Capitulo 7: Dulces sueños princesa.

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El sonido de la puerta al abrirse hizo que mi corazón se saltara algunos latidos, me gire para observar a Eider entrar aun con su uniforme de hospital. Tenía la mandíbula apretada y los ojos más oscuros de lo normal, me miraba fijamente y tarde comprendí que seguro que veía el moretón de mi cara. Apostaba que por como dolía tenía que verse horrible.

Me tome la libertad de correr hacia él y lanzarme a sus brazos, el me atrapo al momento y me sostuvo apretada contra su pecho por mucho tiempo.

- Sube tus piernas anda- no dude un minuto en seguir su orden, me enrosqué contra el abrazándolo con mis piernas por encima de su trasero- te llévate a la cocina ¿está bien?

- Es la puerta de la izquierda- susurre contra su hombro.

Como si fuera pluma de almohadas me llevo hasta la cocina, me apoyo en la península al tiempo que habría el refrigerador, la cocina estaba igual o peor que la sala o que toda la casa si nos poníamos a ello y a pesar de que no era culpable no pude evitar sentir vergüenza.

- Lo siento- susurre cuando Eider volvió a mi lado, se hizo un lugar entre mis piernas y me observo sin decir palabra. Luego, coloco en mi mejilla izquierda una bolsa con hielo. El escozor fue terrible y solté algunas maldiciones- lo siento de nuevo.

- ¿Por qué lo sientes?

- Por haberte hecho venir, mi casa es un desastre y por las maldiciones anteriores.

- ¿te molesta que este aquí?

- No- me apresure a decir- no me molesta, al contrario, gracias por venir por mí, no quiero llamar a mis amigas pero igual tendré que hacerlo, no pienso dormir en este desastre.

- Puedes estar segura de que estaré ahí cuando me necesites, imagino que no quieres tener que explicarle a tus amigas lo que sucedió- asentí lentamente- entonces, quédate conmigo.

- ¿perdón?

- Realmente vivo muy cerca de aquí, y creo que te sentirás mejor. Además tengo algunos analgésicos para el dolor que sentirás por eso de ahí.

****

Dios si existe y se sirve de grandes personas para recordarnos que nos observa. Lo siguiente que supe, es que estaba en el coche de Eider de camino a su departamento, tenía mi bolsa en mi regazo y otra más grande en los asientos traseros que él se había molestado en empacar. Sinceramente, de lo único que tenía ganas era de darme una ducha y tirarme en una cama por una semana, pero realmente me estaba comportando como una damisela en apuros.

Y tenía mi príncipe de brillante armadura y todo.

Qué bonito, que bonito.

Efectivamente, su departamento estaba muy cerca del mío, algunos diez minutos o más. Era en un bonito bloque de apartamentos art deco, de uno de mis barrios preferidos de la ciudad, irónicamente, solía venir entre los fines de semana por aquí con mis mujeres para comer y ver las vistas. Nos recordaba mucho las casas de la ciudad colonial de nuestro país. Con sus balcones antiguos, paredes de ladrillos antiguos y farolas estilo Londres muchos años atrás.

Este chico tenía buen gusto.

El edificio tenía unas cinco plantas y nuestro destino era la última. A pasar de ser bastante grande solo tenía un departamento por nivel. Eider saludo al portero quien se apresuro a abrirnos la puerta con una cara de sorpresa esplendida. Seguro que vea mi nuevo estilo de maquillaje, cortesía de la derecha de mi primo.

El Doctor,  el ¿destino? y yoWhere stories live. Discover now