Tᴇɴᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ «𝐍𝐚𝐦𝐣𝐨𝐨𝐧» | 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 |

CAPÍTULO 17.

Maratón 1/6

—Esperaba una pelea —dijo él, un vago tono de pregunta en su voz.

Suspiré, sentándome, mirando fijamente el fuego mientras pasaba los dedos de una mano por mi pelo.

—¿Hasta que extremo tienes la intención de llegar? —pregunté finalmente, echándole un vistazo mientras él todavía se reclinaba al lado mio.

NamJoon alcanzó mis dedos que se arrastraban por mi cabello. - ¿A qué extremos quieres que yo llegue, ___________?—preguntó él a cambio.—Puedo darte cualquier cosa que quieras, lo que sea. Pero tengo mis propias necesidades, y ellas tendrán que ser satisfechas también.

—¿Cómo cuales? —le pregunté, manteniendo mi voz baja, aquietando el temblor que amenazaba con sacudirla.

—Me gustan los juguetes sexuales, __________. Me gusta usarlos, y me muero por usarlos en ti. Me gusta azotarte. Me gusta mirar tu bonita feminidad y los cachetes redondeados de tu trasero volverse rojos. Me gusta oírte gritar porque no sabes, si es dolor o si es placer, lo que te esta matando. Quiero ver tus ojos llenos de placer, aturdidos, mientras empujo tus límites. —NamJoon lo presentó bastante claro, pensé con un toque de silenciosa burla, y aún así no había contestado una maldita cosa.

—¿Cómo de lejos irás? —le pregunté.

—¿Cómo de lejos me dejarás ir?—me contestó él.

NamJoon Presentía que yo tendría pocos límites, pero no estaba dispuesta a decirle eso.

—Evidentemente tienes planes. Me gustaría saber cuales son. —
NamJoon suspiró. —Algunas cosas son mejores dejarlas al placer del momento. Vamos a esperar y ver que pasa.

NamJoon lamió sus labios con nerviosismo. Evidentemente mi padre le había contado sobre la catástrofe con los libros que mi madre había encontrado. NamJoon no sabría sobre ellos de otra manera. Solo atine a respirar profunda y hondamente.

—¿Esto concierne a otros hombres? —pregunté finalmente.

Los ojos de NamJoon se encendieron con excitación.

—Tu quieres eso, ___________ —él se movió detrás mio, sentándose contra mi mientras susurraba las palabras en mi oído. —Lo has deseado durante un largo tiempo, nena, todo lo que he planeado. Solamente tranquilízate, y lo tomaremos paso a paso.

Yo luchaba por controlar mi respiración, mi corazón latía frenéticamente. Yo estaba aterrorizada de él y de mi.

—No puedo, si mi padre averiguara...

—__________, tu padre sabe -dijo él con cuidado.—¿Por qué piensas que tu madre se divorció de él? Ella no deseaba sexo, mucho menos el que tu padre necesitaba. Tu padre supo, cuando esos libros fueron encontrados, lo que tú necesitabas. Tal como él sabe lo que yo necesito.

La vergüenza traspasó mi cuerpo. Yo me acordaba viniendo a casa del colegio, mi madre enfurecida conmigo, la humillación de las acusaciones que ella había lanzado al ver esos libros. Esa fue una de las pocas veces que mi padre había intervenido. Él me había llevado a su estudio e incómodamente me había informado que la sexualidad era una cosa personal, y que no era de incumbencia ni de él ni de mi madre.

—¿Tu hermanastra...?—dejé la pregunta colgando.

—Sabe lo que él desea y disfruta de ello. Ese es el punto clave, _________. Tienes que disfrutarlo, si no, esto no me trae ningún placer. Tu placer es lo más importante, ____________. Qué deseas, qué necesitas.

Las manos de NamJoon estaban en su abdomen, acariciando suavemente los nerviosos músculos de allí. suss labios rozaban mi hombro, mi cuello.

—No deseo un juguete, _________—me prometió.—O una mujer que no sepa quien es y hable en consecuencia. Menos en el dormitorio, que es donde quiero a la mujer que sé que eres. Si quieres pelearme, entonces pelea. Si te quieres someter, entonces hazlo. Si quieres ser atada y violada, avísame. Todo eso, puedo darte y disfrutar. Pero si alguna vez llegas al límite, tienes que decírmelo. Si alguna vez sugiero algo que no deseas o no puedes manejar, entonces tienes que decírmelo. Y después de eso, a no ser que lo pidas, nunca lo abordaré otra vez. Sólo se muy cuidadosa en los placeres que te niegues.

Yo levante mi cabeza de mis rodillas para preguntarle finalmente algo muy importante en mi.

—¿Y cuándo te hartes de mí? —le pregunté