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Había pensado que la tormenta había pasado, que el invierno se había ido para darle la bienvenida a la primavera, a los días cálidos del verano, pero no, cuando se entregó a Harry por primera vez, en esa habitación de cuarto de hotel tan lujosa, en una cita que su amigo y su nana le habían preparado con tanto cariño en esa habitación cuando sintió tanto amor, cuando se sintió tan seguro, feliz, ese día pensó que todo iba a cambiar que ya sus días oscuros y tristes habían quedado atrás. Que no lloraría, que sus lágrimas saladas no caerían más por su rostro.

Aunque quería pensar en lo que decía Harry, que era un egoísta que solo pensaba en el mismo, que quería más y más, pero no era así, no era como su hermano quería entender, solo es que su manera de amar era diferente. Había crecido solo con el amor de Harry y el de Sara, tan apegado a ellos y su significado de amar a alguien como pareja era el que había aprendido y recibido por parte de ellos dos. Su forma de demostrar que amaba a Harry era estar con él, apoyarlo, darle fuerzas y muchas cosas más.

Quedó con su cabeza hacia abajo hasta que sintió que quedó totalmente solo. Tenía tanta calor, justo como si tuviese el sol a su lado, ya no sentía nada, ni impotencia, ni rabia ni mucho menos dolor, se sentía prácticamente vacío, solo su cuerpo en un lugar cualquiera del mundo. En esa misma posición fue deslizándose hasta que quedó todo su cuerpo dentro de la piscina. Al sentir el agua helada tocar su piel, el frío arropando cada partícula de su cuerpo, se sintió de nuevo con vida. Alguien que siente, alguien que sufre, que llora, pero que a la vez ama.

Se sentó como pudo en lo profundo, abrazando sus piernas y se olvidó de respirar para poder durar más allí abajo. Se quitó su jersey y su short, hasta su ropa interior. Se despojó de todo, no quería sentir nada más que el agua. Las prendas fueron subiendo lentamente hasta llegar a la superficie, mientras que el dueño continuaba en la misma posición.

Ya no sentía frío, su piel fue acostumbrándose hasta que ya sentía la temperatura normal. Quería sentir algo, quería sentir lo que sea para sentirse vivo que cuando llegó a faltarle el oxígeno continuó aguantando la respiración hasta que el agua se introducía en sus fosas nasales. Al momento de no aguantar más, fue directo hacia fuera. Con sus ojos cerrados respiró todo el aire que pudo almacenar en sus pulmones para volver hacer lo mismo una y otra vez.

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Gracias a Dios que Stefani había ayudado a Sara en muchas cosas y así pudo terminar de arreglar la casa antes que oscureciera. Aunque de todas maneras la casa no estaba desordenada porque la había limpiado todo el día anterior, pero si aparecían cosas que ella había puesto en su lugar en otro. Como el teléfono inalámbrico, las sillas en diferentes puestos, los cojines del mueble tirados en el piso, los platos aparecían con solo un mínimo rastro de suciedad en el mesón de la cocina. Se demoró fue en cosas pequeñas como esas pero no tan pequeñas porque se demoró mucho limpiándolas.

Lo que Sara no sabía era que Madison había estado desordenando todo, cuando tenía un tiempo se escapaba del jardín y entraba a la sala para desordenar sin que nadie se diera cuenta. Con el teléfono fue tumbando los cojines del mueble, doblaba las sillas como si alguien fuese estado sentado allí y no la fuese acomodado y regresaba como si nada. Cuando su hijo la echó y fue hacia la cocina para tomar un vaso con agua vio que todo estaba limpio y reluciente.

Abrió la nevera y saco el resto del postre que había preparado Sara y agarro platos recién lavados y empezó a esparcir la crema del postre en ellos como si fuesen residuos. Cuando hizo esto en todos los platos metió de nuevo el postre en la nevera, tomó su vaso con agua y fue hacia su recámara.

Forbidden loveWhere stories live. Discover now