El Retrato

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Cierto apacible atardecer se reunieron varios vecinos en la granja de un de ellos, para beber rubia cerveza y hablar de cosas pasadas y presentes.

De pronto, uno de los campesinos exclamó:

-¿De dónde has sacado ese cuadro?

Y señaló a uno que colgaba de la pared. El cuadro era muy viejo, las grietas surcaban el lienzo y la pintura casi había desaparecido. A pesar de esto, se adivinaba allí retratados aun hombre y a una mujer de edad avanzada.

-No estoy muy seguro- contestó el dueño de la granja- Creo que vino con otros objetos procedentes de una subasta.

Uno de los niños que jugaba en el suelo se quedó inmóvil y preguntó con asombro:

-¿De una subasta? ¿Y quiénes son ese señor y esa señora?

-Nunca lo he sabido- dijo el dueño.

El niño se acercó al cuadro y comenzó a examinarlo.

-Aquí se lee, muy borroso, el nombre de Tomás, y a continuación la letra M. Algo más abajo el nombre de Julia.

Al oír aquello, un anciano que estaba dormitando en una esquina exclamó de pronto:

 -¿Has dicho Tomás y Julia? ¡No me explico como no hemos caído antes en la cuenta! ¡Pero si se trata de Tomás Millán y de su mujer! Aún me parece estar viéndoles...

-¿Los conoció usted?- preguntó el niño.

-¿Qué si los conocí, dices?- prosiguió el anciano- Componían el matrimonio más viejo de la ciudad y todos les querían por lo buenos que eran. A pesar de ser ricos, no eran nada orgullosos, y llevaban una vida muy sencilla.

-¿Cuál era su casa?- quiso saber el niño.

- La más bonita que todavía se puede ver en la plaza. Yo disfrutaba mucho viéndoles muy limpios, aseados y sonriendo a todo el mundo, sentados a la puerta del edificio, repartiendo cariñosos saludos. ¡Y nadie como ellos para hacer obras de caridad! Su casa era el punto de cita de todos los pobres y necesitados.

Sus palabras eran escuchadas con verdadero interés por cuantos allí se encontraban, pero el que más atención ponía era el niño. El anciano continuó:

-Julia y Tomás se conocieron desde muy niños. Luego se casaron y nunca dejaron de quererse. Su matrimonio fue ejemplar. ¡Ah! Se me olvidaba lo más interesante...Un día llegó un famoso pintor para hacerles un retrato, y no hay duda de que es ese que ahora cuelga de esa pared. ¡Qué casualidad!

-¿Quién heredó sus bienes?- preguntaron algunos.

-Como no tenían parientes, los donaron para fines benéficos.

-¿Y cómo es que nadie se preocupó del cuadro?- se interesó el niño.

-Seguramente quedó arrinconado con algunos muebles viejos- explicó el anciano- y, al cabo de mucho tiempo, con motivo de algunas reformas que se llevaron a efecto en la casa, el administrador decidió sacarlo  todo a subasta.

El anciano suspiró y dijo suavemente:

-¡Pero el mundo todo lo olvida! A pesar del cuadro, Julia y Tomás también están olvidados.

El viejo calló y se encogió en su silla, como si se dispusiera a dormir, y entonces sus oyentes comenzaron a hacer comentarios sobre lo escuchado. El único que salió de la habitación fue el niño curioso.

Era de noche y la blanca luna brillaba arriba en el cielo. El chiquillo se sentía muy impresionado por cuanto acababa de escuchar. Le parecía tan hermoso que no comprendía como el generoso matrimonio había sido olvidado te pronto.

- Es imposible que las cosas sucedan de ese modo- se dijo.

Elevó la mirada y le pareció ver que desde el firmamento las estrellas le hacían guiños.

-"El mundo todo lo olvida"- le pareció estar de nuevo oyendo al anciano- "Tomás y Julia están olvidados".

En ese momento sintió un estremecimiento cuando alguien le dio un beso en la frente y le susurró al oído:

-Recuerda siempre, hijo mío, la historia del anciano. No tengas miedo. Sólo he venido a decirte que tu inocencia merece que te anuncie que las palabras del anciano se escribirán en páginas de oro, para que las generaciones futuras las admiren. Un inspirado poeta se acordará de Julia y Tomás para escribir el más hermoso poema, y el mundo jamás los olvidará. Porque la belleza y la bondad jamás pueden ser olvidadas; viven en el corazón de las gentes y luego son alabadas en brillantes poemas. Recuerda siempre el retrato de Julia y Tomás, hijo mío.

El niño estaba estupefacto cuando la voz dejó de sonar...


Mis cuentos de HadasWhere stories live. Discover now