Capítulo 7: Las paredes que se derriban

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Los domingos eran mis días libres de trabajo de niñera.

William no se presentaba en la oficina de su empresa, así que podría pasar el día con Evan y Theodore, y yo podía salir o hacer lo que quisiera. ¿Aunque para qué salir si estás en un paraíso de hogar?

Oficialmente, era mi segunda semana aquí y Alice aún no me había llamado para preguntar cómo estaba. En cierto modo, me afectaba el hecho de su indiferencia, pero no sería la primera vez que se enojaba conmigo hasta este punto.

Quería poder invitar a Bess aquí para pasar el rato, pero ella se encontraba vacacionando en Malibú con su familia y no regresaría hasta dentro de una semana, por lo que la opción de juntarme con ella quedaba descartada. Mis amistades se reducían... a ella.

Entonces, no pude negarme cuando el señor Patterson me invitó a pasar el día con los chicos en la piscina. De acuerdo, llevaba aguantándome la tentación de un chapuzón desde que llegué aquí. Un chapuzón que no incluyera pasar la vergüenza del siglo por haber asumido que Evan no sabía nadar.

Me coloqué un traje de baño que Bess me regaló en mi cumpleaños número diecisiete. Hasta ahora, nunca había tenido la oportunidad de usarlo. Bueno, no era eso, era sólo que en el momento en que lo vi, lo enterré en mi armario porque sabía que nunca me atrevería a usar algo tan revelador. Era sin tirantes y de muchos colores vivos, la panti... diminuta y a los contados dejaba descubierta parte de mis caderas.

No me atrevía a usarlo hasta hoy.

Estaba lejos de casa, lejos de las miradas burlonas de las personas que me llamaban Nerdoneitor. La casa de los Patterson se había convertido en mi lugar seguro en poco tiempo. Theodore incluido.

La vocecita de Bess en nuestra última conversación estaba atormentándome desde hace ya días. Sí, la conversación sobre Theo.

Había estado evitando darle vueltas al asunto, pero de alguna u otra forma, siempre terminaba pensando en él. Terminaba pensando en el increíble color de sus ojos. En su excelente habilidad para sumergirse en su propio mundo y bloquear lo de su alrededor. En cómo me había percatado de que cada vez que se reía, bajaba la cabeza, como si quisiese ocultar que algo le divertía. En que sus labios siempre lucían hidratados y rosados...

—¡Scarlett! ¡Viniste! —me saludó Evan desde la piscina, donde estaba junto a su padre jugando.

Sacudí la cabeza. <<Oh, Dios, ¿qué son esos pensamientos, Scar?>>.

—¿Qué tal, Scarlett? —Lo siguió el señor Patterson, dándome una amplia sonrisa. Su cabello estaba todo mojado y alborotado, haciéndolo lucir más joven—. ¿Te nos unes?

—En un momento, tomaré el sol un rato —dije, caminando hacia la silla desocupada que se encontraba junto a la de Theodore.

No me terminaría de acostumbrar a verlo sin camisa, definitivamente.

—Creí que eras un vampiro y no salías al sol —me burlé mientras me quitaba el vestido que llevaba puesto.

Escuché un chiflido de piropo y me volví hacia la piscina un poco desconcertada. Evan se estaba revolcando de risa encima de su salvavidas en forma de tortuga. Que niño tan atrevidamente adorable.

—¿No crees que necesito un bronceado ya? —habló el ogro en tono frívolo, señalando su tonificado torso.

Rodé los ojos, sonrojándome sin poderlo evitar.

—No te responderé eso. —Me limité a decirle, tomando asiento y recordando algo muy importante antes de tumbarme a tomar el sol. Protección—. Eh, ¿tienes bloqueador solar?

Your eyes ©Where stories live. Discover now