CAPÍTULO 19.

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Maratón 3/6

Narrador omniscente

Para _________, los días continuaron en una neblina de placer. NamJoon era o bien apacible e imperioso, o bien seductor y sorpresivo. Él la empujó hacía donde quiso. Le atacó y atormentó con su lengua experta y una variedad de juguetes sexuales pensados tanto para provocar como para atormentar, pero hasta ahora la impaciencia de ________ se hacía mas continua, NamJoon todavía no podía penetrarla completa, ya que su apretado trasero se lo impedía la semana avanzaba y NamJoon se dedicaba a penetrarla con juquetes sexuales, solo eso. Durante todo el día ella llevaba vestidos sedosos que NamJoon le presentaba, y vagaba por la casa con él. Ellos hablaron y se rieron, hicieron el amor con lujuria en variedad de habitaciones y posiciones. Pero lo más importante, ___________ aprendió sobre el hombre.

Era un hombre privilegiado, cuya inteligencia le conducía a menudo a ocultar a un hombre de emociones intensas. _____________ captó vislumbres de ello durante ciertas conversaciones o después de una sesión de sexo intenso, casi brutal. Su expresión era de preocupación, cariñosa, como si a pesar de sus necesidades, sus deseos, él temiera la impetuosidad de ella.

NamJoon todavía le hacía llevar el invasor a ____________ durante varias horas al día. Antes de quitárselo, él la penetraba lento y suave, su miembro deslizándose enérgicamente dentro del estrecho pasaje de su feminidad. La sensación era increíble. ____________ gritaba para él, pedía, suplicaba piedad tanto por el dolor como por el placer que asaltaba su cuerpo. Sus clímax desgarraban su cuerpo con las sensaciones, dejándola exhausta contra NamJoon, sus jugos explotando alrededor de su miembro provocándole a él su propio clímax.

Narra _________.

Mi tiempo pasaba lentamente llegando al final. En el sexto día, me puse otro vestido. Era un nuevo diseño de Grecian que caía hasta mis pies, con pequeñas cuerdas de seda de oro que atravesaban el frente de mi abdomen, bajo mis pechos. Estaba descalza otra vez, pero sabía que para NamJoon estaba bien. Él llevaba ropa fácil de quitar. Yo sonreí abiertamente. Principalmente, porque andábamos desnudos por la casa.

Terminamos con el desayuno rápidamente, yo sabía que NamJoon tenía algo planeado para el día, pero no estaba segura de que. Aunque lo comprendí rápidamente un poco más tarde. Mientras yacía sobre el colchón delante del fuego, NamJoon tiraba de cuatro pesos enormemente pesados de la esquina del cuarto. Él los colocó en cada una de las esquinas del colchón, luego me dirigió esa oscura, dominante mirada, que prendía fuego en mi sangre.

—Última lección —susurró él, atando una cuerda de seda sobre los anillos metálicos. — Quítate el vestido y ponte sobre tu estómago.

Un temblor de excitación sacudió mi cuerpo mientras me quitaba el vestido . NamJoon entonces abrochó una cinta de cuero en cada tobillo y muñeca antes de atarme a las cuerdas. Esto me dejó extendida, indefensa, con el justo juego en la cuerda para él poder colocar almohadas grandes y amplias bajo mi cuerpo, elevándome varios centímetros del colchón. Bajo mis caderas él colocó otra, dejando mi trasero indefenso, abierto a su fija mirada.

—¿Quién posee tu cuerpo? —susurró él, pasando su dedo a lo largo del pliegue de mi ardiente feminidad mientras su otra mano acariciaba sus nalgas.

—Yo lo hago. —mi voz era áspera, estaba en la posición correcta para un castigo; no quería desaprovecharlo.

Su mano cayó sobre mi trasero con fuerza picante. Me estremecí, grité por la llamarada de calor en mi carne y profundamente dentro de mi feminidad.

—¿Quién posee tu cuerpo, ________ —le preguntó otra vez.

—Yo… —grité. Lo necesitaba más, otra vez, quería que él pusiera mi trasero ardiente, porque sabía lo que esto haría al resto de mi cuerpo. Mis pechos aumentaron, mis pezones se volvieron duros y me dolían.

Él me pegó con la mano otra vez.

—¿Quién posee tu cuerpo?

—Tu NamJoon… tu…—la neblina de excitación estaba embotándome ahora. Su mano cayó otra vez en mi.

—Exacto nena, yo soy el único por él cual esa preciada feminidad debe rozar mi miembro erecto.

—Dios NamJoon. —gemí, mientras, él acariciaba mi feminidad con la llaga de sus dedos.

—Nena. Hoy te daré una pequeña sorpresa- Su voz se notaba fija y caliente en mi, con un tanto de picardía mutua.

—NamJoon ¿Cuál es? Dime...—chillé, para controlar mi éxtasis, mientras que NamJoon posaba sus dedos en mi feminidad.

Tᴇɴᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ «𝐍𝐚𝐦𝐣𝐨𝐨𝐧» | 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora