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Unas noches después, Martha no podía dormir y sus ojos cayeron sobre el ordenador. Eran las cuatro de la madrugada y aunque hubiera abierto su perfil en el Facebook nadie le habría escrito nada. Quien podía estar despierto a esa hora y sobretodo con el ordenador encendido, mirando el facebook. Encendió el ordenador, mirando como la pantalla se encendía, hasta ver la imagen de su hija. Era de unos meses antes, pero María parecía tan diferente. Tan pequeña.
Tomó un respiro profundo y abrió su perfil facebook. Había un montón de notificaciones. Leyó las últimas cinco, pero no eran nada importante. Buscó el grupo qur administraba Nuevas historias, nuevos escritores. Vio algunas cosas publicadas ese día, también leyó dos recenciones de unas nuevas novelas escritas por Mauri y Cynthia. Estaba viendo unas foto de un compañero del colegio que se había ido a Tailandia cuando el sonido de un mensaje llamó su atención. Cerró los ojos antes de ver quién era. Cuando tuvo bastante coraje miró la parte baja de la página. Era Diego, uno de sus amigos escritores. En el grupo se aseguraba que todos respetarán las reglas. Abrió el mensaje.

¿Martha?

Su nombre estaba ahí, llamándola. Era como si él estuviera intentando contactarla. No quería hablar con nadie, no habría contestado.

Martha, ¿estas ahí?

Diego volvió a intentar.

Sólo quería preguntarte como estás. Han pasado meses desde la última vez que he visto tu nombre entre los amigos on-line.

Martha se sintió culpable. Nisiquiera había saludado nadie. Solo había escrito a Cynthia lo que le había pasado, que lo sentía pero que necesitaba desconectar del mundo. Habría querido, pero el miedo de recibir preguntas que no le habrían gustado la bloqueaba. Él seguía escribiendo.

Vale, si no quieres contestar no pasa nada. Necesitas tiempo, lo entiendo. Cynthia nos ha dicho lo que te ha pasado y solo quería decirte que lo siento mucho. Aunque nunca nos hubiéramos visto, te conozco bien y se que eres una buena persona y una escritora preciosa. Tu imaginación siempre consigue dibujar paisajes hermosos en mi mente.

Martha leía con atención, mientras una pequeña sonrisa triste se dibujaba en su rostro. Aunque lo que él estaba escribiendo fuera verdad, ella había prometido a sí misma no volver a escribir en su vida. Su mente volvió a la última novela de Diego. Era una marvillosa historia de amor. Él sabía escribir palabras tan intensas, historias tan románticas, que las emociones te quedaban adentro.

No quiero escribirte que estas cosas pasan a mucha gente y que todos siguen viviendo, porque cada uno de nosotros es diferente y cada amor es unico y especial.

Una lagrima recorrió su rostro. Había olvidado como eran sus amigos en la red, como podían estarle cercanos con sus palabras y sus corazones, como podian leer en ella y en su mente.

Ya se lo que estaras pensando. Ya se que has prometido a este universo no volver a escribir ni una palabra, porque una parte de ti culpa a ti y tus sueños por lo que ha pasado. Pero te ruego de pensarlo bien, porque hay mucho talento en ti. Nunca me han gustado las novelas de fantasía, pero las tuyas son diferentes, son unicas, como si pueda verte en ellas. No se si me explico, es algo complicado.

Martha leyó esas palabras una y otra vez, queriendo que se quedaran en su mente para siempre. No habría dado alguna respuesta, pero Diego seguía escribiendo.

Aunque ahora pienses que puedes acabar, no será así. Algún día te despertaras y tu mente será tan llena historias y personajes que no podrás no volver a escribir. Esto es parte de ti y siempre lo será.

En su corazon Martha sabía que él tenía razón, pero no queria hacerle caso en ese momento. Estaba a punto de cerrar la página, cuando llegó otro mensaje.

Ya se que no quieres contestar, pero ¿sabes que puedo ver si has visto los mensajes u no?

La fuerza de tus palabras (Editando)Where stories live. Discover now