Capítulo 4 - Bélgica.

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—El reino está en problemas. Necesitamos que alguien asuma en la menor cantidad de tiempo posible. —escuchaba los comentarios de todos los miembros del parlamento mientras fijaba mi mirada en un cuadro que estaba detrás de mi hermana. Pintoresco para estar en el palacio, pensé.

—El no asumirá ahora, no está preparado para tan enorme paso. —mi madre intentaba ayudar en el asunto. Yo prefería permanecer en silencio. Cualquier comentario hará que todo se acelere.

—El tiempo logrará que el joven Montero este preparado. —dijo uno de los tantos hombres que rodeaban la gran mesa. Nunca comprendí porque vestían tan ridículamente. —El país no puede estar sin alguien que cumpla con el reinado. Alguien debe manejar todo lo que pasa en el. —agregó.

—Yo opino que deberíamos darle más tiempo. —habló mi madre tomando la palabra. —Pedimos seis meses para el príncipe Will. —ella estaba pidiendo más de lo que podíamos obtener. Yo lo sabía. Seis meses estaban perfectos. Algo así como unas estúpidas vacaciones antes de regalarle tu vida a un país. —Mi hijo pasará el resto de su vida en este castillo, dedicando horas y horas para que todo funcione a la perfección. ¿No creen ustedes sensatos hombres, que deberíamos darle algo de tiempo para que disfrute de su juventud? —agregó mirando firme hacia el frente. El silencio inundó la sala de juntas del palacio. Mi madre me dedicó una mirada rápida y me paré.

—No hay que darles pie a la duda, madre. Tomaré seis meses de descanso para luego venir al palacio a cumplir con todas mis obligaciones. —mi voz salió más fuerte de lo que esperaba. —El plazo dado en un principio era de un año. Estoy pidiendo tan solo la mitad. Mi padre habría aceptado eso, ¿no creen, señores? —agregué con voz firme. Nadie iba a pasarnos por encima.

Cuando mi padre, el rey Rafael, falleció en aquel trágico accidente aéreo, los planes para asumir mi mandato cambiaron completamente. El deber llamó tan rápido a la puerta que no pudimos ni siquiera apagar el timbre, aunque igual lo hubiéramos escuchado ya que habría golpeado. No teníamos timbre. Gran parte del parlamento decidió que el príncipe Will, sí, yo, el único hijo varón del difunto rey Rafael Montero, debía asumir su cargo antes de lo planeado. Mi madre no estuvo de acuerdo. Yo tampoco lo estaba.

Pase toda mi vida en este gran castillo y no me quejo, claro que no lo hago. Tuve todas las comodidades que un niño podría necesitar. Canchas de futbol, de tenis, de cualquier deporte que se me cruzara por la cabeza. Si, fue una infancia muy entretenida. Hasta que empezaron las clases de modales, de leyes, y de muchas otras cosas que odio recordar. Sabia, desde pequeño, que en algún momento yo iba a ser el rey de este país. Me lo explicaron, sí, sí que lo hicieron. Me lo dijeron de mil formas distintas. Tanto que lo comprendí y comencé a amar lo que el mandato traía con él. Me encantaba la idea de pensar que en algunos años todo iba a ser mío. Pero todo el plan cambio cuando sucedió el accidente. Fue una tragedia para nuestra familia. Me convertí en hombre, de un momento para otro. Tenía muy claro que quería y debía hacer con mi futuro. Quería viajar, conocer el mundo. Quería tener un titulo, además de ser rey de un país. Quería hacer todo eso y más antes de cumplir los 21 años. Pero todo cambio.

—El parlamento ha decidido. —dijo un hombre con cara de pocos amigos. Nos dio una mirada a todos y comenzó a explicar. —Se le otorgarán seis meses más como príncipe al joven Will Montero, en los cuales deberá cumplir con los siguientes puntos para poder asumir como Rey de Bélgica. —se aclaró la garganta y continuo. Esto no será nada bueno. —El parlamento informa que el joven Will Montero deberá conseguir en el plazo de seis meses una mujer que cumpla con las necesidades del título de Reina, para acompañarlo en dicho reinado. De no ser así el joven perderá todo derecho sobre tal cargo. —mierda... —Todos los presentes consideramos que es necesario que el próximo Rey de Bélgica tenga una mujer a su altura que pueda cumplir con la parte del mandato que le corresponda, así como durante los últimos veinte años lo hizo la Reina Gianna, esposa del difunto Rey Rafael. —me levanté, listo para irme, cuando el hombre siguió hablando. —También consideramos necesario que durante los seis meses el príncipe Will deba seguir con los estudios sobre las leyes de nuestro país. Dicho todo esto, finalizamos la junta. Pueden retirarse.

Entre dos mundos Where stories live. Discover now