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Escondida entre las sombras observo a la gente que conversa en la planta baja, las miradas vuelan por todo el lugar en busca de un sólo rostro, mi rostro. ¿Acaso todos sabían sobre esto? Ahora todo empieza a tener sentido, la conversación con Bárbara y su marido, la fiesta, el comportamiento de Darren y su "hoy empieza tu futuro." Desde aquí puedo ver a mi madre recorrer el salón por tercera vez, buscándome. Cierro los ojos apoyando mi espalda contra la pared y me deslizo hasta que mi cuerpo toca el suelo. Mi mente no soporta esto, está saturada, a punto de explotar e intentando entender el porqué.

Me descalzo y me acurruco en mi misma abrazando mis piernas. Escondo mi rostro mientras lloro, la sensación de vacío ahora invade mi cuerpo. Por alguna razón me veo desesperada por el deseo de tener esa gastada chaqueta de cuero sobre mis hombros, esa prenda a la que tanto me he aferrado. Aprieto con fuerza mis ojos, imágenes de Harry chocan contra mí con fuerza, no quise creer que todas esas rotas y pesadas palabras llevarán razón, pero ahora, ahora lo veo todo de otra manera. Él no trataba de asustarme al decir todo eso, él estaba siendo realista, me advertía de las atrocidades que desconozco de este mundo.

Echo la cabeza hacia atrás apoyándola en la pared y dejando salir un suspiro, abro los ojos. Me quedo varios segundos mirando el techo, ángeles tallados en los bordes de yeso blanco. Una fina tira dorada es colocada bajo los terroríficos niños con alas que sonríen siniestramente mientras sostienen arcos y flechas. Bajo la vista siguiendo la decoración, la pared es de un brillante y oscuro rojo donde finas líneas negras crean diferentes dibujos para quien lo ve. Intento encontrarle sentido a los dibujos, sonrío cuando encuentro un punto en el que las líneas parecen dibujar la cara de un león.

- ¿La has visto? - Escucho la voz de mi madre en las escaleras.

- Lo siento, querida. - Una mujer de avanzada edad le contesta.

- Gracias de todos modos, Elaine. - El ruido de sus tacones asciende hasta llegar a la cima de las escaleras.

La observo en silencio mientras me arrastro ligeramente hacia el largo pasillo. Ella mira a ambos de sus lados, dudando sobre qué camino tomar. Por desgracia toma el mismo camino que yo había hecho. Cuando la oscuridad del pasillo oculta mi figura, me levanto y con los zapatos en mi mano busco una vez más el cuarto de baño. No tengo tiempo para abrir puertas al azar esperando que sea la correcta, por lo que me dirijo a la última y entro en ella. El suelo está frío y no hay ventanas. Apoyo mi mano en la pared y busco el interruptor de la luz. Cuando lo encuentro, lo presiono dando así a conocer el lugar en el que me he metido.

Un amplio baño de mármol rosa se ilumina ante mis ojos. La última puerta, Jules, la última puerta. Dejo salir un suspiro y camino hacia el lavabo, mis pies enfriándose ante el duro contacto con las baldosas. Me observo en el espejo sin ganas, probablemente mi maquillaje esté ahora esparcido por todo mi rostro haciendo de mi una obra de Picasso. Alzo la vista con cierto temor y me sorprendo al ver que sigo igual, excepto por mis ojos hinchados y líneas invisibles que trazan la longitud de mis mejillas. Con mis manos y un pedazo de papel intento borrarlas y dejar el maquillaje de nuevo uniforme.

- ¿Jules? - Escucho a mi madre llamarme al otro lado de la puerta. Al no responderle tumba por segunda vez.

Tiro los pedazos de papel ahora manchados de marrón, retoco mi pelo y paso las manos por mi pomposo vestido. Dejo salir un suspiro y camino hacia la puerta donde de nuevo me pongo los zapatos. Giro el cierre de la puerta y la abro ligeramente dejándola pasar.

- ¿Dónde has estado metida? Casi me da un ataque al no encontrarte por ninguna parte. - Cierra la puerta y se acerca a mí. Me mira fijamente a los ojos, coloca sus manos en mis mejillas y sonríe dejando salir un suspiro. - Hoy es un día muy importante para ti. -

Hold On Donde viven las historias. Descúbrelo ahora