Capítulo 27.

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¡Hola! Espero que estén pasando un agradable domingo, aquí les traigo el nuevo capítulo, espero que les guste y bueno aun queda el capitulo final y el epílogo. La historia ya va a llegar a su fin, ya tengo nueva historia publicada, cuenta con el prólogo y dos capítulos, será el próximo proyecto al finalizar esta. Gracias por todo, Un beso grande.
Historia nueva en mi perfil, se llama "Perdida"
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Todos miraban a la pequeña con los ojos abiertos, su abuela mantenía su boca tapada a causa de la sorpresa y las demás personas no se lo podían creer.

—Mami, ¿podemos ir a comprar un helado?— la pequeña acaricio la mejilla de su madre, ese gesto enterneció a Maximiliano.

—Claro que si mi cielo, pero primero déjame presentarte a unas personas ¿vale?— la niña asintió y aun con ella en brazos se acercó a su abuela.—Ella es Melisa, tu abuelita.

La pequeña vio a la mujer, se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.

—¡Oh por Dios! Angelina, la has encontrado.—su abuela derramó lágrima de felicidad, ambas mujeres se miraron y no pudieron contenerse mas, se abrazaron, era un escena mágica, por fin la había encontrado.

—Si abuela, iba a ir mas tarde a presentarte, pero se me adelantaron.—sonrió mirando a su hija.

—Es preciosa, idéntica a ti.—Melisa miraba a la pequeña con admiración.

Angelina asintió y después miro a las demás personas que estaban ahí, se encaminó a ellas con Amanda aun y se detuvo a unos cuantos pasos.

—Amanda, ella es Elisa, Marcelo y... —detuvo sus palabras al mirar a su supuesto hermano, el se aclaro la garganta y hablo.

—Leonardo.—musitó aquel hombre, la niña sonrió y se acercó a todos para darles un beso, se decepcionaron un poco al escuchar que solo los llamaban por su nombre.

Todos ahí miraban a la niña maravillados, sin duda esa pequeña era idéntica a ella.

—Ahora si mi amor, Maximiliano te llevará por tu helado.—miro a su novio con amor y el tomo a la pequeña.

—Ven, nos vamos a divertir, de que quieres helado, chocolate, vainilla..

Las voces de los amores de su vida se alejaron hasta que ya no las pudo escuchar, miro a todos en esa sala y los hizo sentarse.

—Bueno, a que debo la visita de ustedes.—hablo con indiferencia.

—Ellos están arrepentidos hija, merecen que los escuches y si no te convence lo que digan, lo entenderán.

Su abuela le tomo la mano y por un momento sintió temor, no quería escuchar aquellas personas, la habían lastimado mucho al abandonarla.

—Bien, pero primero yo voy a decir todo lo que estos años me he guardado.—espero a que dieran una afirmación y al obtenerla continuo.—¿Que clase de padres son? Seguramente no tan buenos, por años los odie, cuando iba a la escuela de pequeña los niños se burlaban de mi al no tener padres, al saber que fui abandonada sin importarles nada. Me sentía mal, veía a los padres con sus hijos pasar por ellos a la escuela, preguntarles como les había ido, dándoles cariño y apoyo, algo que yo no obtuve de ustedes, pero al ver a mis abuelos; ellos tomaron su lugar, me comprendían, contaban cuentos, iban a las juntas de la escuela, jamás se rindieron por darme lo mejor, aun recuerdo a mi abuelo, era una persona extraordinaria, lo quería mucho y cuando fue arrebatado de mi lado, me destroce, era y será mi padre. Nunca cumplirán ustedes esa palabra, ya no hay rencor ni odio.

Los miro con los ojos empañados de lágrimas y ellos también estaban así, su hermano la miraba triste.

—Hija, lo sentimos mucho, tal ves ese sea nuestro castigo, nos arrepentimos de lo que hicimos, de no haber estado ahí en los momentos importantes, de no haber tenido nuestro apoyo, pero sobretodo de no cumplir la palabra de padres.—su padre, por fin había hablado y esas palabras solo hicieron que Angelina rompiera en llanto.

—Dios no los castigo, por algo tienen otro hijo, me volvieron a encontrar, así que supongo el ya los perdono y ahora yo también puedo hacer lo mismo, los perdono por no haber estado presente en mi vida, ahora ya todo esta completo. Soy feliz, tengo a un novio que me quiere, a mi hija que gracias a Dios la encontré, a mi abuela por siempre quererme y estar ahí, a mi abuelo que apesar de que no esta aquí en vivo, se que desde el cielo me ve y me cuida.

Su abuela la miraba orgullosa, la admiraba tenia una fuerza inigualable.

—El haberte dejado fue un error del que nunca nos vamos a perdonar, nos alegra que seas feliz, esperamos que nos permitas entrar en tu vida.—su madre se levantó y se colocó frente a ella.

—No hay rencores, ya no.—Angelina estaba dando un gran paso, su corazón al fin había sanado, se levantó y ambas mujeres quedaron a unos centímetros.—Ahora que ya están en mi vida, ya no podrán irse.

Dio un paso más y abrazo a su madre, estaba deseando esto desde que supo que vivían, un abrazo de perdón, amor, pero sobretodo de felicidad.

—Te quiero, te quise desde que supe que estabas dentro de mi.—ella la abrazo mas fuerte, lloraron de nuevo por aquellas palabras.

—Ven acá.—Angelina sonrió contenta, se separó de su madre y se acercó a su hermano.—Siempre deseé un hermano, y aquí estas.—jalo a su hermano y lo abrazo fuerte.

—Yo también siempre quise encontrarte.—la abrazo por la cintura y rieron como niños pequeños.

Le revolvió el pelo y se alejó de el, sonriendo y al que mas anhelaba darle un abrazo era a su padre, le recordaba mucho a su abuelo.

—Hija.—su padre la recibió gustoso, cerro los ojos y absorbió la loción de él.

—Usas la misma loción de él y tu cara me lo recuerda.—sonrió llorosa y feliz por dar ese paso tan grande.

—No creas que para ti no hay abrazo.—corrió hacia su abuela.

—Estoy orgullosa de ti, eres mi niña valiente.—las dos se abrazaron y Angelina le agradeció todo.

La puerta de entrada se abrió, Maximiliano entro con la pequeña en brazos y al ver a aquellas personas felices, miro a su mujer y sonrió sorprendido.

—¿Puedo cargarla hija?— Elisa miraba a la niña con los ojos brillantes, parecía que veía a Angelina de pequeña.

—Claro que si.—fue hasta su hombre y lo abrazo.

—Orgulloso siempre de ti, has sido tan fuerte que has podido perdonar.

Angelina lo miro con amor, junto sus labios.—Eso te lo debo a ti, tu fuiste el que me dio el valor de muchas cosas, nunca podré dejar de agradecer todo lo que has logrado en mi vida.

Le acarició la mejilla tiernamente y Maximiliano la tomo por la cintura.—Mi vida también cambio con tu llegado, dio un giro de 190 grados.

Rieron felices y miraron aquella escena que se presentaba ahí, la pequeña Amanda jugando y sonriendo con sus padres, su hermano hacia muecas al jugar con la pequeña. Al fin el rompecabezas se había unido, la vida de Angelina había dado un giro inesperado y sin esperar nada, la vida le había devuelto la felicidad, había sido valiente para perdonar.

Triunfo del Amor © (Borrador)Where stories live. Discover now