Mercurio

Capítulo 12: Castillo.

Al día siguiente desayunaron en el bufete del hotel, Ángel estaba muy sorprendido por los bajos precios del mismo porque comparándolos con los de verano eran bajísimos. 

Debían estar a las 3 de la tarde listos para la visita guiada el castillo de Piria, antiguo centro de observación de Piria hacia su ciudad.

Luego de desayunar se dispusieron a recorrer la ciudad, la rambla rebosaba de colores pero no así de personas. En invierno el balneario era un pueblo fantasma, allí solo se encontraban sus habitantes permanentes y un lugar que en verano tenia una población de cien mil personas pasa a unas diez mil.

Ya se hacía tarde y decidieron volver al hotel para prepararse para la visita al castillo.

Recogieron unas libretas, la cámara de Inna y emprendieron  la caminata hasta el castillo.

Ya ahí, la presentadora de la visita comenzó a dar su típico discurso sobre la historia del castillo y su antiguo dueño:

-Este enigmático castillo fue ideado y construido por la misma persona que fundó esta ciudad.¿Cómo hacen los genios para nacer así de virtuosos? Personas que deslumbran la historia, con su propia historia... Ese es el caso de Francisco Piria, una persona excepcional cuya mayor obra es el haber imaginado y concretado Piriápolis, pero que también tiene muchas otras cosas que son causa y consecuencia de ello.

La historia de este castillo esta repleta de misterio al igual que la de su antiguo dueño, fantasmas, alquimia y energía son los olores de este lugar.

Ahora acompáñenme a este recorrido y por favor no se separen del grupo.

La voz de la guía se hacia cada  vez mas tenue mientras Ángel se alejaba del grupo. Él pensaba explorar solo porque le aburría que alguien le dijera que era lo que tenia que mirar.

Fue abriendo y cerrando puertas, subiendo y bajando escaleras hasta que llegó a una pequeña habitación en el ultimo piso.

Al ingresar vio unas hermosas cortinas color beige con encajes dorados que se movían con el aire marino proveniente de los ventanales abiertos. 

Entre las sombras de las telas pudo ver una figura de un hombre vestido muy elegante con un perro a su lado y se oyó el rechinar de la puerta de roble cerrando.

Ángel quiere retroceder pero su miedo se lo impide y lentamente aquel anciano se le va acercando con su perro a un lado.

-Hola Ángel, se que no me conoces pero no te alarmes solo quiero hablar.

-¿Quien es usted? (Respondió el chico con voz temblorosa)

 -Eso no importa ahora lo que importa es que yo se quien eres y que corres un gran peligro, tú y tus amigos lo corren.

-¿De que está hablando señor? Usted es un viejo loco.

-¡SÍ! Quizás estoy loco, pero la locura es solo una manifestación de la genialidad.

-¡Dígame de una vez que es lo que quiere y ábrame la puerta por él amor de dios!

-JAJAJAJAJAJA El miedo que tienes solo da a notar que sabes que no te cuida quien clamas. Si él existiera yo no estaría presente aquí hoy.

-Señor, solo está divagando, diga algo con sentido de una vez.

-Bueno, bueno, vamos al punto... Tienes que mudarte inmediatamente de tu casa, tanto tú como los que la pisen quedaran marcados. 

-Por favor señor, hágase internar en un psiquiátrico y déjeme salir de aquí.

-Por favor, 168 años en este mundo para que un proyecto de hombre me trate de loco.

Pero bueno, dicen que la locura y la genialidad tienen un amor prohibido pero aún así siempre van de la mano. Escúchame bien proyecto, tienes que irte de esa casa inmediatamente, esa casa me perteneció y desaté en ella cosas que tu débil mente nunca logrará comprender. Si no te vas de ahí los los sueños de todos los inocentes que la pisen se verán afectados y eso te incluye. ¡Mas te vale tomar esto seriamente!

Unos golpes y el chirriante sonido del picaporte distrajeron a el joven y cuando volvió a mirar no encontró rastro de el anciano o su perro.

Fueron Marco e Inna quienes lograron que las oxidadas bisagras se movieran liberando a Ángel.

Inna fue quien vio y quitó aquél amarillento papel del hombro del chico que decía con una rara rubrica "Nos veremos pronto" firmado con el mismo sello que aquella anciana le había pedido un día a la chica que su padre le forjara en la herrería.

MERCURIO.