Capítulo 1-La mansión donde nadie debería entrar.../La nación del sol naciente

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Buscaba que el aire llenará sus pulmones y que su mente recomponíera todo lo que pasaba, apoyada su espalda en la pared. Finalmente había tenido que desenvainar se katana, enfrentado directamente a aquel ser. Había conseguido cruzarle todo el torso, salpicando todo con la sangre de aquello, incluido él, ya que empezó a retorcerse. En ese instante, el enemigo se encontraba inmóvil en el suelo, en medio de un enorme charco de sangre.

Se incorporó, algo más tranquilo, sacudiendo repetidamente su arma, limpiando el filo de aquella inmunda sangre. Con desagrado, Japón bufó.

-Ha sido un largo tiempo desde la última vez que vi sangre

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-Ha sido un largo tiempo desde la última vez que vi sangre... Ese aroma dulce en el aire...-decía con mirada inexpresiva, estirando la manga de la chaqueta, pasándosela por el rostro sin apartar la mirada de aquel ser, sintiéndose realmente molesto por todo aquello. Se consideraba hombre de paz, pero si debía luchar, lo haría sin dudas.-He estado en brazos de esa hermosa paz desde hace tanto...-musitó, rodeando con fuerza la empuñadura de su katana, pues algo le decía que aquello no podía haber acabado tan rápido. ¡Era obvio que lucharía! Lo haría para poder mantener esa paz que tanto le había costado obtener.-Había olvidado que se sentía al invitar a mi arma a salir de su vaina y luchar...-susurró, bajando la vista hacia esta, moviéndola hasta que vió sus ojos reflejados en el filo. Recuperó su dignidad, enderezándose del todo, mirando con disgusto a aquel ser, reflejándose en su mirada oscura la seguridad y autoridad tan propias en él, sabiéndose fuerte y sabio por todos los años que recaían sobre sus hombros, tantos sueños y anhelos. No, estaba decidido, nadie le arrebataría ni su paz ni a sus amigos.- Hace tanto desde la última vez que luché como una NACIÓN...-

Pasó junto aquel ser inmóvil, encaminándose a la puerta. Se detuvo delante de esta, buscando la llave en sus bolsillos, quedando sorprendido al no encontrarla. Miró alrededor angustiado, no viéndola. ¿La abría perdido al enfrentarse contra aquel extraño enemigo? Pero antes que pudiera ponerse a buscarla, algo lo empujó con fuerza contra la pared, golpeándose el hombro. Por inercia, Japón se giró, la empuñadura cogida con fuerza entre sus manos, haciendo que la katana se enterrará en el cuerpo de su enemigo, quedándose estupefacto al verlo de pie. ¡Aquello no era posible!

Sin miramientos, retorció la katana dentro de aquel cuerpo, entre los alaridos de aquel ser, para luego, rasgar hacia fuera, produciendo un nuevo derramamiento de sangre, quedando aquello a sus pies postrado, respirando con cierto alivio, pero este finalizó pronto. El terror se apoderó de él, empezando a temblar descontroladamente, abriendo sus ojos a la máxima expresión, respirando entrecortadamente. Dio varios pasos hacia atrás, chocando con la pared.

Aquel ser lanzó un aullido gutural, poniéndose de nuevo en pie, sanando sus heridas, no quedando ni si quiera la cicatriz, aproximándose a Japón, mostrándole los dientes en una brutal sonrisa.

"C-calma-te-te... Pi-piensa... ¡Japón, piensa!", se obligó mentalmente el oriental, luchando por hacerse dueño de sus emociones, sabiendo que si perdía las riendas de sí mismo estaría todo perdido. Empezó a mirar a su alrededor, buscando una salida, una solución. Repentinamente vio, de reojo, un leve brillo metálico. Suspiró: allí tenía su respuesta... ¡Era la llave!

Girando sobre sus talones, se lanzó a la carrera en pos de lo único que podía liberarlo, mientras aquello, repuesto, se encaramó en la librería.

Japón alcanzó la llave con enorme alegría y se iba a disponer a salir corriendo hacia la puerta, cuando aquello cayó delante de él, frenándolo en seco. Miró hacia atrás, pero se encontraba en un callejón sin salida. Suspiró, frunciendo el ceño... ¿Fin de partida?

"¡Nunca!", pensó para sí el japonés.

Una idea irrumpió en su mente, mirando con decisión a aquel ser. Sólo veía una opción, aunque estaba entre la locura y el suicidio. Tomó aire, concentrándose, viendo como aquel ser se acercaba a él, gruñendo. Despacio envainó su katana, no perdiendo ojo a los movimientos de aquello.

De pronto, aquel ser se posicionó, para abalanzarse sobre él.

-¡Ahora o nunca!-gritó el nipón, echando a correr hacia su enemigo.-

Justo en ese instante el ser se elevó levemente, pero le fue imposible corregir su trayectoria, mientras Japón se dejaba caer al suelo, aprovechando aquel error, deslizándose por debajo de él. Sin perder tiempo, sin volverse a ver, haciendo oídos sordos al golpe que se había oído tras de sí y el alarido de rabia del ser, salió a la carrera hacia la puerta. Sólo tenía aquella oportunidad y no la iba a desaprovechar.

Llegó ante la puerta, introdujo la llave, girándola a toda prisa, abriéndola, saliendo precipitadamente al pasillo, cerrándola detrás de él. Agarró con firmeza el pomo de la puerta, notando como algo había chocado brutalmente contra ella. Hubo un par de golpes, pero luego todo cesó, quedando el pasillo en silencio.

Aliviado, se dejó caer por la madera, quedando sentado, tomando aire frenéticamente, pensando que su corazón iba a salirse de su pecho de un momento a otro. Los músculos le dolían por la tensión acumulada. Fue entonces cuando un sudor frío recubrió cada centímetro de su cuerpo, temblando sin control. Despacio, se replegó sobre sí mismo, rodeándose las rodillas, apoyando la frente en estás, reponiéndose aún.

Fue entonces cuando la imagen de Alemania cruzó por su mente, golpeándole cruelmente, maldiciéndose a sí mismo... ¿Fue por eso?

"Ahora comprendo... ¿Está fue la sensación que tuvo Doitsu? ¿Fue eso lo que lo dejo en ese lamentable estado? Sorprendido... Asustado... Impotente... Y culpable por no ser capaz de protegerlos con sus manos... ¿Fue eso, Doitsu?"

Algo dentro de japonés empezó a removerse. Poco a poco volvió a ponerse en pie, girándose hacia la puerta, mirándola con enorme aplomo. No había vuelta atrás posible. No iba a permitirse ver a ninguno de sus amigos en las condiciones en las que había visto al alemán. Había tomado una decisión irrevocable, desenvainando de nuevo su arma, introduciendo de nuevo la llave en la cerradura, sin temor, con calma.

Estaba decidido a protegerlos, no importándole el precio.

-¡Pienso acabar con él!-
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¡Buenas de nuevo! ¡Al fin! Primer capítulo íntegro... Bueno... Espero que guste, espero que os animéis a comentar lo que os plazca y, sobre todo, espero que lo disfrutéis, aunque, buenooo, disfrutar Hetaoni es complicado...

Sehen sie! (Nos vemos!)

HetaoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora