ya que me la pase toda la clase rayando la última hoja.

Al sonar la campana, guarde todo lentamente.

El salo ya estaba vacío, pero Matt me esperaba en la puerta.

-¿Dónde has estado?, pregunto Matt.

M encogí de hombros.

Matt me sujeto la mano con fuerza.

-Me lastimas, dije mientras me zafaba de su agarre y le sostenía la mirada.

-¿Estás bien?, pregunto el preocupado.

Suspire, -Hoy no es un buen día, solo, déjame sola, dije para luego alejarme.

Matt se quedo en la puerta con el seño fruncido.

Dios, le quería, pero hoy no tenía ánimos, y menos de cuidar al estúpido bebe.

Me dirige a la cafetería y compre un pequeño batido de fresa.

Suspire, solo faltaban tres horas de clases, ¿Haria daño alguno que me fuera?

No, no creo que lo haría.

Mande un mensaje a Natalie y a Matt.

Me voy, los veo mañana, no se preocupen por mi.

Marie.

Habia cogido un taxi a mi casa, ya que Matt me había traido.

Justo cuando llegue, Alejandro estaba intentando abrir la puerta.

-¿Y tu reunión?, pregunte mientras le quitaba la llave de la mano y abria la puerta.

El me sonrió.

-No conozco reunión que dure más de tres horas, dijo el encogiéndose de hombros y tendiéndome la puerta para que apsara.

Le sonreí y entre rápidamente.

El me miro alzando la ceja y cerrando la puerta tras el.

-¿No deberías estar en clases?, pregunto el.

Deje caer mi maletín en el sofá.

-Debería, dije encogiéndome de hombros.

El rio.

Y nos quedamos en silencio, en un incomodo silencio.

-¿Te apetecería ir a almorzar?, pregunto Alejandro.

Proyecto paternal.Where stories live. Discover now