Capítulo 52.

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–El tiempo pasa rápido– dijo ________ mientras tomábamos el desayuno.

–Lo sé– reí –pasó una semana y lo sentí como tres días– mordí una de las facturas que Melisa junto a Daniel nos trajeron cuando vinieron a buscar a Victoria, hace aproximadamente media hora porque hoy tenía un turno con su pediatra para checar que todo esté bien.

Bebió un sorbo de café con leche –me gusta mucho la casa–.

–Es linda– miré las decoraciones, todavía no me acostumbraba mucho. –Lo bueno es que está a 15 cuadras de la playa–.

–Es algo lejos– murmuró ________.

–Para mí está bien. Otros lugares son mucho más alejados que nuestra casa y la playa. Aunque no sé por qué hablamos de esto si yo no puedo salir prácticamente–.

Sonrió –tienes razón– estiró su brazo y con la servilleta me limpió la boca.

–Gracias–.

–De nada– siguió comiendo.

–Aunque creo que es una excusa para tocarme. Soy perfecto y no debes poner excusas para tocarme, todo el mundo quiere hacerlo. Ya me acostumbré a eso–.

–Ay, cállate– rió.

–Me amas– estiré mis labios, haciendo la famosa expresión de duckface.

–No tienes ideas– dijo, y continuó comiendo las demás facturas.


Veía cómo ________ se arqueaba las pestañas, se ponía sombra y pintaba sus labios. Se había cambiado muy linda y formal: pantalón negro tiro alto, unos tacos rojos, una remera gris y una campera color crema.

–Busca mi carterita roja, por favor– habló concentrada mirando el espejo.

Hice lo que me dijo. La encontré después de revolver el pequeño armario donde tenía carteras y toallas.

La dejé sobre la cama y me senté para mirarla de nuevo –no entiendo por qué te arreglas tanto–.

–Porque así me veo más...–.

–No digas que más linda– la interrumpí de inmediato – ¿a dónde vas? –.

–Al centro– fruncí el ceño y volteó para mirarme –ya sé que no quieres pero igual iré–.

–Ay, ________– alargué su nombre, despeiné mi cabello para volver a mirarla.

–Quiero trabajar, o estudiar, hacer algo. No me gusta estar con alguien y que me mantengas–.

–Amor– traté de sonar tierno y no tan duro, porque la verdad me molestaba mucho que busque trabajo cuando yo tengo suficiente para nuestra familia, además podría hacer cursos o estudiar desde la casa online, no era necesario que se mate yendo y viniendo bajo el sol –ya sé que quieres hacer eso, pero de verdad no lo necesitas–.

–Es sólo preguntar– me sonrió y al terminar de colocarse la cadenita que le regalé, guardó algunas cosas en su cartera roja –no es que ya mismo me meteré de cabeza. Además quiero comprarte algo– me besó la mejilla –por favor, no te enojes ni te molestes–.

Suspiré y sonreí –de acuerdo. Y nos vemos–.

– ¡Nos vemos! – tomó la llave y salió dando un leve portazo. Se nota que estaba apurada.

Me recosté en la cama para tratar de relajarme y estar menos tenso. Tal vez dormir ayude un poco.

Desperté por el insistente ruido que provenía de la puerta además de unos murmullos y risitas. –Capaz que se confundieron– murmuré, y me tapé la cara con la almohada para seguir durmiendo. Pero no pararon, así que deduje que de verdad estaban tocando la puerta de mi casa.

She Will Awaken © | zm.Where stories live. Discover now