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¿Porque no habla? Desde que la camarera tomó su pedido no ha dicho ni una sola palabra, tan solo escribe en su teléfono y alza la vista hacia mí de vez en cuando, como si estuviera asegurándose de que sigo ahí. También frunce el ceño en numerosas ocasiones y pasa las manos por su rizado pelo, nervioso. Dejo salir un suspiro, intentando retener la poca paciencia que me queda dentro de mí. Mis tripas no han parado de hacer ruido provocando que él se quejara en silencio más de una vez, quería esperarlo y ser educada, pero el hambre puede conmigo. Cojo la hamburguesa con ambas de mis manos y me la llevo a la boca dándole un mordisco sin poder evitar cerrar los ojos cuando lo hago.

Mi boca se convierte en una explosión de sabores, tal vez esté restaurante no sea el mejor en el que he estado, probablemente ni siquiera sea el mejor en kilómetros, pero esto es lo más sabroso que he probado. Limpio las comisuras de mi boca con una servilleta mientras una vez más observo el lugar. Es cutre, nada especial. Varias de las luces del techo parpadean sin parar y los asientos de cuero están deteriorados. Desde aquí se puede escuchar el ruido de la cocina y a un hombre toser gravemente en su interior. Pero a pesar de todo, me gusta este sitio, tiene algo extraño que hace que me sienta, de alguna forma, como en casa. Pero no mí casa, sino en una a la que la gente suele llamar hogar.

- Será mejor que dejes de hacer eso. - La voz de Harry atrae mi mirada de vuelta a él. - La gente de por aquí odia ser observada. -

- Sólo estaba... No estaba mirando a nadie. - Tímidamente me defiendo y él ríe para sus adentros.

- Esto no es Kensington, Jules. Aquí no hay castillos y unicornios de colores, esto es la vida real. - Observa el exterior a través de la ventana antes de continuar. - Aquí hay normas. Nunca hagas preguntas, no hables con nadie, no los mires. Ignóralos y ellos te ignorarán. -

- ¿Entonces, como te relacionas con la gente? - La confusión es clara en mi voz.

- No lo haces. - Dice con total normalidad, riéndose de mi ignorancia. - Nadie es amigo de nadie. A nadie aquí le importas una mierda. A esta gente solo le importa una cosa, ellos mismos. Cada uno se cubre sus propias espaldas. - Sus palabras se detienen de repente en el momento en el que la camarera se acerca con su pedido. Ambos comparten una mirada con la cual parecen entenderse. La mujer me mira a mí y de nuevo a Harry, entonces coloca la bandeja plateada bajo su brazo y se aleja de nuevo. - Piensa en esto como en un lugar fantasma. - Su voz reaparece y él actúa como si nada hubiera pasado. - Sabes que no estás solo, pero lo estás. -

Me quedo en silencio reproduciendo cada una de sus palabras en mi cabeza, todo en ella está desordenado y sin sentido. En apenas cinco minutos Harry me ha advertido, amenazado e insultado, todo ello de una forma muy peculiar. Lo observo en silencio mientras se lleva una patata a la boca, me pregunto si él es cómo las personas de las que me ha estado hablando. Al fin y al cabo lo único que a él le interesaba era la llave. Sus palabras anteriores suenan más fuertes en mi cabeza, pero sus acciones las combaten. Hubo un momento en el que pareció preocuparse por mí. Me ha salvado y ha estado tres días a mi lado. También se ha quedado aquí conmigo. Estoy confusa y hecha un lío.

- Deja de hacer eso. - Gruñe al notar mi mirada sobre él. Inmediatamente bajo mi vista a mis manos, sintiéndome avergonzada e intimidada por su grave voz.

- Yo sólo... - Un nudo se forma en mi garganta mientras hablo.

- No estabas mirando a nadie, ya. - Bufa sin apartar su vista del teléfono.

- Podrías ser una poco más agradable. - Me quejo en voz alta y él me mira.

- ¿Qué? - La sorpresa es notable en su rostro.

- No te he hecho nada, por qué eres tan... - Me arrepiento de haber empezado la frase cuando ya es demasiado tarde.

- ¿Tan? - Repite, presionándome para que termine.

Hold On Donde viven las historias. Descúbrelo ahora