Capítulo V -Final-

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  Kygo - Raging ft. Kodaline  


— GANAR—


Llegué de trabajar esa tarde, dejé mis cosas sobre el sofá más cercano y prendí mi laptop envuelta en una prisa que no comprendía. Esa mañana al despertar me atreví a abrir el cajón donde dejó esas increíbles fotografías. El día anterior no pudimos conversar pero me mandó por audio de WhatsApp algunas estrofas de canciones que hicieron mella en mí, eso, aunado a descripciones de lo que veía, me sacó de la órbita donde últimamente me hallaba sumergida y de la que hacía un par de días había decidido ya salir. Cuando observé las imágenes mi corazón comenzó a cabalgar más rápido. Tantos momentos, tanto vivido, en tan poco tiempo. Al final de todo aquello un trozo de papel perfectamente doblado. No lo había visto hasta ese momento.

"Cierra los ojos, estoy a tu lado, solo acorta la distancia. Une los momentos, jamás te he dejado, mi alma te envuelve, mi corazón te pertenece.

Te amo, Ojitos"

Sentí, de alguna manera, que le había fallado, que no estaba haciendo lo que debía, que no estaba luchando por los dos, por lo que sentíamos, por lo que tanto amaba. Abrí mi cuenta y de inmediato entré para ver el primero de sus vídeos, incluso estaban enumerados. El "uno" era el adecuado. Me acomodé en mi cama, crucé las piernas y subí el volumen. Por supuesto era él, sonreía de esa manera tan especial, mostrando parte de sus dientes, con la comisura de sus expresivos ojos arrugada debido al gesto. Alcé mi dedo y recorrí su rostro. Me hacía tanta falta.

"Así que al fin decidiste darme una oportunidad".

Arrugué la frente sin comprender, intrigada, ladeando la cabeza debido a sus palabras.

"Sí, sé que has estado peleando duramente contigo, que, de alguna manera, la razón ha hecho ese trabajo del que te hablé. Espero no hayan pasado muchos meses y solo unas cuantas semanas como vaticiné. Si es así, quiero decirte que me pone muy feliz saber que decidiste seguir, que has luchado y que deseas que esto continúe. No te presionaré, de ninguna forma jamás, pero sí me gustaría saber que viste este vídeo"

Mis lágrimas saltaron, pero ahora de una forma diferente, no de tristeza honda, o de esa nostalgia que araña, sino de una especie de calma que me generaba saberlo tan lejos pero tan cerca a la vez. Frente a ese vídeo podía llorar, desahogarme, y sabía que él no se afectaría por mis reacciones, me sentía una niña viendo la mejor de las películas, escuchando el mejor cuento. Una hora de grabación donde decidió hablarme de sobre su niñez, sus amigos, sus mejores y peores momentos. Más de una vez solté la carcajada y otras me hubiera gustado tenerlo al lado y abrazarlo.

"Ahora es tu turno, háblame de esa etapa de tu vida, quiero saberlo todo de ti, vamos hechízame con tus palabras"

Alrededor de las siete nos conectaríamos, así que tenía tiempo y no mucho qué hacer. Engullí algo con velocidad, y comencé mi labor. Hablar frente a una cámara no es tan sencillo, fue difícil al principio, pero poco a poco fui sintiendo como la marea de ideas y recuerdos llegaban, por lo que me encontré narrándole a detalle cosas que creía había olvidado, momentos que estaban sepultados tan profundamente en mi memoria que quedé asombrada. Al terminar le mandé miles de besos y propuse hablar de nuestra adolescencia. Era su turno.

Cuando la llamada de Skype entró, yo me encontraba arreglando el desastre en el que extrañamente me había sumergido. Con todo en su lugar, me acomodé frente al ordenador y contesté. En cuanto su mirada apareció, mi mundo se detuvo. Me observó por unos segundos sin decir nada.

A prueba de sueños © (COMPLETA)Where stories live. Discover now