Capítulo 9: Sueño de Inna

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Inna Novikov despertó muy somnolienta en una cama que no era la suya pero aun así parecía serle familiar. No tardó mucho para darse cuenta que esa cama era la misma en la que había estado sentada el día anterior, era la cama de Ángel.

Más temprano que tarde Inna escucho el sonido del viejo violín en el que había hecho aquella hermosa interpretación Marco. Pero ahora sonaba diferente, era un sonido más agudo que le ponía la piel de gallina como si se intentara imitar gritos de algo agonizando con el viejo instrumento de cuerda.

Un poco extrañada por la rara situación que le tocaba vivir bajó las escaleras mirando los mismos cuadros familiares que había visto el día anterior con Ángel y Marco antes de ponerse a pensar el proyecto.

Al llegar a la sala de estar pudo ver por la puerta la sombra de aquel viejo violín flotando con su arco en movimiento, conteniendo su miedo Inna juntó todas sus fuerzas para atravesar el portal que llevaba a la cocina y ver directamente lo que creyó ver atravesó de la sombra.

Cuando entró a la cocina vio encima de la mesa el viejo violín guardado en un estuche de cristal con un arrugado papel amarillento arriba de la tapa. La cordura le dijo que corriera pero la curiosidad pudo más, la chica tomó el arrugado papel en el que estaba escrito (solo corre) firmado con el mismo extraño símbolo que le había pedido la anciana en la tienda de su padre.

Sin dudarlo un segundo se dejó llevar por el miedo y se abalanzo sobre la puerta de salida. Corrió, corrió y corrió hasta caer rendida en el pavimento.

Luego de recuperar el aliento alzó la mirada y pudo divisar a lo lejos una enorme edificación similar a un castillo con una luz encendida en una de las ventanas. Caminó unos cien metros con un enorme cansancio, al llegar a la puerta notó que la misma tenía grabado aquel extraño símbolo.

Con un enorme temor y sudando frío, golpeó la puerta pero no obtuvo respuesta alguna. Ya tomando fuerzas y un poco más descansada, empujó la puerta en busca de ayuda. Ya dentro de la edificación llena de telarañas oyó nuevamente el sonido del viejo y desafinado violín. Siguiendo el sonido de la melodía, dio a parar a la habitación del segundo piso que tenía la luz encendida. Allí se encontró con un viejo regordete, vestido con un traje negro, camisa roja, luciendo un tupido bigote y portando el violín en sus manos. A un lado del anciano se encontraba un sabueso canoso. Al ver a la chica el viejo dejó el violín a un lado y le dijo –No debes estar aquí-.

Inna se despertó súbitamente por el sonido del despertador, sudando frío y con un arrugado papelito en la mano con aquel enigmático símbolo.

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