Capítulo 5: Un día para la reunión.

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El día sábado Ángel se despertó entre llantos, lágrimas y con una sábana enredada fuertemente en el tobillo.

Luego de superar el shock de la horrible pesadilla fue a el baño a un lado de su habitación para lavarse la cara con agua fría. Mientras se refrescaba oyó la rasposa voz de su madre gritando ¡DESAYUNO! Hermosas palabras pensó y las tripas le rugieron como un enfurecido león.

Bajó corriendo las escaleras causando un fuertísimo rechinar en las tablas se sentó en la mesa y se dispuso a devorar un festín de galletitas bajo la desconcertada mirada de sus padres.

-Tienes hambre. ¿No es así Ángel? (Pronunciaron muy coordinados)

- solo tuve una mala noche llena de pesadillas y parece que el hambre de al sueño se me quedó al despertar.

- Pobrecito mi chiquitito. (Dijo la madre como hablándole a un bebé)

- Basta mujer, ya está grande para que le hables así.

- tienes razón solo que a veces me olvido lo mucho que ha crecido.

Mientras tanto Ángel ignoró su conversación y devoró todo su desayuno.

-¿Dónde está la abuela Norma? Anoche soñé con ella. (Preguntó Ángel)

- Mama ha ido a la iglesia a rezar. La verdad no sé cómo pierde tiempo en esas cosas. (Respondió el padre)

-Muy bien entonces. Voy a ejercitarme, los amo creadores. Dijo Ángel y se fue al gimnasio en su bicicleta.


En ese momento pero en otra parte de la ciudad Inna Novikov atendía el mostrador de la herrería de su padre como trabajo de fin de semana.

Su padre le había ofrecido el trabajo más para pasar tiempo con su hija que porque necesitaba ayuda pero aun así le pagaba muy bien y a su hija no le venía mal el dinero.

Inna disfrutaba el tiempo con su padre, atender el mostrador y además le encantaba la falsa sensación de independencia al ganar un poco de dinero.

Ese día la joven muchacha atendió a una vieja mujer toda vestida de negro y con cara de bruja que entró a la tienda caminando excesivamente lento.

La señora la miró hizo una reverencia y le dijo con voz temblorosa;

-Hola hermosa ¿Qué tal tu día?

-Bien por ahora señora ¿En qué puedo ayudarla?

-Me gustaría que me hicieran el símbolo alquímico de el mercurio en bronce pulido.

La joven se extrañó con el raro pedido de la señora y le agarró un arrugado papelito con el dibujo de lo que ella quería.

-Para el martes estaría lista (dijo Inna casi tartamudeando)

-Pareces una buena chica ¿puedo hacerte un regalo? (dijo la anciana)

-Por mí no se preocupe señora estoy bien. Pero es falta de respeto en donde vengo no aceptar un obsequio así que lo tomaré.

La vieja sacó un antiguo libro en el que se leía "historia de lo paranormal. Edición Montevideo año 1953" y se lo dejo arriba del mostrador.

-Gracias señora. (Dijo por cortesía, muy extrañada por el raro obsequio de la vieja)

-De nada niña.

Esas fueron sus últimas palabras antes de cruzar la puerta. La señora nunca más fue vista.

En cuanto a Marco tuvo un sábado sin sobresaltos. Se dedicó a dormir.



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