Capitulo 8- Santo Domingo

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Capítulo 8

Santo Domingo

Llegamos al fin a la ciudad capital de la isla y rápidamente me puse, como Don Carlos en comunicación con las personas para las que nos habían facilitado cartas nuestros amigos de la hacienda donde estuvimos. Nos atendieron fabulosamente y nos facilitaron el asentarnos en una casa, de alquiler y después de unos días y de montar un rápido negocio de tipo comercial, que justificara nuestra presencia en la ciudad, compré una de las mejores mansiones de toda la ciudad.

El dinero y la fama de rico comerciante, se extendió rápidamente por todo Santo Domingo, y yo era invitado a infinidad de fiestas y reuniones donde se reunía lo más selecto de la ciudad, siempre acudía a ellas con gran precaución de asegurarme que nadie me conocía físicamente por mi antiguo y verdadero apellido y título, y de esta manera conocí a todos los nobles, dignatarios y personas importantes de aquella isla, empezando por el gobernador.

En alguna de aquellas reuniones se habló de los Calatrava y de la desgracia que afectó a la familia con la muerte del anterior duque en la tempestad en que perdió la vida ahogado. Ahora el duque actual Francís, tenía su residencia en la Habana y hacía negocios en toda la zona del Caribe, muchos de mis nuevos amigos le conocían y hablaban de él como un hombre algo despótico pero muy rico y temido por sus competidores, pronto yo con mi nuevo nombre Don Carlos Martín fui uno de ellos y me dediqué insistentemente en hacerle la vida difícil y en arruinar todos sus intentos de negocio donde yo podía intervenir, esto me divertía sobremanera, pensando el odio que debía estar tomándome, sin saber que ese era sólo el principio de mi venganza.

Mi vida por lo demás era muy agradable, vivía en una casa preciosa, con bellos jardines, vistas al mar, y mis amigos que disfrutaban de todo conmigo, pues quitando el ir a las recepciones y fiestas como mis iguales, todo lo demás lo compartían.

Venus era muy hogareña y poco amiga de salir de casa, si no era para irnos todos a otra gran finca que compré en las afueras de la ciudad, colindante con una playa donde nos habíamos hecho subir nuestro barco de juncos con el que disfrutábamos de unas inolvidables jornadas de pesca, y navegación ante la perplejidad de los pocos amigos que en realidad lo eran dentro de aquella extraña sociedad.

Fred practicaba la medicina en un hospital de beneficencia regentado por unas monjitas, aquello le permitía sentirse útil y feliz, ademas de que estaba enamorado en secreto de una de las monjas, sufriendo en silencio sus sentimientos sin atreverse a confesárselos a su amada, contra los consejos que todos le dábamos.

Nue era un hombre libre, mediante un documento oficial que firmé ante el gobernador, que aunque extrañado, aceptó el hecho reconociendo lo mucho que yo le había comentado había hecho por mi. Escribía sin parar cartas a su amada Bousa, que intentaba enviar a Senegal por todos los medios posibles, utilizando a los mismos barcos negreros que venían de aquellas latitudes , prometiendo una suculenta recompensa a aquel que le trajera noticias de ella de vuelta.

El gobernador de la ciudad, era o intentaba ser un hombre justo y presumía ser amigo mío, aunque él era de noble cuna, pues el rey de España había concedido a su abuelo el título de Marqués de la Ensenada por la férrea defensa que había ejercido contra los franceses de la ciudad, en el año 1658, cosa que le costó un ojo y muchos hombres, y pensaba que yo sólo era simplemente un comerciante rico.

Pues bien como digo el gobernador me tenía en muy alta estima y era uno de los pocos hombres con los que me gustaba departir, una vez me preguntó

- Don Carlos Ud . que ha recorrido medio mundo y conoce a tanta gente, que opinión le merece el duque de Calatrava-

Me cogió desprevenido pero aún así le contesté

- Querido amigo, me gustaría poder satisfacerle con mi respuesta, pero a este duque no lo conozco personalmente y no puedo emitir de él ninguna opinión directa, no así del difunto duque su tío, al que conocí perfectamente en España y del que me honré de ser un gran amigo. Él era un gran hombre, muy justo y muy querido por los suyos - y le conté alguna de las anécdotas verdaderas que me habían ocurrido.

-Pues bien, Don Carlos - continuó diciendo - el duque de Calatrava me ha anunciado su próxima visita, acompañado de sus parientes más cercanos -

La noticia por inesperada me cogió de sorpresa y no supe reaccionar a tiempo,así que siguió diciéndome

- Espero Don Carlos contar con su inestimable ayuda en la fiesta de bienvenida que pienso dar en su honor, y más ahora que sé que Ud. fue un gran amigo de su difunto tío.-

Os podéis imaginar mi estupefacción y mi asombro pero contesté amablemente

- No dudéis Sr. que estaré allí y para el duque será una gran sorpresa-

Mensaje en una BotellaWhere stories live. Discover now