Capítulo 36

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-¡No quiero que me toque! —exclamé y recibí otra bofetada.

-Aquí se hace lo que yo diga.

Quitó las cuerdas de mis manos y pies. Con el mismo cinturón que me hubiese azotado minutos atrás vuelve a golpearme. Es como si me desgarrara la piel cada vez que roza mi cuerpo, la palabra dolor es muy pequeña para lo que siento ahora.

-No me pegues más, por favor —rogaba.

Ya no resistía otro golpe, era insoportable. Escuchaba como reía, disfrutaba verme llorar, hacerme sufrir, de eso vivía. Se hacía el sordo, me pegaba sin piedad, de momento mi cuerpo sangraría. Me toma de los brazos y me sienta otra vez. Uno de mis ojos ha sufrido alguna lesión, o eso creo, porque casi no veo nada.

-Pero si estoy empezando, al parecer no eres tan fuerte como decían.

A penas respiraba, preferiría mil veces que me matara en casa el desconocido que fue aquella vez, habría sufrido menos.

-Quiero agua —arrastraba las palabras.

Mi boca está seca de tanto que he llorado, he perdido todas las fuerzas.

-¿Quieres agua? No me digas, yo quería que la empresa me perteneciera y tú me lo complicaste. Así que estamos a mano, cariño —dijo—. Bien, ahora cuando me llamaste dije que tenía cosas que mostrarte, pero antes debo decirte que eres muy inteligente, pero el juego no te duró mucho. ¿Hasta cuándo querías ocultarme que el cabrón de tu novio era militar? O no, ¿Creías que el realmente te amaba? Por Dios, Leona, ya eres muy grande como para creer en cuentos de hadas.

¿Cómo lo supo? ¡Oh no! Esto no debe ser verdad.

-No sé de qué hablas —dije.

-¿Qué no sabes? —tira de mi cabello—. ¡¿QUÉ NO SABES DE LO QUE TE ESTOY HABLANDO?! ¡Por supuesto que sabes! Nos ocultaste a todos que él era militar, pero era por mí, ese hijo de puta quería encontrarme y luego dejarte.

-¡Eso es mentira! —grité.

-No tengo por qué mentir, tengo las pruebas, dame un minuto.

Busca algo en un pequeño armario que hay al fondo, saca un disco compacto y un sobre de color blanco.

-¿Qué es eso? —pregunto.

-Las pruebas.

Colocó el CD y apareció Max y si no me equivoco también está Blake.

-Regresaste rápido, ¿qué tal te fue? ¿Lograste conseguir algo?

Era un conversación de ambos, no sé de qué información hablaban.

-Claro que sí, ya no necesito más nada, todo está resuelto.

-¿Qué harás ahora que sabes todo?

-Terminaré con todo esto, ya será otro problema menos.

Quitó el disco, no, no podía ser verdad. ¿Todo este tiempo me estuvo utilizando para atrapar a mi tío? Con razón me terminó aquel día en su casa antes de querer remediar las cosas. Las lágrimas salen sin control, corren como río en mi rostro, le había entregado mi corazón y alma a alguien que sólo los utilizó, me llena de enojo saber que confié tanto en sus palabras, todo lo que pasamos, lo que vivimos, para él siempre fueron nada.

-Que lástima, Leona, pero dicen que el karma se las desquita ¿no? Por querer ayudarlo a él, te jodiste tú. Ahora estamos a mano.

No podía creerlo, había sido traicionada de la manera más tonta y fácil. Me enamoré de un mentiroso, un desgraciado.

-Y ahora las fotos, es una de mis partes favoritas —se emociona—. Vamos abre el sobre.

Con miedo destapo el papel y me impacta lo que veo.

-No, ese no es él —lloré.

-Sí que sí —sonrió—. Según investigué es su ex prometida, ya ves lo poco que vales, si te mato te haré un favor. Y pensar que huiste de mí y de todos por un mes, a él le valió un coño, que mal te va, sobrina.

En mi corazón se forma un sentimiento de rencor tan grande que si la llegada de Dios fuese hoy, me quedaría sólo por el odio que ahora siento.

-Mátame de una buena vez —le rogué—. Prefiero morir a seguir viviendo con este pesar, ya me doy por vencida, ¡MÁTAME! —grité.

-No pensé que me harías esto tan fácil, pero yo cumplo los deseos de los demás siempre y cuando sean estos.

No sé en qué estaba pensando pero creo que es la mejor solución. ¿Vivir? ¿Para qué? Si seguiré siendo la misma mísera mierda de siempre. De tanto que me había movido se flojaron las cuerdas y pude sacar las manos, aún las tenía atrás para que no sospechara, traté de hacer lo mismo con los pies pero me fue un poco difícil hasta que lo conseguí. Aproveché que dio la espalda me puse sobre mis pies, aunque ya no tenía tantas fuerzas pensé en todo lo que había hecho y me restauré lo mínimo. "Así mismo se retorcía tu madre lo único que ella estaba en llamas.." "Vamos a divertirnos como en los viejos tiempos, sobrina"

Tomé un bate de metal que había en la esquina de uno de los estantes y le pegué cerca de las costillas.

-¡NOS VAMOS A MORIR LOS DOS! —enterré el bate en su estómago—. ¡Al diablo todos!

No me di cuenta cuando me sujetó de un pie y caí al suelo. Entró una bala en la recámara de la pistola.

-¡Que quieras morir no significa que debemos pagar todos! —golpeó mi estómago—. Feliz viaje al infierno, sobrina.

Me convertí en una pequeña bola en el suelo. Cerré los ojos y al escuchar el disparo me estremecí, pero no sentí dolor alguno, abrí los ojos y vi a Max. Tenía los ojos inyectados de sangre, y el rostro humedecido. Quizás estuvo llorando. Recuerdo todas esas fotos y los vídeos y no puedo soportar el llanto, me había engañado totalmente.

-¡ARRUINASTE MI MUERTE, IMBÉCIL! —lloré.

Corrió hacia mí y me abrazó. ¡Dios! Cuánto lo necesitaba, su magnífico olor, todo de él. Pero ya todo estaba por el suelo, todo estaba perdido, ahora mismo lo que sentía era odio. Sentí que por mis piernas bajaba algo, me solté de los brazos de Max y vi un flujo de sangre. Lo miré y tenía la misma expresión que yo. ¿QUÉ DIABLOS ES ESO? Sus ojos se apagaron, se volvieron tan oscuros, su expresión cambió.

-No —dijo—. ¡POR FAVOR QUE NO SEA CIERTO!

¡¿Qué coños dice?!

-¿Qué me pasa? ¡Estoy sangrando! ¡Maldición estoy sangrando!

Mi cuerpo se debilitaba, a penas sentí cuando el lugar se llenó de personas.

-¡Tiene una hemorragia interna! —gritó alguien, pero ya se había acabado la última gota de fuerza que poseía mi cuerpo.

*****

Bajo Las Alas De Un Soldado©Where stories live. Discover now