Cap. 5: Aquellas estúpidas cartas. [Parte II]

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N/A: ¡Por fin, volví, saliendo vencedora de la batalla contra mi bloqueo! (Sí, fue eso lo que pasó, entre otras cosas). En fin, esta vez como elemento multimedia hay, bueno, otra canción de Pink Floyd como ambientación, salvo que esta vez la letra tiene más conexión con el capítulo. Recomiendo oírla si es que se quiere encontrar el sentido a mi elección.~

En cuanto a la portada, la volví a cambiar, cosas de la vida. (?) Gracias nuevamente a la bella ragazza gimmethenoodles (sos lo más ✨).

Ahora sí, espero disfruten del capítulo, y muchas gracias por los nuevos votos y comentarios (ya son +500 leídos, omg). ♡

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—Ni lo digas... amigo.

La conversación habría terminado allí, de no ser por cierto detalle que no pudo escaparse a mi razonamiento. Y es que, de entre las cosas que les ocultaba, se hallaba mi capacidad de lectura del lenguaje corporal, el cual me dictaba que el chico frente mío se estaba conteniendo de hacer o decir algo. Notar las manos temblorosas, la sonrisa forzada y la postura tambaleante de Edd era suficiente para percatarme de que no podría contenerse más tiempo, y que, por ende, le podía sacar al instante aquel tema antes de marcharme.

Di unos pasos al frente, mientras que él retrocedía al mismo compás.

—Bien... Tal vez ya sea momento de... que te vayas. Perderás el vuelo. —Musitó, en una clara actitud defensiva, apartando su mirada.

—Aún tengo tiempo. —Respondí, dispuesto a intervenir. — ¿Sucede algo?

Sin bajar mi vista, pude notar que apretaba sus puños, y cerraba los ojos, en un último intento por detenerse en lo que fuera que quería hacer. Lo conocía muy bien, no se contendría más tiempo que tan sólo un par de segundos. Y así fue; impulsándose al acortar la distancia por un paso, me tomó de los hombros y volvió a mirarme, apretando sus labios. Comprendí que ello no era lo que buscaba realmente, por lo que extendí mis brazos y lo recibí, el cálido y reconfortante abrazo fraternal de Edd, el mismo que nos solía dar en las fiestas, en los cumpleaños y en los momentos difíciles. La diferencia, aquella vez, fue que el matiz de la muestra de afecto era más gris, amarga, y triste.

—Te extrañaremos... Tord. —Susurró, como si lo pensara en voz alta, y apretó sin fuerza su agarre.

Correspondí con cierta dificultad, y un nudo en la garganta. La primera vez que apreciar ese gesto me llenaba de angustia, en vez de distraerme de mis planes. Cerré los ojos, sin notar hasta aquel momento que me encontraba sonriendo, ablandando mis sentimientos.

Lamentarlo no es arrepentirse『 #1 』Where stories live. Discover now