3. Una elección algo importante.
El Gran Comedor estaba totalmente lleno. Habían pasado ya los cinco minutos y todos los estudiantes estaban en sus respectivos asientos, curiosos de saber quién acabará en su casa. Y Harry no podía estar más nervioso. Todos los ojos puestos sobre él, expectantes de averiguar en qué casa tocaría, consciente de que si acaba en una casa equivocada, Malfoy y sus amigos le harían la vida imposible...
Era una elección muy importante. Demasiado. Y esa elección estaba puesta en manos de un sombrero parlante.
— Señores, señoras, por favor silencio — empezó a decir Dumbledore. En cuanto esas palabras salieron de su boca, la sala entera quedó sumida en un intenso silencio— . Gracias. En fin, como os iba a contar, hoy es un día muy especial — pequeños murmullos— . Ha habido un contratiempo con la casa de Gryffindor, como bien sabréis, ya que la señora gorda no está dispuesta a seguir con su trabajo. Nos hemos visto obligados a, de manera temporal, dar refugio a los chicos y las chicas de Gryffindor en otras casas diferentes — la mesa de Gryffindor era la más silenciosa de todas— . Silencio, por favor. Bien. Y, para hacer eso, hemos pedido ayuda, un año más, al sombrero para asignaros a todos, de nuevo, en una casa completamente diferente acorde con vuestra personalidad. Eso no significa que no sigáis siendo de Gryffindor, tranquilos. Tomároslo... como una segunda casa, ¿de acuerdo?
Harry se acomodó bien las gafas que resbalaban por la nariz.
— Sólo dormiréis allí, por lo que el partido de quidditch de mañana no queda suspendido. Gryffindor jugará como Gryffindor y, Slytherin, como Slytherin. Buena suerte a todos.
La profesora McGonagall dio un paso adelante, alzó el sombrero y dijo el primer nombre:
— ¡Ron Weasley!
Ron se tensó al lado de Harry y, con paso rápido, llegó allí en un instante. Se sentó en la silla, como cuatro años antes habían hecho, y la profesora puso el sombrero en su cabeza.
— Uf, me temo que me tocarán todos los Weasley — resopló el sombrero— . Veamos, Ron... De Gryfindor, claro. Puede que te vaya bien en... No, mejor en... Espera, ¿qué estoy pensando? ¡Hufflepuff!
La sala se llenó de aplausos de parte de los Hufflepuff y Ron lanzó una sonrisa nerviosa. Se volvió a sentar en su mesa de siempre.
La profesora McGonagall recitó unos cuantos nombre más y casi ninguno, por no decir nadie, pisó Slytherin. Todos los hermanos Weasley fueron a parar a Hufflepuff, Hermione a Ravenclaw y, las demás personas, un poco mezcla de todo.
Y, por fin, esperando con ansias su turno, le tocó a Harry. El penúltimo de todos. El único que quedaba era Neville Longbottom.
— ¡Harry Potter! — exclamó la profesora una vez más. El chico subió vacilante las pequeñas escaleras que le separaban del sombrero y, con pánico reflejado en sus ojos, se sentó en el taburete.
La mujer posó el sombrero en su cabeza.
— ¡Harry Potter! — dijo el sombrero con un tono que no supo descifrar Harry— . ¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal todo por Gryffindor?
— Bien, supongo — contestó con la voz temblorosa. Se obligó a calmarse. El sombrero iba a escoger perfectamente.
— No sabes cuánto me alegro, Harry. En fin, volvamos a ello... Sí, claro, lo que estaba pensando... Sí. Vale. ¡Slytherin!
Todo el color se esfumó de la cara de Harry. ¿Slytherin? ¿Había oído bien? Con una cara totalmente desencajada por el espanto, pudo decir:
— ¿Sly... Slytherin?
— Sí, claro.
— No puedo ir allí, en serio — miró la mesa de Slytherin. Nadie aplaudía—. Debe haber habido un error.
— No hay ninguno, chico. Me temo que no. Ya no hay plazas libres en Hufflepuff, donde tenía pensado ponerte, y en Ravenclaw no tienes nada que hacer. Te queda Slytherin. Buena suerte.
Él negó con la cabeza. Todos los ojos estaban clavados en él, tal y como había imaginado anteriormente. Miró a Draco. Él le respondía con una cara que no auguraba nada bueno. Después, pasó la mirada a Hufflepuff. Todos los Weasley le miraban con pena. Finalmente, miró a Hermione. Se mordía el labio inferior, totalmente preocupada.
Respiró hondo y trató de no perder los papeles. Se levantó como pudo del taburete, pasó el sobrero a la profesora McGonagall y, con las piernas flácidas, se dirigió a su sitio de siempre. Total silencio.
Se dejó caer en su asiento. No podía ser verdad.
— ¡Slytherin! — exclamó de nuevo el sombrero.
Al parecer, a Neville le había tocado el mismo futuro que a él.
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Mi Peor Enemigo || Drarry || TERMINADA y EDITADA
Fanfiction--TERMINADA-- Harry Potter no podía sentirse más desgraciado: la dama gorda se niega a seguir con su trabajo, y el Sombrero Seleccionador debe trabajar de nuevo. Y Harry tiene que acabar en alguna casa. La pregunta es, ¿cual? También...