Capítulo 1: 2/Feb/2016

1.7K 73 8
                                    


Desde pequeña mi madre me daba estos pastelitos tan deliciosos en el desayuno. Ya estaba acostumbrada a ellos. Desde el primer año de primaria mi madre ponía en mi lonchera una torta hecha con jamón, con salchicha o milanesa y una tarta o pastel de chocolate o de fresa. También empaquetaba un envase de jugo y uno de leche con sabor a fresa.

 Mi hora favorita del horario de la escuela siempre ha sido el receso, y a muchos de mis compañeros de clase también les gusta esa hora, pero nos gusta por cosas diferentes. A mis compañeros les gusta el recreo porque hay tiempo para jugar y convivir con sus amigos, pero a mi me gusta porque es el único momento en dónde puedo disfrutar el sabroso desayuno que mi madre prepara para mi y gracias a esto jamás tuve amigos.

Ahora voy en secundaria, en un año iré a la preparatoria y sigo sin tener un amigo. Eso no me importaba tanto pues mi madre siempre me ha dicho que tengo que ver las cosas positivamente así que no me importaba pasarla sola en el receso ya que tenía algo que hacer. Cuando estaba sacando mi lonchera blanca con azul en la banca de la escuela llegaron Bill y Daniel. Ellos siempre me han molestado, dejan que me coma en paz la torta que mi madre me prepara pero cuando llego al postre llegan y lo tiran y comienzan a decirme gorda e inventan apodos como "bola de grasa" o "elefante comelón". No sé por qué lo hacen pero no puedo hacer nada porque siempre amenazan con pegarme o lastimarme si es que digo algo. Algunas veces no tiran mi comida, a veces la toman y se la reparten, supongo que es porque no les dan dinero o comida algunos días. Daniel es el más delgado entre los dos así que siempre se pone detrás de mí y Bill comienza a decir: "Vamos Danny, escóndete detrás del elefante." Cuando Bill dice eso Daniel empieza a picar con sus dedos mi espalda y mi estómago. En esos momentos yo me siento triste porque hacen que me pregunte por qué como tanto y hacen que me dé cuenta de lo gorda que soy. Bill y Daniel de nuevo se llevaron mi postre y al día siguiente me escondí en el baño para que no me pudieran hacer nada. Devoré el postre y cuando vi mi lonchera vacía me puse a llorar. Vi mis muñecas y me di cuenta de que eran gordas a comparación de otras niñas de mi edad. Pensé que así nadie me querría y comenzé a llorar más fuerte porque me sentía muy culpable de comer tanto. Yo era la única responsable de que mi cuerpo fuera así.
Cuando llegue a mi casa no saludé a mi madre. Estaba pensando mucho en lo que pasó en el recreo así que fui directo al baño, cerré la puerta con seguro y me quité mi uniforme frente al espejo. Inmediatamente comencé a llorar frente a mi reflejo. Ahí podía ver las imperfecciones que tenía mi cuerpo. Mis cachetes estaban inflados, mis piernas eran anchas al igual que mis brazos mi torso estaba lleno de grumos de grasa, mis pechos y mis glúteos estaban como pelotas pero colgaban de mi cuerpo. Era un zoológico viviente. Tenía a un elefante en mis piernas, a un hipopótamo en el torso, a un león en la boca y a un mono en mi mente. Ya no quería tener ese cuerpo, ya era suficiente de que cada día me molestaran por ser gorda. No sabía qué hacer hasta que llegó su voz. No podía verla realmente, pero podía escucharla. Me dijo que ella era hermosa, y justo como se describió me la imaginé. Dijo que era muy delgada y tenía un cuerpo muy estilizado. Sus ojos eran grandes de color azul y su nariz era respingada y delgada. Su cabello era largo de color castaño claro como el mío. Así que gracias a su voz comencé a verla aunque sabía que físicamente no existía. Ella se acercó a mi oído y dijo que si yo quería ser tan hermosa como ella tenía que hacer lo que me dijera. 
-Yo seré tu amiga, sólo si colaboras con lo que te digo que hagas... Si quieres ser como yo, y ya no quieres ser gorda tienes que ser mi amiga y yo te ayudaré-Si miraba al espejo sólo estaba yo pero si volteaba a ver a mi lado estaba ella hablando en mi oído.-No te diré mi nombre pero te dire la primera letra. Mi nombre comienza con A. Y tú ¿cómo te llamas? quiero que seas mi amiga.
Yo en ese momento no sabía si contestarle pero me emocionaba tener a una amiga que me entendiera, ella había dicho que me iba a ayudar a ya no ser gorda y en realidad yo quería eso.
-Mi nombre es Stacy. Y también quiero que seas mi amiga, serás mi primera y única amiga.
No sabía lo que estaba haciendo, yo creía que me iba a favorecer el hecho de tener a una amiga que me ayudara a ya no ser gorda, pero en realidad solo estaba cayendo en su trampa.

Mi cuerpo y yo.Where stories live. Discover now