JungKook no era esa clase de personas que le fuera fácil hacer amigos, le costaba familiarizarse con los demás. En especial con los nuevos compañeros de escuela. No podía divisar a ningún chico que conociese desde antes.
Estaba más que claro que ser cambiado de grado no era nada bonito.
—¡Hey!— saludó un chico más alto que él, acercándose a su puesto. —¿Estás bien?
—Tae, ¿también te han cambiado?
—Algo así.— meneó la cabeza. —Tu madre tuvo miedo de que algo le pasara a su rayito de sol, así que le rogó a mi tía que solicitará un cambio para quedar contigo.
—¿Por qué siempre tiene que meterse en mis cosas?— gruñó de mala gana. —Así nunca voy a crecer.
—Kookie, te ves tan mono así de nervioso.
Su amigo no se resistió y picó las mejillas del menor. JungKook odiaba que hicieran eso con él, no era un bebé. Tenía 16 años, era todo un adolescente con sus primeros barros, espinillas, bellos faciales, corporales y demás.
Síp, un adolescente que se negaba a saber cómo se creaban los bebés.
Tampoco pensaba en chicas de esa manera. Solamente conocía a una chica, una chica especial para él.
Esa chica era la soldada Bi.
—¡No sabes la de nervios que me dio ayer! ¿Por qué no pudiste jugar con nosotros?
—Mi tía tuvo que realizar el papeleo del cambio, me necesitaba.— se defendió TaeHyung.
—¿Sabes lo que es estar solo con Bi?
—¡No exageres! Los separaba una pantalla. Ni siquiera estaban en la misma cuadra para que sintieras tantos nervios.
—Pe-pero...
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Sonó el timbre. Comenzaban las clases.
Por la puerta apareció una cabellera castaña oscura, con un mechón teñido de un delicado rosa. Ese color rosa había llamado la atención de JungKook, demasiado. Sus latidos se habían vuelto locos mientras en su estómago sentía unas cosquillas como nunca antes había experimentado.
Este sentimiento lo estaba envolviendo de pies a cabeza.
—De acuerdo, chicos. Comienzan las clases, todos sentados.— avisó el maestro haciendo presencia en el aula.
TaeHyung tomó asiento al lado de JungKook, eso lo había aliviado demasiado. No tenía las mínimas ganas de estar solo el primer día de clases. Pero si tenía las ganas de saber quién era ella.
—Tenemos estudiante nueva, así que por favor, señorita Jung.— miró a la castaña sentada a la esquina opuesta de JungKook. —Adelante y preséntese.
La chica asintió efusamente y se encaminó hacia el pizarrón, se aclaró la garganta y mostró la sonrisa que le hizo detener el ritmo cardíaco a JungKook. Llena de calidez, felicidad, de una manera amistosa, pero a la vez llena de nervios, ansiedad y timidez.
Una mezcla que hizo temblar el tímido corazón de JungKook.
—Soy Jung SoBin.— Tandelicada. —Me he mudado hace un mes, cerca de aquí.— Tancálida. —Espero de corazón nos llevemos muy bien.— Tanamistosa. —También espero que cuiden de mí, y bueno... hola.— Tan tímida.
