Capitulo 4

78 2 0
                                    

Pero no, era imposible. ¿Qué más le daría a Justin si cambiaba de trabajo? Ella sólo era una empleada más-. ¿Tienes familia en Londres? -añadió cambiando de conversación.

-Ya no. Mis padres se fueron a Australia hace año y medio -______ suspiró-. Mi hermano, Peter, y su mujer, Karrie, viven en Sidney.

-¿Qué los ha llevado a marcharse al otro extremo del mundo? -preguntó Justin, recostado contra el borde de la mesa.

-Peter. Está casado con una australiana y le ofrecieron un puesto de profesor en una universidad muy prestigiosa. Es un matemático eminente -______ resopló-. No como yo, que nunca aprobaba el cálculo en el colegio.

-Hay cosas más importantes -Justin decidió pasar por alto su propio dominio en dicha materia-. ¿Y cómo es que no te has ido tú también a Australia con tu familia?

-Porque... no me lo han planteado -confesó ella-. Mis padres adoran a Peter. Se han comprado una casa cerca de la de Peter. Mamá se ocupa de tenerles la casa limpia a él y a Karrie y mi padre se encarga de la jardinería.

-Mano de obra gratis... No está mal. ¿A tu cuñada no le importa?

-Para nada. Karrie es médico y trabaja muchas horas. Ahora está esperando su primer bebé. Les viene de maravilla a todos.

-¿Tienes algún otro pariente en Inglaterra? -se interesó Justin entonces.

-Tengo una tía abuela muy mayor en Gales, a la que visito de mucho en mucho. ¿Y tú? -se atrevió a preguntar ______, animada por la fluidez con la que discurría la conversación.

-¿Yo?

-Supongo que si te queda algún familiar, estará en Italia -comentó ella-. ¿Cuándo murió tu madre?

-No está muerta. Mis padres se divorciaron -dijo Justin con tensión. ______ asintió desconcertada. La mayoría de los compañeros de trabajo pensaban que Máximo había sido viudo-. No la veo desde los quince años.

-¡Qué horror! -exclamó ella, conmovida por el adolescente al que imaginó abandonado por una mujer desalmada.

-Fui yo quien decidió echarla de mi vida -comentó él. Luego trató de desviar la conversación y le ofreció otra copa, pero ______ rehusó la invitación.

-¿Se portaba mal contigo? -preguntó intrigada.

-En absoluto. Me quería mucho. Pero no era tan buena esposa de mi padre -respondió con un tono de advertencia con el que le daba a entender que debía zanjar la conversación.

-Ah... entiendo. Te pusiste del lado de tu padre cuando se divorciaron -dijo sin darse cuenta de que estaba hablando en alto. ¡Como si fuera tan sencillo!, pensó irritado Justin. Sobrevino un silencio violento. Entonces, dándose cuenta de que se había entrometido demasiado, ______ se puso roja y se disculpó-. Perdón... Es que... como decías que te quería mucho y has sido tan cruel con ella... Ya he vuelto a meter la pata. Será mejor que cierre la bocaza y me marche -murmuró mortificada al tomar conciencia de lo que acababa de decir.

-No, antes deja que me defienda -replicó con autoridad Justin-. Deja que te explique por qué odio el día de los enamorados.

-¿Lo... odias? -______ lo miró confundida.

-Yo adoraba a mi madre -arrancó él-. Y mi padre también. Un día de San Valentín compró dos billetes de avión y la llevó a su hotel favorito de París. ¿Y sabes lo que hizo ella? ¡Decidió que era la noche perfecta para contarle que estaba viendo a otro hombre y que lo dejaba por su amante! -bramó disgustado.

-Se sentiría tan culpable que no pudo evitar confesar lo que estaba haciendo -comentó ______-. Estoy segura de que no eligió esa noche adrede.

-Pero mi padre se quedó destrozado -sentenció Justin.

-¿Él siempre... siempre le fue fiel?- se atrevió a preguntarle ______, a pesar de la indiscreción.

Justin nunca había hablado de ese tema y ______ lo estaba abordando desde una perspectiva que nunca había considerado. La miró con incomodidad y se preguntó por qué diablos sentía la necesidad de justificar una decisión de la que no había dudado desde que tenía quince años. Había sido la palabra «cruel» lo que lo había conmovido como no había creído posible.

-No estás seguro... ¿verdad? -susurró ella-. Y, sin embargo, juzgaste a tu madre y a tu padre no. Aunque tengo entendido que a los chicos les cuesta más perdonar los... deslices de su madre.

-Ahora resulta que Campanilla es psicóloga -la atacó Justin-. Esta sí que es buena.

Fue como si le hubieran dado una bofetada que la dejó pálida. Él nunca le había hablado con tanta agresividad, nunca la había mirado con tanta animadversión. Y lo peor de todo era que tenía razón. Al fin y al cabo, ¿qué sabía ella de esa clase de situaciones? Algunas de sus amigas habían sufrido el divorcio de sus padres, pero no podía hablar por experiencia. No tenía el menor fundamento para llamarlo cruel.

-Tienes razón -dijo con la voz quebrada, como si estuviera a punto de volver a llorar, al tiempo que se levantaba del sofá-. No sé solucionar mis problemas, mucho menos los de los demás. Además... tú no has dicho que... para ti sea un problema.

-Perdón -se disculpó entonces Justin.

-No importa. No puede decirse que sea la persona más diplomática del mundo... sobre todo, después de un par de copas -murmuró mientras, en sus prisas por marcharse, esquivaba en el último instante una escultura situada sobre un pedestal-. Quizá hasta estaba un poco celosa.

-¿Celosa? -repitió confundido Justin mientras la seguía hacia la puerta.

-Sí -______ se obligó a darse la vuelta-. Dices que tu madre te quería mucho. Si la mía me quisiera así, quizá contestara las cartas que le escribo más a menudo.

Justin gruñó algo en italiano y le agarró una mano para impedirle que llegara a la puerta.

-Ven aquí... -susurró con voz rugosa.

Love in Pink. (Justin&Tú)Where stories live. Discover now