Su castaño amigo lo había llamado, pero Jeon no se volteó a verle ni mucho menos, estaba tan absorto en el videojuego que ignoraba cualquier sonido que no fuera perteneciente a éste. Movía sus manos por sobre el teclado, mientras que con la otra controlaba el mouse con bastante maestría que solamente un denominado crack podría tener.
—JungKook.— Tae volvió a insistir, pero no recibió respuesta en los cinco minutos que esperó. Entonces soltó un suspiro cansado. —¡Juuuuungkooooook!
—¿Ah? ¿Qué pasa?
JungKook sólo había respondido, pero seguía al pendiente de la pantalla y eso a TaeHyung no le agradaba a la hora de hablar seriamente con alguien. Se levantó de la cama de Jeon aproximándose hasta el escritorio en donde se ubicaba el tesoro más preciado de su pequeño amigo. La joyita que todos los días pulía como si se tratase de un auténtico trofeo. Aquél ordenador en el que solía jugar todos los días había sido desconectado directamente del tomacorriente.
—¡Hey, estaba ganando la partida! ¡Faltaba muy poco para terminar! ¡¿Qué pasa por tu cabeza, Tae?!
Kim dejó el cable descansar por sobre la pantalla plana del monitor conjunto a una sonrisa que desbordaba la crueldad y satisfacción por doquier. Kook había cruzado sus brazos, molesto. Casi iracundo. Una partida en un juego online es sagrada, ¡sobretodo si se va ganando! Y Tae lo sabía. Más enfadado estaba Jeon.
—Kookie, tengo una idea.
—No quiero oírla.— respondió como cual niño malcriado se revela ante sus padres.
—Es sobre Bi.
JungKook se lo pensó.
—¿Qué tipo de idea?— volteó a ver a su castaño amigo, alzando una ceja desconcertado.
—Bueno, estaba pensando que tú y Bi solamente han hablado. Nunca se han atrevido a usar otros métodos para conocerse y eso que existen muchos programas para hacer-...
—Dilo de una vez, Tae. No quiero rodeos, por favor.
—¿Y si le propones hacer una videollamada? ¡Así podrían verse por primera vez!
¿Vi-videollamada? ¿Yo y Bi?
Al principio le resultó como una chispa de locura que había ardido en la cabeza de su amigo, pero tras meditarlo por unos minutos antes de rechazar la idea, fue que pudo darse cuenta de lo que significaría para ambos una videollamada. Sería como dar el siguiente paso en una relación, concerse de mejor manera. Ver sus rostros y escuchar sus voces directamente. Para JungKook sonaba tan real, pero al mismo tiempo se le hacía incierto. ¿Qué pasaría después de la videollamada? ¿Realizarían otras? ¿Tomarían más confianza? ¿Desearían no volver a verse? ¿Intentarían llegar a la próxima base?
Son muchas interrogantes, muchas posibilidades, muchas opciones, muchos caminos y muchas inquietudes.
No creo que pueda hacerlo. No... No creo que pueda. ¿Si no soy lo que espera? ¿Si se decepciona de mí con sólo verme? No...
—No, lo siento.
—Pero, JungKook, sólo piénsalo bien. Sería muy bonito que se vieran una vez.
—Dije que no.— reiteró Kook. Quién sentía sus ojos arder a causa de las lánguidas y furtivas lágrimas que amenazaban con caer. —N-no quiero, Tae.
Tae miró de reojo a su pequeño camarada, podía ver las diminutas gotas cristalinas asomar por sus rabillos y no había cosa que más odiara en el mundo que ver a sus amigos llorar.
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Kim se acercó a Kookie y lo envolvió en brazos tan fuertemente que el menor casi podía sentir sus penas irse volando muy lejos, hasta otra persona desafortunada como él. Y ambos se abrazaron, hasta que el ocaso de aquél día diera la bienvenida a la sombría noche.
—Kook, ¿por qué no puedes?
—Tengo miedo, hyung...— confesó entre hipos el joven Jeon. Luego de volver a esconderse en el pecho de su amigo, añadió: —¿Qué tal si no soy lo que espera? ¿Qué pasará?
TaeHyung sonrió.
—Nunca sabrás lo que pasará, si no lo intentas.— esas fueron las únicas palabras de su compañero.
