Capítulo 15

1.1K 96 25
                                    

Narra Len

Nos encontrábamos Rin, Miku, IA, ONE y yo dando un paseo por la colina; aquella tan bonita que tiene un gran río cristalino y un montón de verde a su alrededor. Nuestros rostros eran azotados por la brisa mientras conversábamos alegremente.

Todo era perfecto, hasta que pasó algo horrible.

Rin tropezó con una lata del camino y cayó colina abajo como si fuera una rueda. Todos gritamos su nombre horrorizados por miedo a que le pasara algo. Su bajada fue interrumpida por una gran roca que se encontraba en la hierba con la que chocó tan fuerte que se escuchó desde donde estábamos nosotros.

Fui el primero en reaccionar. Sin pensármelo dos veces, corrí hacia el cuerpo de la peli-oro todo lo que pude. Tanto, que puede que las demás sospecharan que no era humano, pero en ese momento me daba igual; solo quería salvar a Rin. Las demás llegaron a mi lado al cabo de pocos segundos. Sostuve con suma delicadeza el cuerpo de la oji-azul desmayado entre mis brazos.

En ese mismo momento me pareció ver a mi padre por allí cerca, escondido entre unos arbustos muy frondosos. Vi sus ojos rojos asomándose entre las hojas. Aunque no se le llegaba a distinguir bien, supe que era él. ¿Quién iba a ser si no? Me espiaba después de haberle prometido que no vería a más humanos. No se fiaba ni un pelo de mí.

Desvié la mirada un momento hacia la que permanecía en mis brazos y cuando volví a dirigirla hacia los arbustos ya no había nadie.

     —¡Rin! ¿Estás bien? —preguntó muy nerviosa la peliverdoso.

     —¡Está sangrando! —señaló la de cabello rosa.

La miré, era cierto: un poco de sangre estaba brotando desde su cabeza en el sitio donde impactó la roca. No pude controlarme. Aún era un adolescente inexperto con mis poderes y estaba tan poco acostumbrado a ver sangre que cada vez que la veía era un espectáculo para mí.

Me sentía muy mal por Rin, pero ver ese líquido tan brillante delante de mis ojos me hacía sentirme muy extraño. Noté como mis colmillos se agrandaron hasta su forma original. Me puse muy nervioso por temor a que las chicas me descubrieran. No quería dejar allí a Rin, de verdad que no quería, era lo último que me hubiera gustado hacer, pero no tenía opción.

Dejé su cuerpo inconsciente en el césped con el mayor cuidado que pude, al lado de los dedos de Miku, y salí corriendo con todas mis fuerzas.

     —¿¡Dónde vas, Len!? —escuché preguntar a la peliazul a lo lejos.

Lo siento, Miku, pero estaba tan nervioso que no supe bien qué hacer... Me odié a mí mismo. Ser un vampiro es solo un problema en mi vida. Ojalá fuera humano... No tendría que pasar por estas situaciones.

Corrí unos cuantos metros hasta desviarme en un callejón sin salida. Estaba temblando. No solo me preocupaba que me vieran en mi forma original, sino que ahora no sabía qué le podría pasar a Rin, la había dejado allí tirada... Había ocurrido todo tan deprisa que me sentía muy mareado. ¿Qué pasa si no la vuelvo a ver nunca más? Una voz femenina me sacó de mis pensamientos.

     —¿Len?

     —¿Maika? ¿Qué haces aquí?

     —No, ¿que haces TÚ aquí? —se acercó a mí—. ¿Y por qué estás en tu forma vampírica? Podrían descubrirte —masculló, observando a su alrededor por si hubiera alguien cerca.

     —Ya lo sé. Es que me he puesto nervioso.

     —Has visto sangre, ¿verdad?

     —Sí...

     —¿De quién?

     —Eso da igual. Solo necesito calmarme un momento —le contesté algo tajante. Ella me miraba de forma seria.

     —Len, sabes que puedes contarme lo que sea. ¿Has estado con un humano?

     —Eso no es de tu incumbencia.

     —Tienes que alejarte de los humanos, en cuanto sepan lo que eres intentarán aniquilarte.

     —Entonces tal vez debería alejarme de ti. —La fulminé con la mirada. Estaba tan histérico en aquel momento que ni siquiera sabía lo que estaba diciendo.

     —¡No me refiero a mí! Sabes que yo no te haría nada.

     —Pues ella tampoco.

     —¿"Ella"?... —preguntó alzando una ceja, con desconfianza.

     —Ya te he dicho bastante. Ahora debo irme —dejé en claro, empezando a moverme, sin dejarla articular palabra.

Fui corriendo al hospital más cercano ya con mi forma humana. Supuse que las chicas ya habrían llamado a urgencias para entonces. Tras unos minutos llegué al edificio y pregunté en recepción si tenían allí a Rin. La recepcionista me dijo la habitación en la que se encontraba la rubia y fui de nuevo corriendo hacia esta. Abrí la puerta y encontré a todas las chicas alrededor de una camilla blanca, en la que la peli-dorado se encontraba dormida con una venda en la cabeza.

     —¡Len! ¿¡Dónde te habías metido!? —preguntó con molestia la de cabello turquesa.

     —L-lo siento... Es que me surgió algo —excusé, tocando mi flequillo nerviosamente.

     —¿Algo más importante que Rin? —formuló Miku. Para cuando iba a contestarle, la rubia abrió los ojos lentamente.

Al ver como la de cortos cabellos rubios empezaba revolverse en la cama todos nos reunimos alrededor de ella, esperando que dijera algo. La oji-celeste terminó de incorporarse y nos miró apoyando una mano en su cabeza; parecía desorientada.

     —¿Qué ha pasado? —fue lo primero que dijo.

     —Caíste colina abajo y te golpeaste con una roca en la cabeza —respondió ONE.

     —Eso explica el dolor que siento...

De pronto, un médico entró en la sala acompañado de un informe en su mano.

     —Veo que ya despertaste. Te has dado un golpe muy fuerte y te desmayaste, pero no tienes heridas graves. Es posible que tengas dolores de cabeza y mareos durante varios días —informó el profesional mientras se acomodaba las gafas—. Puedes irte a casa en cuanto te sientas mejor.

     —Gracias —respondió la que estaba en la camilla.

     —Me alegro de que no haya sido nada demasiado grave —expresé luego de que el médico se marchara.

La rubia me miró con un rostro indiferente a los ojos y tras algunos segundos analizándome, preguntó:

     —Perdona, pero, ¿quién eres?

【Paraguas】☂ RiLenWhere stories live. Discover now