Capítulo veintidós.

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Capítulo veintidós.

¿Nunca se han preguntado porque somos tan normales? Es decir, ¿se imaginan que pudiéramos leer las mentes? Sería todo un caos, un chico no podría pensar en otra mujer porque su novia lo mataría, o un viejo gordo drogadicto no podría pensar algo sádico porque lo meterían preso.

Pero eso no viene al caso...

Mi psicólogo me acaba de preguntar "¿Qué superpoder quisieras tener?" Y después de tantas hipótesis pude llegar a una conclusión...

—Ninguno... somos perfectos tal y como somos. ¿Se imagina? Quizá usted pueda expulsar fuego por la boca pero, ¿no le ardería la garganta? —pregunté con un tono de voz ahogado, cosa que le causo gracia al hombre de lentes frente a mi.

—Es que inventas unas cosas. ¿No te gustaría tener alguna ventaja sobre los demás? —negué con la cabeza.

Luego de unas cuantas preguntas sin sentido por parte de él, llegó el momento de ser seria.

—Hace dos días vi a el asesino de mi familia...—solté.

—¿Hablaron? —asentí. Mi psicólogo colocó la cara de póquer que siempre colocaba cuando la conversación se tornaba sería y de verdad me indicaba que toda su atención estaba sobre mi. 

—Yo necesitabas respuestas.

—¿Las obtuviste? —esta vez tomó su hoja para anotar algunos apuntes mientras que yo respondía.

—Si, pero no las que me esperaba.

—¿Te gustaría contarme?

—Pues, supongo...—comencé a narrarle toda la historia.

—¿Y cómo te sientes con eso? —aquí vamos de nuevo con la bendita pregunta, no hay un psicólogo que no las haga. Negué con la cabeza y solté una risa para luego responder un simple...

—Normal —El odiaba que le respondiera así— mentira, me siento frustrada, confundida, mal humorada, ¿cómo es posible que después de tantos meses el venga con su estúpida cara de inocente a decirme que no los mató? —respondí esta vez más furiosa.

—Taylor, escúchame. ¿Estas segura que el los mató? —la tranquila voz del señor era como una especie de sedante.

—Pues el me lo ha afirmado todos estos meses, hombre. ¿Para qué mentir? No tiene sentido. —dirigí mi mano hacia mi rostro tomando el puente de mi nariz entre el dedo pulgar e índice— No entiendo que clase de juego esta tramando.

—¿Pero es que no viste cuando los mató? —negué con la cabeza— ¿y qué arrojaron los resultados criminológicos?

—No había huellas, no rastros de ADN, nada que pudiera llevarnos al asesino, que es Darren, esta claro. —escupí.


Un silencio sepulcral invadió la habitación mientras meditábamos sobre el asunto. Casi se podía escuchar los engranajes de nuestros cerebros moverse de tanto pensar, nada tenía sentido. De verdad no soy tan inteligente como para caer en esa trampa, mi mente me decía a gritos que era ilógico, pero había otra parte de mi que sólo alcazaba a susurrar un "debemos creerle" claro, pero mi mente es impulsiva y siempre la manda a callar de inmediato.


—¿Qué harías si debes proteger a tu familia? Imagínate qué alguien te amenace con matar a tu familia y debas hacer todo lo que se te ordene —explicó el psicólogo.

—¡Lo haría de inmediato! —exclamé— pero a mi no me dieron esa opción, sólo los mataron y ya. 

—Quizá Darren este diciendo la verdad... —Su frase quedo en el aire mientras mis ojos lo observaban incrédula. No podía creer lo que me estaba diciendo.

—Es imposible. —acoté al mismo tiempo que una pequeña campana sonara anunciando el final de la sesión.

—Bueno, nos vemos. Piensa sobre el tema. —mi psicólogo se paró efusivo mientras me despedía con una sonrisa. 











Mis ojos se abrieron de golpe al sentir pasos en las escaleras, que no eran de mi tío puesto que él estaba de viaje. Y no llegaría hasta mañana, luego de salir de mi consulta con el psicólogo había decidido venir derecho a casa para tomar una siesta, estaba lográndolo hasta que escuché los pasos.

Lentamente me levanté de la cama y con un pulso acelerado me acerqué a la puerta para observar a través de la pequeña ranura que esta ofrecía. Lo primero que noté al asomarme fue el conocido pasillo que daba hacia las escaleras, donde se encontraba un espejo, en el último se reflejó la imagen de un hombre subiendo las escaleras y no era, precisamente, mi tío.

El individuo vestía una capucha negra que cubría por completo su cara y empuñaba una navaja, era obvio que fuera un ladrón.

Abrí mis ojos ampliamente y me di cuenta que entró a la habitación de mi tío. Mi mente no trabajaba bien y no sabía que hacer, los nervios me atacaron hasta tal punto que mis dientes castañeaban por el temblor. No quedaba mucho tiempo hasta que el hombre viniera a mi habitación, me voltee bruscamente y mis ojos se desvían nerviosos por todos los lugares en los que pudiera esconderme.

Demonios.

Escuché los pasos acercarse y sin pensarlo dos veces me lancé de cabeza bajo la cama, pero antes tomé mi teléfono. Mis dedos tenían una especie de temblor severo o que se yo y me costaba desbloquear el aparato para llamar a emergencias, pero recordé.

No me se el número de emergencias de Italia. Oh por Dios.

Un par de zapatos atravesaron el umbral de la puerta y se movían lentamente al rededor de la habitación, noté como se posaba unos minutos frente a escritorio y luego se dirigía al closet.

—¿Dónde te habrás metido, Taylor? —escuché que preguntó en voz alta. ¿Sabía mi nombre?— a ver, ¿quizá en el closet?

Abrió las puertas de la pequeña habitación como buscando algo para robar, quien sabe. Y luego escuché como abría cajón por cajón mientras hacia un revoltijo con todas las cosas que había dentro de estos.

—¿O quizá detrás de las cortinas? —con un movimiento brusco apartó las cortinas y yo pegué un respingo mientras soltaba pequeñas lágrimas silenciosas. Estaba que me moría de miedo. 

El hombre comenzó a acercarse a la cama y mi pulso se aceleró más de lo normal. De un momento a otro el corazón se me iba a salir. Sus negros y relucientes zapatos dieron algunos pasos hasta posarse frente a mi. Se formó un silencio sepulcral donde solo podía pensar que algo malo pasaría. Tenía mi dedo índice introducido en mi boca de forma horizontal de modo que mordía mi dedo para no gritar, causado que sangrara un poco.

Poco a poco la rodilla derecha del hombre tocó el piso mientras el decía con la voz más macabra que jamás había escuchado...

—¿o será que estas bajo la cama, Taylor? —Mis ojos se abrieron y pensé lo peor.





N/A:
Como lo sieeeeento, no tenía inspiración. Amenme :( okno. Ya subí y espero que les guste. ¿Será que la encuentra? Aaaaaahhhh xd

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Un beso desde Venezuela :)

Deja de llamarme.Where stories live. Discover now