Capítulo III

66.6K 6.1K 442
                                    

  Auryn - Electric  


—EL DESCUBRIMIENTO—


Llegué a mi apartamento, y como siempre, corrí para cambiarme, no tardaría Teo en tocar. No tenía idea de qué haríamos, no me importaba en realidad, yo solo quería estar con él, sentirlo suave contra mi cuerpo, con sus ojos oscuros abrazando los míos, nada más.

Un sobre en la mesa me detuvo. Seguro Mauro lo había dejado ahí. Lo tomé con prisa, era para mí. De inmediato reconocí el logo, la maestría. Dejé de respirar y juro que mi corazón paro por unos segundos. Mis palmas sudaron. Me senté sobre mi cama y lo observé por varios segundos. En un arranque lo abrí y...

¡Oh por Dios! Había sido admitida. Lo leí casi mil veces, hasta que el timbre me sacó de la ensoñación. No lo podía creer. Quería gritar, saltar, correr, no sé, me sentía demasiado feliz. Le abrí envuelta en la euforia. En cuanto apareció en mi campo de visión me abalancé sobre él, abrazándolo con fuerza.

—¡Vaya! No sé qué te puso así, pero me agrada esta efusividad –desenredé mis piernas de su cadera para ponerme de pie. Lo miré por un segundo con intensidad. Iba con su desgarbo habitual, pero de no haber estado yo tan emocionada, hubiese notado que algo en sus ojos avellana no era lo de siempre. Le tendí la hoja alzando mi mentón con orgullo. La tomó con curiosidad y comenzó a leerla. De pronto su semblante se tornó serio. Pasó una de sus manos por su cuello, frotándoselo.

—¡Me aceptaron! –Él alzó sus rostro sonriendo con ternura, admiración y... algo de agobio—. La maestría, ¿lo recuerdas? Te había dicho –manoteé feliz, sonriendo. Me besó presa de un arranque. Sentí su ansiedad cubriendo mi lengua, su necesidad, su urgencia. Me aferré a sus hombros siguiendo su gesto. De repente nada importaba salvo su aliento fundiéndose con el mío. Se separó un poco, acarició mi mejilla y me observó fijamente—. No veo por qué te asombra, Ojitos, eres muy inteligente –musitó sobre mis labios, con admiración.

—Gracias, Teo, es lo que planeé, lo que quiero –tomó mi mano guiándome hasta a un sofá. Se sentó y luego rodeó mi cintura para que me posara sobre sus piernas. Me abrazó por un largo rato, escondiendo su rostro en mi cuello. Aspiraba mi aroma, no deseaba soltarme. Ya sentía conocerlo, por lo que comprendí que algo le ocurría.

—Creí que te pondría tan feliz como a mí –musité acariciando sus rizos oscuros. Me rodeó más fuerte aún.

—Lo estoy –habló aún escondido—. Tú mereces todo lo bueno que te pueda ocurrir –sonreí besando su cabeza.

—Acabo de descubrir algo, Teo –alzó su rostro con curiosidad, pero con un dejo de melancolía—. Es poco tiempo pero siento aquí –y señalé mi pecho—, que te amo –susurré cerca de sus gruesos labios. Su mirada se iluminó de una manera imposible, como si luciérnagas en la noche se apoderaran de su oscuro iris. Me besó de inmediato de manera vehemente.

—Ximena, te has metido en mí de una manera irreversible, mágica, siendo tan diferentes en casi todo, siento que me completas, que nada ya es sin ti... Ha sido tan rápido todo, tan imprevisto... Pero quiero que tengas la certeza de que yo también te amo, Ojitos, cómo no hacerlo si eres lo que soñé –sonreí enamorada. Era muy especial, demasiado y todo lo que podría desear.

—Estás extraño... —solté alejándome un poco más, pues a pesar de lo que generaban esas palabras en mi sistema, esa actitud un tanto seria me desconcertó. Sonrió asintiendo, frotándose el rostro. Me bajó de sus piernas, sentándome a su lado. Tomó mis manos y me observó fijamente. Algo dentro de mí tembló, me alertó.

A prueba de sueños © (COMPLETA)Where stories live. Discover now