Capítulo 2 - Falla.

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—¿Pelea? —sentí la fuerte mirada de Mary en mi espalda mientras me dedicaba a buscar algo que ponerme para la fiesta de esta noche.

—Sí, pelea. —suspire sabiendo que ella no me haría nada fácil la situación. No entiendo porque tanto problema, era una simple pelea.

—Isabella, ¡no puedes pelear! —me regaló una de sus miradas de pena.

—Puedo y lo haré. -sonreí.

—¡Claro que no lo harás! —dijo acercándose rápidamente hacia mi. —Llamaré a Julian y el te encerrará, si... el hará eso. Luego te podríamos atar a una silla como hacían en una de esas películas viejas que le gustaban a tu padre. —aplaudió como si esa fuese la mejor idea que había tenido en toda su vida. Decidí desconectarme del mundo y dejar de escucharla. Todo estaba decidido hace semanas y no estaba dispuesta a cambiar el orden de las cosas. Mucha gente había ayudado a Matt a organizar todo; haría esa pelea.

—Bella, ya basta de hacer eso.

—¿Hacer qué? -sonreí, encontré lo que buscaba. Tema ropa, solucionado.

—Desconectarte del mundo e ignorarme. Sabes lo mucho que eso logra molestarme. —tomó el vestido que tenía entre mis manos y obviamente no dudó en regalarme su opinión sobre él. Claro que era un regalo que yo no necesitaba, pero que ella iba a darme de todas formas.

—Bonito, sutil y digno de una linda chica que no irá a ninguna pelea al día siguiente.—bufé al escucharla. ¿De verdad seguiría con esto?

—Mary, te diré algo. En verdad me caes bien. En verdad me gusta ser tu mejor amiga. —ella susurró algo que no pude descifrar asi que continué con mi discurso. —En verdad amo que estés a mi lado hace diez años y en verdad, en verdad no me interesa lo que tengas para decir... Porque quieras o no, hare esa pelea. —le di mi mejor sonrisa, tomé el vestido que aun tenía en sus manos y entre al pequeño baño de mi habitación para poder cambiarme.

—¡Te odio! —gritó mientras podía escuchar que buscaba algo entre mis cosas.

—¡Si me odias tanto no robes nada de mi cuarto! —sonreí al verme en el espejo. El vestido era sencillo pero lograba tener su magia.

—¡No es robar si lo que busco es algo que te preste hace cinco años! —volvió a gritar mientras reía. ¿Algo de ella aquí? ¿Hace cinco años? Posiblemente si, la mayoría de sus cosas estaban en mi cuarto. Eso pasa cuando tienes una mejor amiga que ama prestarte cosas y al mismo tiempo ama quedarse a dormir en tu casa.


Una hora más tarde nos encontrábamos estacionando frente a la casa de Julián, nuestro mejor amigo, mientras yo intentaba colocar algo de música desde mi celular. Siempre es bueno rellenar los espacios en blanco con música. Kate, la madre de nuestro amigo, salió corriendo por la puerta de la gran casa hasta llegar al auto donde nos encontrábamos.

—Bella, Mary, prometan que no beberán mucho esta noche. —dijo mientras nos dedicaba una pequeña sonrisa mezclada con una mirada que describia el terror que sentia al dejarnos salir de noche. Ella era una gran madre y la considerábamos tan nuestra como de Julián.

Cuando Mary y yo teníamos siete años, Elena, la mujer que se hacía llamar su madre, decidió que era gran momento para desaparecer de su vida. Y así lo hizo. Dejó la pequeña niña sin una madre... ni un padre. Kate y su esposo no dudaron ni un instante en adoptar a Mary. Luego de un año, idas y vueltas, orfanatos, lagrimas y unos cuantos meses, la familia Colem, logro obtener la adopción de mi mejor amiga.

—Lo prometemos. —agregó Mary rápidamente.

—Gracias chicas, ¿Vendrán a dormir aquí esta noche? —dijo mientras soltaba lo que parecía un suspiro de tranquilidad.

Entre dos mundos Where stories live. Discover now