Capitulo treinta y dos.

10.8K 918 49
                                    

Capítulo treinta y dos.

Sus labios se movían al compás de los míos, extrañaba esa sensación. Era perfecto. El mundo que estaba a mi alrededor desapareció, de modo que sólo estábamos nosotros dos.

Sus manos tomaron mi cara mientras las mías fueron a la parte posterior de cabeza para regalarle pequeñas caricias. Darren sonrió a mitad de aquel beso, causando detonar una de mi parte finalizando así aquel momento. Nuestros rostros estaban a centímetros pero logré observar un pequeño rubor en las mejillas de él. Mi corazón estaba latiendo muy rápido, creía que en algún momento se me iba a salir del pecho.

—¿Me quieres? —preguntó el morocho. Sonreí automáticamente.

—Nunca dejé de hacerlo.











Ya pasados unos días, aún sigo superando la muerte de mi tío. No es algo que se supere en tres días, así que he ido a terapia y con la ayuda de el doctor he conseguido una mejora bastante considerable. De algún modo no me siento tan sola puesto que tengo a Alex y a Darren, no obstante he conseguido algunos amigos por parte de ellos.

En esos momentos me dirigía hacia mi nuevo trabajo, el cual estuve forzada a buscar para pagar la casa que me dejó mi tío, este consistía en realizar pequeñas reparaciones de cámaras, crear diseños o inclusive podía hacer sesiones de fotos como en mi anterior empleo.

No se sí les he contado pero hablar sobre el fallecimiento de Douglas no es de mi agrado, sin embargo, les informaré sobre eso. Según investigaciones el cuerpo de mi tío se halló en un río cercano totalmente deforme puesto los días que llevaba allí pero gracias a los registros dentales se comprobó que era él. Es por ello que se realizó un funeral con el ataúd cerrado. Sugerencias de la policía.

El jefe de policías ya cerró la investigación, de modo que supongo que lograron capturar al asesino. Quería verlo, decirle muchas obscenidades en la cara pero no me dejaron, según era peligroso para mi salud y sólo podría alimentar aquel odio. De modo que lo dejé así y proseguí mi vida totalmente devastada.

Fue en ese momento cuando llegué a mi nuevo empleo, introduciéndome en el local para ir directo a mi espacio de trabajo. Saludé sonriente a la señora Beatriz que se encontraba en recepción y me dirigí hacia la oficina del jefe a notificar mi llegada.

Pulsé el botón del ascensor y esperé algunos segundos, las puertas se abrieron al fin y observé el interior de este. Estaba vacío, así que entré y especifiqué el piso seis en la tabla de números.

Aproveché en ese momento para arreglarme físicamente y retocar el maquillaje, estuve lista para cuando las puertas se abrieron de par en par y justo en frente se encontraba una puerta decorada con una tablilla que decía "Sr. Lerman-Jefe" ese es mi destino.

Toqué dos veces, esperé un poco y me indicaron que pasará. Un pasillo iniciaba aquella habitación para luego dar a conocer una enorme oficina decorada perfectamente. Un ventanal gigantesco se visualizaba a la izquierda como sustituto de una pared y piezas de madera se encontraba por toda la habitación dándole un aire elegante.

—Tomé asiento, Srta. Morgan.

Y allí comenzó mi entrevista.









Me encontraba rumbo a casa, de la mano de Darren y acompañada de Alex y Diego. Veníamos de una situación surrealista, todos compartiendo como si fuéramos amigos de años en un cercano bar celebrando la obtención de mi nuevo empleo. Mis amigos tomaron un rumbo diferente dejándome a mi con Darren, y por desquiciado que sonara, pues aún no éramos nada... legalmente.

En nuestro recorrido compartimos historias, ideas, bromas y algún que otro momento romántico acompañado de besos, abrazos y caricias. Al llegar a casa, pude apreciar el aire solitario que este poseía, sin embargo procuré ignorarle.

—¿Quieres chocolate caliente, cariño? —preguntó él. Sonreí en respuesta para luego observarle como se iba hacia la cocina.

En cambio, me dispuse a buscar algunas mantas para, quizá, ver una película en la sala. Aún era temprano y la noche era prometedora.

Al bajar, Darren me esperaba con dos tazas humeantes así que realicé un intercambio, la manta por la taza. Nos acomodamos rápidamente y encendimos la pequeña máquina que reproducía aquellas imágenes tan encantadoras. Decidimos ver una película de comedia que casualmente estaban pasando.

Unas horas más tarde, luego risas, lágrimas, caricias y charlas por fin terminó el programa y comenzamos una conversación.

—Una pregunta... —vacilé.

—Una respuesta. —contestó divertido y yo solté una risa.

—Si no mataste a mis padres, hm... ¿Por qué me llamabas todos los días amenazandome? —Mi voz sonó baja y dudosa. Esperé algunos segundos por su respuesta pero no llegó.

Lo miré suplicante y le rogué internamente hasta que por fin decidió contestar, no sin antes tomar mis manos y tornar el ambiente a serio.

—Tu no eras la única... —susurró al momento que mi mente se confundía— me refiero a que, no eras la única amenazada. 

—Pero... —fui interrumpida.

—Yo sólo serví como medio, él me amenazó con matar a mi familia. —confesó al fin mientras bajaba la mirada— y, lo lamento mucho Taylor, en serio lo siento. Yo a ti te quiero, pero a mi familia la amo. Lo siento, y...yo nun...nunca quise hacerte daño, per...perdóname. —formó un abrazo agresivo al momento que se lanzaba a llorar en mi hombro. 

Se me partió el alma al conocer la otra cara de la historia, era simplemente devastador saber que una persona puede ser tan malvada y macabra como para manejar a otros individuos a su antojo. Era irrevocablemente espantoso.

Mis manos se paseaban desde la parte superior de su espalda hasta la inferior y viceversa. Sus sollozos se escuchaban en toda la habitación y sus lágrimas humedecieron mi camisa, pero no me importó.

Te das cuenta que estas enamorado cuando aquella persona llora y quieres llorar con ella, o cuando sólo por sonreír tú también sonríes.

Me recosté en el mueble con Darren en mi hombro, e inicié una serie de caricias sobre su cabello, causando que se tranquilizara un poco.

A los minutos, él se levantó con dificultad y pude observar mejor sus, ahora, rojos e hinchados ojos mieles. Sentí como mi corazón se encogía del dolor, de modo que sólo le abracé fuertemente. Los abrazos son mis momentos favoritos.

—Gracias —dijo—, no se que haría sin ti.

—Sólo tengo una última pregunta. —ataqué suavemente. Él asintió dándome permiso para proseguir— ¿conoces a mi acosador?





N/A:

AAAAHHHH LAS DEJÉ CON LA INTRIGA. Mátenme JAJAJJAJAJAJ lo siento por no subir desde hace tanto tiempo.

Recuerden que las amo.

Saludos desde Venezuela.

Deja de llamarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora