Capítulo 16: Sinceridad

295 26 2
                                    

Ya había pasado casi un mes completo de lo mismo con Betty. Cuando yo salía de la escuela me esperaba afuera y caminaba conmigo hasta mi casa. En algunas ocasiones mi padre llegaba a mi casa un poco más temprano de lo habitual así que ella se escondía en mi baño hasta que mi padre conciliaba el sueño. No estaba segura de qué eramos, ¿acaso eramos novias? Si eso era cierto a mi no me gustaba para nada. Yo no quería tener ni una amiga. Quería estar sola, concentrada en mis asuntos, sentía que con Betty a mi lado me desconcentraba de lo que no tenía que comer, y yo no quería estar descuidada, no quería subir de peso. No quería estar gorda. Cuando Betty me abrazaba y tocaba mi cintura me desagradaba demasiado. Siempre que me quería besar al principio cedía, pero después me estresaba porque no quería ser gorda, no le quería poner más atención a ella que a mi alimentación. Ya no sentía nada por ella, solo estaba interesada por mi. 


-Betty- no quería decirle pero lo necesitaba, así que lo dije con un tono de indiferencia muy grande-, necesito hablar contigo.

-Mande, hermosa- Otra vez, se notaba en su mirada, quería engañarme con sus ojos relucientes, pero yo prefería verme en el espejo bonita y delgada a ver sus ojos.

-Ya no puedo dejar que te quedes aquí. Necesitas irte.

Betty se alarmó demasiado y sin decir ninguna palabra me miró como nunca. Sus manos temblaban y sus mejillas tornaron a un color rojo claro. Se notaba desesperada. Yo, en cambio, me notaba indiferente. No me importaba si tuvo que cruzar el mundo entero para verme, tampoco me importaba si tendría problemas con su familia o conocidos, yo necesitaba cuidar mi peso y no me iba a distraer por ninguna cosa insignificante. Ella estaba parada enfrente de mí, desesperada y enojada. Abrió la boca como si fuera a gritarme algo, pero solo tomo una bocanada de aire y de nuevo la cerró. Parecía que no lo podía creer. "No es mi problema, yo quiero estar sola"

-Betty-Levanté la voz lo más que pude, ya que no tenía tantas fuerzas como una persona normal-, ¡Largo de mi casa! ¡No quiero volver a verte de nuevo!

Betty cambió su aspecto. Primero se veía muy enojada pero cuando dije eso su cara cambió, expresando tristeza profunda, sus ojos no podían dejar de soltar lágrimas. No me importó ni lo más mínimo.

-¡Largo de mi casa! ¡Ahora!

Se fue tan rápido como pudo. Lo último que vi de ella fueron sus ojos que tenían la capacidad de iluminar todo con su brillo resplandeciente. No importó. No me sentía feliz, tampoco enojada, no sentía nada. Sólo sentía ganas de no engordar....







....Que egoísta fui. Maldita enfermedad. Maldita Ana. Maldita Alicia. Maldita Anorexia...





No tengo porque maldecirlas. Ellas me ayudaron. ¿Debo decir gracias? ¿Alicia? Tu, me ayudaste....

Mi cuerpo y yo.Where stories live. Discover now