3. De camino a casa

267 39 6
                                    

"Siguiendo la música
y los buenos ratos en la noche,
pero cuando las luces se apagan,
solo somos tú y yo...".

Por supuesto esa tarde regresamos corriendo a nuestros hogares —porque si hubiéramos andado en las bicis sobre un terreno como ese, probablemente no lo habríamos contado—, pero no fue sino hasta que el cielo ya comenzaba a teñirse de aquel anaranjado tan característico del atardecer que nos encontramos riendo entre las casas del vecindario de Matt.

Como ya había dicho, esos eran tiempos diferentes, tiempos en los que dos niños podían estar solos en las calles de su vecindario sin que corrieran peligro de algo. De hecho, en ese entonces el mayor peligro para nosotros hubiera sido que el perro de los Morgan saliera a perseguirnos cuando fuéramos a pasar frente a su jardín. Para mi suerte no ocurrió tal desgracia, porque con lo cansado que estaba después de haber caminado todo ese día lo más probable habría sido que, tan pronto como nos echásemos a correr, mis piernas cedieran por el cansancio provocando que el pavimento de la calle tuviera una muy linda marca de mi rostro grabada en él. Y eso si no me rompía todos los dientes por la caída.

Pero yo seguía con mi rostro y todos mis dientes intactos, aunque no podía decir lo mismo por Matt quien parecía haber estado algo decaído desde nuestra pequeña charla en aquel muelle.

Eso me molestaba. Se suponía que era yo el que se preocupaba la mayor parte del tiempo mientras que Matt se encargaba de levantarme el ánimo con sus ocurrencias —o de preocuparme aún más con sus ideas, lo cual volvía sus intentos de apoyo algo contraproducentes—. Pero no estaba acostumbrado a algo como lo que estaba pasando en nuestro regreso.

No sabía como lidiar con Matt en ese estado, puesto que casi nunca lo veía ponerse triste o decaído por alguna razón. Pensar en eso me hizo caer en la cuenta de lo raro que era, ya que aún conociéndolo desde hace tanto, eran contadas las veces que había sido yo el que tuviera que portar el rol de pilar emocional.

En ese entonces no me preocupó mucho, era ingenuo, ¿qué podía hacer? Para mi Matt siempre había sido invencible, como un superhéroe. Él siempre estaba allí para mí cuando lo necesitaba y siempre se veía tan valiente y entusiasmado, era muy difícil para mi imaginarme que él también podría tener que soportar mucho dolor en su interior.

Ese es el problema de las personas que siempre sonríen, como Matt. Es muy difícil imaginarte que alguien que sonríe puede estar pasando por algo difícil, pero cualquiera puede fingir una sonrisa, cualquiera puede fingir calma cuando su mundo se está derrumbando por dentro.

Por supuesto, yo era demasiado pequeño como para darme cuenta de ello, pero aún así quería verlo sonreír en ese entonces. Fue por eso que, aprovechando que el suelo ya se había estabilizado, lo reté a una carrera de bicicletas.

Al principio no pareció muy entusiasmado con la idea. Solo esbozó una pequeña sonrisa y asintió apenas cuando se lo propuse. Pero no importaba, porque yo sabía como provocarle para que recuperara su espíritu.

—Entonces te ganaré, ya te digo —afirmé confiado subiendo a mi bicicleta —¡Y entonces me deberás un helado!

Cuando escuchó aquel reto volvió a sus ojos aquella chispa que era solo suya y no tardó en sonreír con malicia en respuesta. Esa chispa, era todo lo que necesitaba para saber que lo tenía de vuelta. Esa chispa que había visto tantas veces en sus ojos café y que siempre había envidiado. Era una chispa de entusiasmo, de esas que tienes cuando sabes que quieres algo y vas a por ello con todas tus fuerzas.

Yo no tenía tal chispa, después de todo siempre estaba asustado y preocupado por todo. Pero si se trataba de Matt, no me importaba hacer a un lado al miedo aunque sea por un instante. No si se trataba de mi mejor amigo.

Wild | Saga Blue Neighbourhood [#1]Where stories live. Discover now