Capítulo IV

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  Nikki - How to break a Heart  


— PELEAR CON TU RAZÓN—


Los días avanzaron, sin hablar sobre el tema, continuamos. Solo a veces habían miradas, momentos en los que me apretaba la mano y sabía esperaba mi respuesta a aquello que lo cambiaría todo para ambos. Sentía la felicidad burbujeante que te regala el ser poseedor de sentimientos tan hondos, tan genuinos. La paz que dona el sentirte tranquilo junto a una persona que te quiere tal cual eres. Por lo mismo no era sencillo pensarlo lejos, sin poder sentir su tacto cálido, su voz gruesa susurrando en mi oído, su cabello rizado bajo mi mano o esa sonrisa que transmitía un millón de mensajes que se clavaban directo en mi torrente como si fuesen hechas para alegrar mi mundo, como si fueran parte de mi destino.

—¿Ya hablaron? –preguntó Camila un día que por fin pudimos vernos y es que la distancia entre Teo y yo comenzó a acortarse a tal grado que me encontré durmiendo en su apartamento o él en el mío muchas más veces de las que no. Comíamos juntos, cenábamos juntos. Incluso hacía mis deberes o pendientes con él junto a mí.

Sentir que el tiempo al lado de alguien tan importante está contado, logra que todo se torné tan diferente, tan intenso, tan inigualable, porque cada instante sabes que ya no será, que lo que vivas en esas horas será lo que determinará lo que viene, lo que sucederá. Porque cuando sientes ese vacío profundo de tan solo abrir los ojos y pensar tu día, tu cotidianidad, sin esa persona, ya nada tiene sentido y es como si de pronto las nubes se confabularan para tornarse grises, pesadas, a punto de tormenta.

—No... —moví la pajilla de mi bebida, desanimada. La noche anterior casi no habíamos dormido mirándonos, susurrándonos lo mucho que sentíamos, poniendo en palabras lo que dentro de nuestro ser cada día crecía. Sacudió mi antebrazo para que la mirase.

—Define esto, no está bien que te esperes al último momento –dejé salir un suspiro de congoja.

—Si le digo ahora que no podré, no se irá –mis ojos se rasaron de inmediato y de nuevo el llanto retornó. Mi amiga se levantó, de inmediato sentí sus brazos rodeándome. Últimamente eso era lo que hacía cuando no estaba al lado de Teo, llorar.

—Ximena, no te hagas esto. Amiga, arriésgate... —se separó para verme directamente. Me limpié las mejillas.

—Se va al otro lado del mundo, Camila, no tengo idea de cuándo lo volveré a ver. Lo amo, lo amo demasiado, nunca pensé que algo así se pudiera sentir, que lo viviría yo, pero sufriré mucho con su lejanía, creo que... es mejor no esperar nada –tomó mi barbilla con decisión.

—Sé valiente, cuando se quiere se pelea, hazlo, Ximena –se sentó en su silla, recta como una estaca, examinándome.

—Mauro cree igual, pero a lo mejor soy demasiado cobarde –musité bajito.

—A lo mejor no sientes lo suficiente –abrí los ojos, furiosa.

—Eso no es verdad, él es todo para mí –chillé.

—Retirarte sin enfrentar el primer obstáculo que la vida les pone, no es precisamente la manera de demostrarlo –cambió la conversación al ver que no lograría mucho, sin embargo, tanto sus palabras, como las de mi hermano, calaban cada día más.

Una semana faltaba para que se fuera, para que el momento decisivo llegara. Nos sentamos a la orilla de un árbol para comer nuestros respectivos helados. Entre risas e intercambio de sabores, pasamos el rato. Cuando se acabaron, tomó mi vaso, lo depositó en un bote de basura y se sentó frente a mí, cruzando sus piernas, serio. Enseguida supe que hablaríamos, por su mirada, por su postura, por lo que sus ojos me decían. Acercó sus manos hasta las mías y las entrelazó con firmeza.

A prueba de sueños © (COMPLETA)Where stories live. Discover now