Capítulo II

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Cuando Amor abrió los ojos no pudo evitar fascinarse por todo lo que había a su alrededor. Se encontró observando edificios de tres pisos y color ladrillo, bancos de madera en el césped, lagunas con hermosos cisnes nadando y árboles con preciosas hojas en tonos cálidos. Recordó una vez cuando su instructora le enseñó acerca de las estaciones, parecía que se encontraban en otoño.

Lo que más le gustó fue la gran masa de personas distribuidas en todo el lugar. La universidad, como había dicho su padre.

Era un día fresco y todos usaban camisas ligeras, algunos llevaban bufandas y el cabello metido en gorros de lana. Varias personas estaban sentadas en el césped charlando animadamente, algunas otras estaban en los bancos tomando cosas o leyendo el periódico, otros se tomaban de la mano y se besaban. Algo que llamó especialmente su atención era que la mayoría parecía ser de su edad.

Un brusco empujón la hizo salir de sus pensamientos. Instantáneamente el rostro de un chico apareció en su campo de visión.

— Lo siento mucho, ¿estás bien?

— ¿Me hablas a mí? —preguntó ella tontamente.

— Por supuesto que te hablo a ti.

El chico tenía unos grandes ojos color avellana que denotaban cierta preocupación, a Amor le parecieron unos ojos muy sinceros. Una mata de rizos color cobre le cubría la frente y las orejas. Era alto, quizás diez centímetros más que ella. Llevaba una raída camisa gris que en algunas partes estaba manchada de pintura, jeans, tenis y una mochila negra.

— Sí, estoy bien —respondió finalmente.

— Perfecto, y una vez más, lo siento mucho.

— No hay problema —murmuró, restándole importancia—. Por cierto, soy Amor.

— ¿Amor?, ¿te llamas como, ya sabes, un sentimiento?

— Sí —le respondió, arrugando un poco la nariz—, ¿hay algún problema con eso?

— ¡No, para nada! —el chico carraspeó, visiblemente alarmado. Sus mejillas instantáneamente se tiñeron de un color rosa—. Quiero decir, muy bonito y original... nunca lo había escuchado. Y pues, soy Jordan.

El chico, Jordan, le ofreció su mano y Amor la tomó.

En el momento en que sus manos se tocaron algo cambió para Amor. Le sorprendió como una carga de sentimientos parecía chocar directamente con ella. Fue un corto apretón de manos, duró menos de cinco segundos. Y a pesar de las chispas que parecían haber volado en ese corto lapso de tiempo, ninguno de los dos retiró las manos de golpe. Miró a Jordan quién parecía confundido.

— ¡Wow, lo siento! Creo que estoy lleno de electricidad, o no sé... qué haya... sido eso —balbuceó.

Amor tampoco lo sabía pero decidió ignorar el asunto y retomarlo cuando hubiera cumplido su experiencia. Estaba en la Tierra rodeada de mortales para hacer que alguien encontrara a su alma gemela, no para conocer chicos.

— Dime, ¿conoces a Amanda Noxx?

Una sonrisa inmediatamente iluminó su rostro.

— Claro, es mi mejor amiga. Me dirigía hasta donde estaba ella cuando, sin querer, choqué contigo. ¿Por qué?, ¿la buscas?

— Bueno, es que estoy de visita en la universidad —repitió cuidadosamente las palabras que había ensayado mientras el portal la consumía— y me dijeron que Amanda Noxx podría darme un recorrido por ella.

Jordan soltó una carcajada que sobresaltó momentáneamente a Amor. No se la esperaba.

— Amanda llega tarde a sus clases porque suele perderse en la universidad —explicó—. Así que dudo que ella pueda darte un recorrido. En cambio yo...

La Promesa de CupidoWhere stories live. Discover now