Capítulo 3 - Bronx.

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—Perdón Bella, en verdad lamento el no poder ir. —escuché como Mary se disculpaba desde el otro lado de la línea. —Sabes que odio esos lugares y en verdad me siento realmente mal luego de la salida de anoche. Recuérdame no tomar la próxima vez. —hice puchero. Ella no podía verme, pero los que si podían verme eran Matt y Will que se encontraban en los asientos delanteros del auto y estaban viendo todo lo que hacía. Aclaré mi garganta y ambos despegaron sus ojos del espejo retrovisor para volver a sus asuntos.

—De acuerdo, no pasa nada. Estaré sola, como siempre. —suspiré.

—¡Hey! Es solo por hoy, prometo acompañarte en otra ocasión. Además, no te preocupes por nada, Julián estará allí para ti. —había dejado de escuchar después de la primera oración.

—Con que próxima vez... —susurré mientras contenía una sonrisa.

—No quise decir eso, no quiero que pelees. —dijo rápidamente. —solo que... diablos. Te acompañaré la próxima vez. —bufó frustrada mientras mi sonrisa salía a la luz.

—Debo colgar, estamos llegando al club. —dije cuando vi que nos acercábamos a la dirección que Matt le había dado a su primo.

—Te llamo luego, ¡Suerte! —gritó y tuve que alejar un poco el celular de mi oído. Ella lograba tener una voz muy escandalosa cuando se lo proponía. —¡Vuelve viva a casa! —soltó rápidamente antes de dar por finalizada la llamada. Rodé los ojos ante su exageración y guardé mis cosas otra vez dentro del bolso.


Unos segundos más tarde nos encontrábamos en el estacionamiento de Bronx, el centro deportivo donde se realizaban todas las peleas. Matt estiro su brazo al asiento trasero del auto donde me encontraba y tomó mi bolso para poder bajar con él. Cuando logramos encontrar un buen lugar de estacionamiento, nos acercamos a la gran entrada. Bob, uno de los hombres de seguridad de Bronx, nos recibió con una sonrisa mientras tachaba nuestros nombres de su larga lista y agregaba a Will en ella. Nos colocamos los pases que le hacían saber a todo el que te mirara que tu trabajabas ahí, y comenzamos a caminar hacia el pasillo de la muerte, así era como mi entrenador había nombrado al oscuro lugar por donde debíamos pasar para llegar a los vestidores.

Abrí la puerta y sonreí al encontrar a Julián esperándonos dentro. Corrí a abrazarlo y el rápidamente me envolvió con sus brazos mientras me susurraba lo bien que había dormido sin escuchar mis ronquidos en el cuarto de al lado al de su habitación. Reí. Mientras le pegaba amistosamente en el brazo. Maldito bastardo.

—Hola Julián —saludó Matt mientras pasaba por su lado y golpeaba amistosamente su espalda. Al darse cuenta de que mi amigo no tenia puesta la ropa que le correspondía, le dedicó una mirada furiosa y no dudó en agregar: —Ponte la remera del equipo ahora mismo, o te partiré tu preciosa cara. —dijo mientras abría su bolso y sacaba de el las remeras blancas que tenían escrito en la parte delantera Team Betmen. —Tu también ponte esto Will. —este levanto la mirada de su celular y observó la prenda que su primo le tendía con cierta desconfianza. —La remera no te comerá, primo. No es como las que tu estas acostumbrado pero tiene su belleza. —Will bufó y se coloco la remera bajo la atenta mirada de todo el equipo.

—¿Quién es Betmen? —preguntó sin darle demasiado interés. Le dedique una mirada rápida a Matt. Me pegué mentalmente al recordar que Julián también estaba allí y que el no dudaría en responderle. Cuando mi amigo estaba por comenzar a hablar lo interrumpí.

—Una de las boxeadoras que Matt entrena. —dije rápidamente.

—Interesante... —susurró volviendo a prestarle atención a su celular. Suspire. El secreto estaba a salvo.

Entre dos mundos Where stories live. Discover now