Capitulo 24.

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¡Hola!  este capítulo va dedicado a Bernardo de México espero que te guste y a mi querida Yetehol con mucho cariño, espero que les guste a los dos. Besos y gracias por siempre estar aquí.

Juntos, la chispa que emanaban era irreal, una corriente eléctrica sentían cada ves que se tocaban. Su amor era de admirarse, en la oficina ninguno podía separarse del otro.

Ese dia Angelina durmió en la casa de Maximiliano, no hicieron nada que no fuera abrazarse y besarse, al levantarse ella dejo preparado el desayuno y se fue de ahí, sabía muy bien que el mostraba deseo por ella, aunque lo quisiera esconder siempre se daba cuenta. Llego a la oficina, fue hacia su mesa de trabajo y se puso hacer una presentación que él iba a necesitar, iba a tardar tiempo; fue hacia la pequeña cocina que en esa empresa había y se preparó un café, necesitaba reponer fuerzas y es que últimamente ella no podía dormir bien.

Al agarrar la taza humeante, sintió unas manos alrededor de su cintura, ella con una sonrisa las coloco encima de ellas, pero no sé sentían igual que las de su novio. Frunció el ceño y aun con la taza en sus manos dio vuelta para ver de quien se trataba, sintió unos labios apoderarse de ella y al querer separarse derramo el café en toda su ropa, sintió que todo ardía, se separó no sin antes darle una bofetada a ese hombre.

—¡Quién jodidos te crees que eres!— gritaba fuera de sí, volvió a darle otra bofetada a ese hombre y lo empujo hasta sacarlo de ahí.—Eres un cínico, un idiota.

Angelina lloraba, coraje y dolor se mezclaba, él hombre la miraba arrepentido y es que ella jamás lo había visto.

Maximiliano iba saliendo del ascensor cuando escucho gritos, al acercarse más vio a un grupo de gente, pero no vio de quien se trataba. Al llegar hacia donde se encontraban; sus ojos se abrieron a tope, apretó la mandíbula y fue hacia donde su amor se encontraban.

—¿Qué ha pasado aquí?— miro al hombre que se encontraba ahí y el lo miro con miedo.

—Se atrevió a besarme.— Angelina susurro apenas.

Él rostro de el se desencajo, verla en ese estado le dolía, sabía muy bien que Angelina actuó debidamente.

—Toma tus cosas y vete de aquí, no es la primera ves que lo haces y si una te la perdone, esta no, ella es mi mujer y no permitiré que tú ni nadie se atreva a tocarla.—Maximiliano trataba de no saltarle encima, no quería provocar un problema, sabia bien que si lo golpeaba no iba a poder detenerse.

—Yo, lo siento de verdad.—aquel hombre soltó esas últimas palabras y salió del lugar.

—Todos a trabajar, aquí no ha pasado nada.—alzó la voz y después sus ojos se dirigieron a ella.

Angelina temblaba como una hoja, sentía que su cuerpo ardía. Él la tomo por la cintura y la guió hacia el ascensor, no iba a permitir que se quedará a trabajar así.

Al llegar a su casa Angelina bajo y fue de inmediato a abrazarlo, estando adentro ninguno quería soltarse, pero Maximiliano quería saber que pasaba.

—¿Quieres contarme que paso? —pregunto dulcemente.

Ella asintió y hablo pegada a su pecho.

—Fui a la cocina a prepararme un café, al tener la taza ya lista en mis manos, iba a darme vuelta para seguir trabajando, sentí unas manos en mi cintura y creí que eras tu.— él apretó el agarre y siguió escuchándola.— Cuando me di cuenta que no eras tu, me volteé para separarme pero al hacer eso el me beso, se derramó el café encima de mi y después lo abofetee.

—Ese imbécil, sabia que desde la primera ves lo tenía que haber corrido de la empresa, perdón por no haber estado presente en ese momento.—susurro sobre su cabello.

—Tu no tienes la culpa.—Ella se ubicó frente a él, rompiendo así el abrazo, le beso y sonrió relajada.

—¿Puedo curarte?

Ella asintió nerviosa, sabia que tenía que quitarse la ropa, ya que se derramó sobre su abdomen y muslos. Juntos subieron las escaleras con las manos entrelazadas, Maximiliano la ubico enfrente de la cama y fue al baño para tomar las cosas necesarias para curarla.

Ambos se sentían nerviosos. —¿puedo desabrochar tu blusa?—pregunto cuando ya había llegado a su lado.

Angelina paso saliva despacio, tomo una respiración profunda y asintió.

Despacio Maximiliano comenzó a desabrochar botón, por botón. Ambos se miraban, ella cerro los ojos y cuando el ya había terminado, soltó un suspiro con asombro, volvió a abrir los ojos y vio que el la miraba con adoración, deseo. Ahora mismo ella se encontraba sin su blusa y con sostén.

No se pudo contener y salto sobre ella, la beso con fiereza, amor y deseo se entregaban entre esos besos. Lo tomo por los hombros y lo acerco más a el, Angelina acariciaba su cabello mientras profundizaban el beso. Ambos sabían que al hacer eso no iban a poder contenerse.

—Eres preciosa.—murmuró sobre sus labios, al tiempo que se separaban.

Ella soltó sin querer un gemido que volvió a descontrolar todo, ambos se unieron de nuevo en un beso con deseo y fervor. Él la fue colocando de a poco en la cama, hasta que ella quedo abajo de el, recorría su cuerpo, centímetro a centímetro, los besos bajaron hasta su cuello y ella solo podía acercarlo aun mas si se podía.

—Te deseo.—las palabras de ella fueron apenas audibles, pero si las escucho.

—¿Estás segura?— la respiración de ambos era como si hubieran corrido un maratón.

Volvió a asentir con los ojos cerrados y ya no hubo nada mas que pudiera parar aquel deseo arrebatador, él la desnudo con suma delicadeza, perdiendo tiempo admirando cada centímetro de su cuerpo. A los ojos de él ella era perfecta, una diosa irreal, hermosa y única.

Angelina lo desnudo con la mirada, le quito la camisa y acaricio su escultural cuerpo, deteniéndose en su abdomen, beso la mandíbula, apreciando al Dios griego que se encontraba frente a ella. Al ambos estar desnudos se entregaron con amor, ese momento quedaría para siempre en ella, lo amaba y sabía que el sentía lo mismo por ella.

—Te amo.—el la contemplo y la beso por oír esas palabras.

—También te amo, mas que a mi vida.

Ambos llegaron a la cima, ella sin querer clavo sus uñas en su ancha espalda y el la la abrazo como pudo, se volvieron a besar casi perdiendo ya la conciencia. Se colocaron la sabana encima y durmieron abrazados, recordando ese momento mágico.

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Triunfo del Amor © (Borrador)Where stories live. Discover now