No quiero quererte...

Esperas una llamada que nunca llega...

Say

-¿Say? -pregunta y suena confusa al no esperarse mi llamada. Sonrío inconscientemente por la broma que le he hecho y me muerdo el labio para evitar que esa sonrisa se haga más grande.

"Vigila donde te metes" me repito mentalmente antes de abrir de nuevo la boca. "Ves con pies de plomo antes de acabar todavía más roto" me digo sabiendo que es así como puede acabar todo. 

-El mismo -digo confirmándole que soy yo. Cojo el cigarrillo que está apoyado en el cenicero y me lo acerco a los labios- ¿Entonces necesitas una mano?

-Ya he tenido dos que me han ayudado lo suficiente así que no te preocupes -me dice y frunzo el ceño, ¿está con alguien? Me pregunto aunque realmente ni me importa.

-Vaya, no te veía siendo así -digo intentando picarla.

-Me refería a mis manos cacho de gilipollas -me aclara riendo y acabo imitándola- ¿Acaso tú no te has duchado nunca con una de tus chicas? 

-La verdad es que no -confieso echando el humo del cigarro- ¿Por qué debería?

-No lo sé -suena confusa y sonrío- No veo que sea nada raro.

-Raro no lo es -pienso en voz alta- pero es algo muy íntimo -le digo sincero.

-También lo es acostarse con alguien y seguro que lo haces -me reta y sonrío.

-Claro, ¿por qué no iba a hacerlo? -digo haciéndola reír- Es algo necesario. 

-Sí -susurra- Es algo necesario pero no te veía como el típico que las llama y luego las echa.

-Es lo que hay -le digo sin más. Sonrío deseando poder ver su cara en estos momentos porque seguro que acaba de rodar los ojos como todas aquellas veces que le digo algo que le fastidia- ¿Acaso tú no lo has hecho? -le pregunto intrigado y la escucho reír. Apago el cigarrillo en el cenicero y levanto los pies para apoyarlos en la mesa que tengo en la terraza. Se está genial aquí fuera en el balcón.

-Claro que no -dice sonando ofendida- No sé tú pero yo no me acuesto con cualquiera. 

-¿Ni conmigo? -digo picándola y la escucho reír.

-No me creo que estemos hablando de esto -dice en apenas un susurro y sonrío- ¿Para qué me llamabas?

-¡Oye! -me quejo como un niño pequeño- ¡Yo quiero mi respuesta! -digo haciéndola reír- ¿Por cierto te has vestido ya? -le pregunto al saber que la he hecho salir de la ducha; me gano un silencio sepulcral desde la otra línea y no me hace falta una respuesta. Me río sabiendo que soy un cabroncete por sacarla constantemente de quicio pero al final hasta me gusta hacerlo- ¿Tampoco necesitas ayuda con eso? -le pregunto divertido.

-Soy más de pedir ayuda para que me la quiten -dice dejándome sin aliento- La ropa digo -dice explicándose y sonrío. 

-Vaya, ¿donde decías que vives? -pregunto haciéndola reír.

-Vete a la mierda -dice sin más y me río yo también- ¿Me llamas por lo de la moto? -pregunta curiosa.

-Sí -digo sin más- Había pensado en tu oferta y voy a hacerte caso.

-Me parece genial -dice sonando feliz- Mira, mañana al salir de clase si no tienes ningún plan vamos al taller del novio de mi madre y que nos acompañe a recoger la moto y que la mire a ver que le pasa.

-¿Y para pagarla? -pregunto dudoso.

-Cuando me diga lo que pueda costar yo lo pagaré y... -la interrumpo.

-No pienso dejar que lo hagas -digo sin más.

-Mira Saymond -dice poniéndose seria- Yo se la pago y tú me lo vas dando a mi poco a poco -me explica-, no tengo prisa por que me devuelvas el dinero y no es lo mismo soltarlo todo de golpe que poco a poco cuando tú puedas.