CAPÍTULO 24

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Él negó divertido con la cabeza.

—Llévenselo a una celda individual, es demasiado joven como para meterlo con los grandes.

—Gracias sargento, es usted muy considerado.

—No me subestimes jovencito —me aclaró —Ahora llévenselo.

Me empujaron un poco hasta tirarme dentro de una celda que contenía una cama, y a un costado un baño.

Miré a mi alrededor y maldije por lo bajo. Otra vez caí en este agujero, y esta vez necesitaba de un milagro para poder salir de aquí. Me senté en la cama y trate de calmarme, poniéndome como loco no voy a lograr nada.

Las horas comenzaron a pasar, y se me hacían interminables. Me puse a pensar cuantos años eran los que podía llegar a pasar en un lugar como este, y juro que llegué a desesperarme.

—Gómez, tienes visita —me dijeron. Levanté la cabeza y vi como mis dos amigos se acercaban.

—¿Qué hiciste Óscar? —preguntó Baker.

—Tenía que hacerlo —le dije.

—Pero ¿Acaso no te pusiste a pensar en las consecuencias? —dijo Sergio. Los miré.

—¡No, maldita sea! —rugí, y me puse de pie —¡Ese maldito infeliz me buscó, y me encontró!

—Ese no es el problema ahora Óscar —me dijo Baker —El problema ahora es que tendrás un juicio y una sentencia. Javier, puede hundirte.

—Pues que lo haga, no me interesa...

—Ambos sabemos que si te importa Óscar —dijo Sanders.

—Si, tienes razón —dije soltando un suspiro.

—Nosotros haremos todo lo que podamos, no estas solo en esto. Debo decirte que tu prima esta como loca buscando un buen abogado. La condenada de verdad te quiere —me contó Sergio.

—Mi rubia prima, y yo que quería devolverla por donde vino —dije nostálgico

—Y otra que está que trepa las paredes es... Natalie.

—¿Natalie? —pregunté.

—Si —asintió Sergio —Le dijeron que habías golpeado a Javier, que él estaba en el hospital y tú que estabas preso, y lo primero que hizo fue preguntar por ti.

—Condenada... —musité.

Era por ella que yo estaba aquí adentro, pero juro que no estaba arrepentido. Y juro que todas las cosas que le dije a Javier, fueron cosas que me salieron del alma. Cosas que deseo, cosas que imagino. Natalie Santos está metida en mi cabeza de una forma que no puedo describir.

La noche se me pasó lenta en aquel lugar. No pude dormir pensando en todo lo que podía pasar si no salía de aquí. De verdad tuve que haberme controlado... pero él, él me saco de quicio. Además, ¿Cómo logró saber todo eso? Alguien estuvo hablándole a aquel infeliz de mi vida. Al día siguiente los guardias me dieron de desayunar y me dieron la noticia de que tenía una visita.

Vi como ella entraba con cuidado y con algo de asco miraba a su alrededor.

—¿Amanda? ¿Qué haces aquí? —le pregunté. Ella se acercó más a la celda.

—No sabes lo preocupada que he estado por ti —me dijo ella.

—No hacía falta que vinieras Amanda —dije mientras me ponía de pie.

NADA ES LO QUE PARECEWhere stories live. Discover now