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Una enfermera se ha pasado estos tres días viniendo a mi habitación cada tres horas para preguntarme sin quiero recibir visitas, que había alguien que quería verme. Pero no he cedido, porqué ninguno de los posibles 'alguien' me interesa. Por otro lado, le he pedido a Sam que me comprara algo de ropa para poder salir del hospital ya que la que tenía está rota y llena de sangre. Mi cuerpo poco a poco está dejando de doler y cada vez puedo moverme un poco más. He contado los cortes que dejarán marcas en mi cuerpo, en total son cuatro. Uno encima de mí clavícula, otro en mi rodilla, en mi mano, y por último, un pequeño corte en mi pómulo derecho que se mezcla con la línea de mi pelo.

- ¿Se puede? - El pelo rosáceo de Sam se asoma por la puerta.

- Pasa. - Me acomodo en la cama y sonrío al verla entrar con un globo.

- No he podido resistirme. - Dice entre risas estirando su mano hacia mí. Cojo el globo y leo el mensaje en el escrito.

- ¿"Es su niño"? - La miro alzando una ceja.

- Lo sé, era eso o un vale descuento. - Se encoge de hombros y se sienta a mi lado en la cama. - ¿Que tal estás, Jules? ¿Te encuentras mejor? -

- Sí, estoy deseando irme a casa. - Dejo salir un suspiro y apoyo mi espalda contra el elevado colchón. - Me preocupa la cafetería, no podré ir a trabajar, apenas aguanto veinte minutos en pie. -

- Olvídate de eso, puedo arreglármelas yo sola hasta que te recuperes. - Aprieta ligeramente mi mano y sonríe.

- Gracias. - Le sonrió de vuelta. Segundos después la puerta se abre dejando al descubierto el cuerpo del médico que viene para darme el alta.

- Señoritas. - Dice divertido mientras se acerca. Se detiene frente a la cama y observa mi expediente. - Parece que todo está bien. Te recuperas con rapidez. - Alza su vista hacia mí. - Pero me temo que todavía necesitas reposo. Te daré cita para dentro de unas semanas para echarle un vistazo a esas heridas, por lo demás, no hay más objeciones y ya puedes volver a casa. -

No puedo evitar sonreír al escuchar esas palabras, por fin saldré de este lugar, una vez más. Torpemente me cambio de ropa en el baño, agradezco que Sam me haya traído un vestido, así no tengo que preocuparme por adaptar la ropa a la escayola. Cuando salgo, ella me está esperando junto a una silla de ruedas. Me siento en ella y nos ponemos de camino. En medio del pasillo mis manos agarran las ruedas de la silla forzando a Sam a detenerse, el impacto de lo que estoy viendo es demasiado fuerte. Anne está sentada en un sillón, un tubo metiendo químicos en su cuerpo. Su cara se ve más fina y pálida, su pelo ha perdido espesor y está recogido en un moño flojo. Su vista permanece baja, perdida, en otro lugar.

Lentamente y con la ayuda de Sam, me acerco a ella, intentando ignorar la sensación de que Harry aparecerá frente a mí en cualquier momento. No lo hará, sé que no lo hará, él sólo viene cuando Anne está en la habitación, adormilada debido a la quimio. Tomo el control de la silla cuando estoy lo suficientemente cerca y me arrastro hasta quedar a su lado. En el momento en el que sus ojos captan mi presencia, lentamente recorre con su mirada la silla, seguidamente mi cuerpo y finalmente mi cara. Sus ojos se abren ante la sorpresa, repasa mis magulladuras y echa una de sus manos a la boca.

- Dios mío... - Estira su mano hacia mí. - ¿Que te ha pasado? -

- Todavía no lo tengo muy claro. - Le sonrió débilmente. - Digamos que debería mirar por dónde cruzo. -

- Oh, Jules. - Susurra acariciando mi mano, seguidamente mira a mi alrededor en busca de alguien. - ¿Estás aquí tú sola? -

- No, Sam ha venido a buscarme. - Ambas la miramos, descontentas con mi respuesta.

Hold On Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin