Capítulo 5: Mañana en el parque

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    —Déjalo ya, por el amor de Cristo bendito —le espeté a Theodore sacada de quicio, volviendo a poner el CD de Coldplay a sonar en el increíble auto que me encontraba conduciendo.

Nos dirigíamos al parque que me llevaba el GPS. Les digo, no fue fácil convencer a Theo de venir con nosotros, pero logré hacer un trato con él; aceptaría venir si lo dejaba tranquilo durante el resto del día, no lo molestaría más, ni invadiría su burbuja de idiotez... y créanme, no fue difícil aceptar sus condiciones. El trato era un ganar-ganar, sin duda.

Sin embargo, Theo se había comprometido a dificultarme el paseo, desde que salimos de la casa buscaba cualquier cosa para joderme. Como justo ahora, que nos encontrábamos teniendo una batalla debido nuestros diferentes gustos musicales. Él quería escuchar un maratón de AC/DC en la radio, y yo quería escuchar a mi banda favorita Coldplay. Evan simplemente se quedaba observándonos en silencio en la parte de atrás.

—El auto no es tuyo, es prácticamente mío, así que puedo poner lo que me dé la gana —sentenció el ogro, apretando un botón que apagó la voz de Chris Martin en Paradise y mis oídos comenzaron a palpitar al escuchar Back in Black.

No era que no me gustaba la banda de rock, era sólo muy temprano para tanto bullicio.

Gruñí en voz alta, girando el volante hacia donde el GPS indicó, la repentina voz de una mujer diciéndome "Ha llegado a su destino" me sobresaltó y oculté mi torpeza antes de que mi copiloto se percatara.

El lugar no era tan grande, pero a juzgar de las personas tan imposiblemente perfectas y forzosamente elegantes para un simple patio de juego, deduje que no cualquiera podía venir aquí. No bromeo, creo haber visto más de un par de bolsos Chanel y zapatos Gucci mientras buscábamos una banca donde poder sentarnos.

—¿Ya puedo ir a jugar? Mi amigo Billy me está esperando —me preguntó la vocecita de Evan, jalando de mi blusa para que lo mirara.

Me agaché hasta quedar a su nivel y mirarlo a sus lindos ojos.

—Puedes ir, pero ten cuidado. Si necesitas algo búscame, ¿de acuerdo? No te vayas muy lejos, no quiero perderte de vista. —Me sentí como una sobreprotectora madre e intenté ignorar esa pequeña sensación de saber si Theodore había escuchado eso.

Honestamente, no me sorprendería si se molestara por tratar tan bien a su hermano.

—Está bien. —El niño me sonrió radiante, antes de acercarse por un sorpresivo beso en la mejilla y salir corriendo hacia los demás niños.

Era toda una dulzura, no me cansaría de decirlo.

Me senté junto al detestable ogro en la banca de madera. Él ahora tenía puestos sus audífonos con el volumen tan alto que hasta yo podía escuchar la poderosa voz de Axel Rose cantando Welcome to the Jungle.

Pasaron algunos minutos en los cuales nos limitábamos a estar callados. Theodore seguía en su mundo de Guns N' Roses y yo procuraba seguir con mis ojos cada movimiento que Evan daba. Sentía que estaba siendo tal vez demasiado paranoica, pero en verdad no quería perderlo de vista.

Sacudí mi repentino estado de sobreprotección e intenté distraerme con algo más. Saqué mi teléfono y lo revisé. Cero llamadas sin contestar de Alice. Cero mensajes de texto. Cero de mensajes de voz. Genial, mi madre al parecer se había olvidado de mi existencia o estaba demasiado enojada por dejarla que ahora no me hablaba. Cualquiera de los escenarios hacía que se me apretara el corazón.

Siempre había estado clara en que nuestra relación estaba lejos de ser convencional y tradicional; que no éramos la madre e hija que van al centro comercial de compras y hornean galletas juntas. No obstante, su actitud muchas veces seguía afectándome, como si los años nunca hubiesen avanzado y yo continuara siendo aquella niña esperanzada, aquella que esperaba algo más de su madre; apoyo, protección y seguridad. Eso que nunca tuve al crecer. Y para este punto, nunca iba a tener.

Your eyes ©Where stories live. Discover now