Capítulo 8 - Detalles.

1.1K 163 72
                                    

—Madre, ya te he dicho que estoy bien. —respondí por lo bajo. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que ella ha preguntado eso en esta conversación.

—¿Estás seguro, cariño? Tu sabes que puedes contarle a tu madre cualquier cosa. —dijo mientras la escuchaba moverse por su oficina.

—Estoy bien. —repetí.—Solo... he conocido a una chica. —solté y quité el celular de mi oído antes de que sus gritos de emoción me dejaran sordo. Ella y sus cosas de mujeres.

—Oh mon Dieu! Quelle émotion! Comment est-il appelé la belle fille? Il doit être une très jolie fille! je le sais! —gruñí por lo bajo. Me estaba hablando en francés, en su estúpido francés. No tenía nada en contra de tal idioma, pero el haberlo escuchado toda tu vida hacia que te canses un poco de él.

—Madre... para ya. —dije con voz fría. Eso hizo que ella se callara, al fin.—Es solo una chica. Todavía no estoy seguro de que ella sea la indicada. No se tanto de ella como para convertirla en la próxima reina de Bélgica. —la escuché suspirar. ¿Por que las mujeres tienen que ser tan jodidamente románticas? Cállate idiota, deja de mentirte, sabes que si es la indicada.

— Cariño, si te fijaste en ella, si me estas hablando sobre ella... entonces ya lo es. —intentó convencerme aunque ya lo estaba. —¿Cuando le dirás que Bélgica la espera? —escuché su risita de niña pequeña y di por finalizada la llamada.

Tiré el celular por algún lugar de la habitación y me recosté sobre la incómoda cama de Matt. Debo comprar otra antes de que me quede sin cuello. Tome la almohada y hundí mi cabeza en ella. Maldita sea, su perfume todavía estaba allí.

Desde aquella mañana en la que había ayudado a la rubia y la había traído a casa, su olor estaba impregnado en cada espacio que ella había recorrido.

Tenía que admitir que me llamaba la atención. Si, jodidamente me llamaba la atención. Ella tiene algo que las demás chicas de aquí, que he conocido, no tienen. Tiene muchos secretos, de eso estoy seguro. Se le nota en la forma de hablar, en lo cuidadosa que es cuando esta por decir algo. Pero también tiene eso, eso que la hace parecer mala, valiente, fuerte. Desde el momento en que la vi supe que nada seria fácil con ella, por eso decidí ignorarla. Pero después de pensarlo demasiado y darle mil vueltas al asunto, creo que estoy dispuesto a saber cuán difícil puede llegar a ser, porque creo que es ella la persona que necesito a mi lado. Mierda, eso sonó demasiado cursi.


—Hey, ¿Qué haces ahí tirado en la cama? —habló mi primo al entrar a la habitación. —Ugh Will, debes limpiar un poco este lugar. —reí y tomé una de las remeras para tirársela en la cara. —Eres tan gracioso.—dijo tirándome otra vez la misma remera. La acerqué hasta mi nariz y si que olía mal. Creo que necesito comprar ropa nueva.

—¿Tu no tendrías que estar en el gimnasio?—pregunté. Era muy temprano para que el este aquí.

—Todo estaba muy aburrido allí. Todos mis boxeadores están en sus casas. —contestó mientras se sentaba en la cama. Contuve la risa al ver la cara que puso cuando sintió el duro colchón.  —Uh, amigo, creo que debes cambiar esto. —dijo para volver a levantarse.

—Eso mismo pensé yo cuando dormí la primera noche aquí, Matt. Eres un muy mal primo. —le saque la lengua siendo demasiado infantil y él se rió. En ese momento, una idea vino a mi mente y decidí comenzar a probar la dificultad de la rubia. —Primo, ¿cuál es el piso de tu amiga? —pregunté como que no quiere la cosa. Su mirada cambio a una llena de curiosidad.

—¿De Bella? -dijo y asentí. —¿Para qué quieres tú su número de piso? —preguntó.

—No vale responder con preguntas, imbécil. —dije con voz fría mientras él me fulminaba con la mirada. —Necesito llevarle unas cosas que se olvido el otro día aquí. —el mono de mi cabeza quiso aplaudir por lograr encontrar una idea tan rápido.

Entre dos mundos Where stories live. Discover now