Prólogo

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N/A: Saludos a tod@s. ~♡ Me complace anunciar que es mi primer fanfic de Eddsworld. Nunca había hecho nada por pura vergüenza, pero por fin me decidí a comenzar. Espero que sea del agrado del fandom. (No me quiero extender con esto </3).

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Un auto se detuvo en lo alto de aquella colina, que daba a un vecindario cualquiera; se podría decir que era algo totalmente normal, si no se viera el panorama. Dos hombres anonadados salieron del mencionado coche, para quedar congelados en ese mismo lugar. Era un desastre, un desastre monumental para el Ejército Rojo, contando que se trataba del Reino Unido donde sucedió.

Al mismo tiempo que ambos hombres relajaban su expresión, un joven malherido tomaba la última pieza que aún estaba en condiciones de todos los escombros, de lo que suponía ser un colosal robot hacía media hora atrás. Tomó aire, admirando todo aquel destrozo una última vez, y se dispuso a caminar hacia el vehículo, no sin trastabillar antes, siendo atajado por uno de aquellos hombres que aún lo miraba sin atreverse a decir nada.

—Kom igjen..., Paul (vámonos, Paul). —Dejó escapar en lo que intentaba ser un gruñido, claramente distorsionado por el dolor.

El aludido, con ayuda de su compañero, entraron al muchacho al auto, y se marcharon lo antes posible, pues si seguían tan expuestos luego de aquello, no se tardaría en notar que los Rojos eran responsables de aquel alboroto. El viaje hasta la "base enemiga" reconstruida en Inglaterra fue silenciosa. Los soldados usaron los asientos traseros como una camilla improvisada para el noruego, y el conductor usaba todos los atajos posibles para llegar más rápido a la filial militar, supuestamente "aliada" en son de paz con los ingleses.

—Dime si duerme —murmuró el de prominentes cejas a su compañero.

Éste miró por sobre su hombro y se asomó lo menos posible para observarlo. El chico yacía tendido en el asiento, con los ojos cerrados y una notable mueca del padecimiento del dolor; en el brazo derecho tenía atada una remera empapada en sangre, y parte del rostro estaba cubierto con una gasa húmeda. Era todo lo que tenían para asistirlo hasta llegar a la base.

Sin más, se recargó nuevamente en el asiento, dando un largo suspiro. —Estoy seguro de que sí.

El otro estaba a punto de protestar por la forma en que le hablaba, sin ser claro, pero tan solo se limitó a observarlo de reojo. —Ha sido un gran susto... ¿No crees?

—Sí... ¡Pero es gratificante verle bien ahora!

—¿Bien? —repitió con el ceño fruncido—. No, Patryk, nada de esto está "bien". Vivos o muertos, la misión fue un desastre, ¡otra vez! El jefe nos degollará.

—Querrás decir que nos degollará, sólo a nosotros dos.

—Es lo que quería decir, de todas maneras —contestó con aires de resignación, para luego volver a calmarse, no debía perder la salida de la ruta—. Al menos... detuvimos la hemorragia. De no haber sido así, ya sería otra baja más, o habría perdido el brazo.

Patryk esbozó una pequeña sonrisa, girando su cabeza para ver el camino, lleno de campo verde y algunos animales de granja. —Así es, de no ser por el pequeño curso de medicina auxiliar que tomamos... ya sería una baja más.

—¿Sabes qué, idiota? —gruñó, más que nada para llamar la atención del hombre; al tenerla, le dedicó una breve sonrisa—. A veces tus ideas preventivas no son tan inútiles.

Llegaron al ocaso, identificándose ante los guardias y estacionando el coche en una sección destinada a los vehículos civiles y de encubrimiento. Ambos soldados cargaron con el muchacho ensangrentado, pero fueron interceptados por un asistente que ya había llamado al personal médico.

—Tiene una herida abierta y profunda en el brazo, quemaduras en, al menos, la parte derecha del rostro... No nos dejó revisar más, no sabemos si tiene fracturas —informó Patryk al personal, mientras ellos colocaban cuidadosamente al nuevo paciente en la camilla, para posteriormente llevárselo—. Eh, ¡Sean suaves con é–

Fue interrumpido por un codazo de su camarada, apresurándose a decirle por lo bajo. —Nos llama el Líder Rojo, estamos fritos. Además... ¡claro que tendrán cuidado con él, son médicos especializados! —Negó con la cabeza y desvió la mirada, tirando la colilla de cigarrillo que tenía en los labios. —No perdamos más tiempo.

Se apresuraron a entrar al edificio central de la base, simulando sus nervios y arreglando sus chaquetas en el camino. No tenían un rango lo suficientemente relevante como para ser llamados personalmente por el Líder Rojo, el actual "jefe de jefes" de la Armada activa, y por eso mismo no tenían ni la más remota idea de lo que sucedería en la entrevista con él. De los dos, Patryk estaba más relajado, lo que descolocaba al contrario. ¿Acaso no entendía dónde se metían? ¿No entendía que no podía esperarles nada bueno?

Sin embargo, en vez de decirle algo siquiera, trató de imitarlo, pues tal vez inspirarían una mejor impresión sin temblar internamente ni ponerse tan nerviosos. A fin de cuentas, él tampoco sabía qué sucedería exactamente.

Antes de entrar un teniente, que ambos ya conocían muy bien, les dijo que debían esperar a tener noticias de Tord del pabellón hospitalario, pues el Líder no los recibiría sin él. Ambos tomaron asiento donde pudieron, con sus rodillas temblando como polluelos asustados.

Al retirarse el teniente, pudieron relajarse mínimamente.

—¿Sientes eso...? —preguntó uno, hablando de manera disimulada.

—¿Qué cosa, Paul?

—El frío... El frío en el cuello, como si ya sintiéramos el cañón de la pistola allí.

El de cabello castaño oscuro arqueó una ceja, señalando a un lado. —Ese frío es porque estamos sentados cerca del aire acondicionado.

—... Oh.

Lamentarlo no es arrepentirse『 #1 』Where stories live. Discover now