Capitulo 38: Felicidad por todos lados

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Layla .

No sabía que era peor en este momento.

Aunque a mi favor, la tenia difícil. Por un lado, estaba la mirada de muerte que me ofrecía mi adorado marido cada cinco segundos o menos y también, el dolor que me causaba la incertidumbre de no saber que ocurría con mi hermana y su bebe.

Después de una rápida reprimenda al llegar al lugar donde nos esperaban Eider y los demás, todos tomamos rumbo al hospital donde teníamos nuestra segunda casa, a pesar de no tener en las paredes nuestras fotografías y recuerdos.

Habían llevado a mary en una camilla y atravesado tantas puertas que pensé que nunca nos pararíamos, pero después de eso, fuimos detenidos y han pasado más de cinco horas desde ese momento, de ese lugar no ha salido ni siquiera un zumbido para hacernos saber que hay alguien ahí detrás.

Por supuesto, eso ganaba, sin pensarlo, la vida de ellos era más importante que la reprimenda que se que llegará una vez este sana y salva en casa y con mis enanos, pero sé que al final, y con el favor de los cielos, él entenderá mi causa, como lo ha hecho miles de veces. Aunque no lo apruebe.

Me conoció así, así tendrá que amarme. Siempre.

Punto.

Pero esa testarudez mía y orgullo odioso no duró mucho, el dolor me carcomía el alma sufriendo por mis hermanas y al final, terminé buscando refugio en sus brazos una vez más. Porque en ellos, evitaba pensar en cosas malas y esperaba, rezaba para que todo fuera bien.

Si no, no sabía que sería de nosotros.

Eider.

Un cubo de agua fría me saco de mis duros pensamientos, seguidos de unas bofetadas de mi amigo Greg. Lo fulminé con la mirada al tiempo que volvía a recordar lo que ocurría.

Mary... mi mary, estaba en peligro. No solo ella, también mi bebe y yo no podía hacer nada por ayudarlos. Tanto si quisiera o no, todo dependía ahora de mi amigo y hermano y su doctora. Al final, todos mis conocimientos y años trabajando, no me ayudaban para estar ahí para ella.

Había vuelto a fallarle, tantas eran las veces ya, que no quería ni contarlas.

Ni siquiera me dejaban estar cerca en este maldito hospital.

Seguí mirando a Greg a los ojos, buscando de alguna manera, que me dijera que ya todo estaba bien. Pero la preocupación que estos denotaban me hundió un poco más si se podía.

No había respirado bien desde la desaparición de mary, pero eso no era nada comparado con el momento en que la encontramos, uno de los rusos que las estaban ayudando la traía en brazos y con toda la delicadeza que podía tener un asesino, la depositó en mis brazos.

Supe que todo iba mal, estaba desmayada, según contaban sus amigas la había visto antes de que eso ocurriera, pero estaba demasiado delgada, su piel sedosa, estaba quebradiza y ceniza y sus hermosos labios partidos y con costras rojas...

Tenía marcas de golpes, su cabello hecho un lio y... no podía seguir. Estaba dividido entre el alivio de poder tenerla otra vez en mis brazos y el dolor de imaginar las atrocidades que debió haber pasado, por culpa mía. No la merecía, pero no podía estar si ellos...

- Hermano –dijo él, sosteniéndome la cara- te necesito aquí hermano, por favor.

- ¿Qué pasa Greg? –dije con voz entrecortada.

- Eíder, escúchame bien. Sam dice que tu mary estará bien, tiene algunas vías puestas porque no ha comido en mucho tiempo, entre otras cosas. Pero, en cuanto al bebe...

El Doctor,  el ¿destino? y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora