Capítulo 10- Sangre/ Ya no es sólo Japón...

696 29 30
                                    

Después de estar hablando, o discutiendo, ya que América e Inglaterra empezaron a atacarse el uno al otro, teniendo que intervenir Canadá y Japón, mientras el ruso se divertía viéndolos pelear, el grupo decidió empezar por el último piso e ir bajando, revisando así cada una de las estancias de los diferentes pisos. Pero en ese instante, mientras iban subiendo por las escaleras, el nipón empezó a tener la sensación de que se había olvidado de algo, la cual se hizo más persistente al llegar a la última planta. En ese momento, sorprendido de su lamentable memoria, se palmeó la frente. Bajo la atónita mirada del grupo, empezó a subir los últimos escalones de dos en dos, saliendo corriendo a continuación, perdiéndose de la vista de todos. El resto se miraron, sorprendidos, para correr tras él al tiempo que lo llamaban, temiéndose un nuevo ataque. Cuando llegaron al replano, vieron como el japonés giraba el pomo de la puerta que quedaba a su derecha, conteniendo el aliento. Inglaterra, al ver que nadie reaccionaba, corrió hasta Japón, alcanzandolo, pasando a frenarlo, tomando el pomo y cerrando la puerta de un tirón, colocándose entre el oriental y esta, mirándolo asustado, creyendo que su amigo se había vuelto loco del todo.

-¿Dónde crees que vas?-

-Me olvidé... Me olvidé por completo...-murmuró Japón, no apartando la mirada de la puerta.-Se lo prometí...-

-¿Qué olvidaste y qué prometiste?-preguntó América aproximándose a ellos, seguido de cerca por su hermano y el ruso.-

-Y lo más importante... ¿A quién le hiciste una promesa?-inquirió Inglaterra, cruzando los brazos.-¡No hay nadie más en este condenado sitio!-

-Si lo hay, Igirisu-san. Se lo prometí a un mochi.-

-¿Un mochi?Perdona mi ignorancia, pero... ¿Qué es?-intervino Rusia.-

-Ahora se lo mostraré... ¿Me permite, Igirisu-san?-

El inglés miró a Japón con una ceja elevada, sopesando todas las posibilidades. Después de unos segundos, suspiró, apartándose de la puerta, permitiendo la entrada al oriental, el cual abrió la puerta de la estancia sin miedo alguno y sin darse cuenta de que América quitaba el seguro de su arma, al tiempo que Rusia dejaba que el filo de su extraña arma refulgiera bajo las luces de aquel rellano.

Sin dudar, Japón encendió la luz, dirigiendo sus pasos hacia aquella estantería que había apartado el alemán, pasando a acuclillarse ante aquel pequeño ser esponjoso y blanco, el cual miraba entre temeroso y curioso a aquellas personas que entraban en la estancia.

-¿Hablabas de esa cosa regordeta?-preguntó Rusia detrás de Japón, quien recuperaba la verticalidad en ese instante, asintiendo en silencio. El eslavo se quitó uno de sus guantes, alargó la mano, acariciando el moflete del mochi, el cual se removió bajo su tacto. Sin poderlo evitar, aquel gigante de ojos amatistas sonrió tiernamente, apartando la mano.-Resulta graciosa... Pero tengo la extraña sensación de que se parece a alguien.-

Sin añadir nada más se volvió hacía la derecha, observando al mayor de los norteamericanos, el cual se encontraba lleno de entusiasmo al haber encontrado aquel ser totalmente extraño para él. Lo divertido del asunto es que ambos se miraban con un singular brillo en sus ojos, curiosamente en ambos casos, azules. Canadá, el cual contemplaba al mochi apoyado en la pared, lo observó con perplejidad.

-¿Por qué nos mira de esa manera?-quiso saber el pequeño de los norteamericanos, recibiendo un encogimiento de hombros colectivo.-D'accord...¿Querrá que lo ayudemos? Parece que está atascado...-

-Seguramente, bro.-contestó, mirando por encima de su hombro a su hermano gemelo, poniéndose en pie a continuación.-Tenéis que reconocerme que esta criatura es fantastica... Parece incluso que nos entiende. ¿Será inteligente?-

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 07, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

HetaoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora