VI

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Volteó rápidamente y se espantó al darse cuenta de la cercanía del tipo. Ahogó un gritó y dio bastantes pasos hacia atrás. Era más alto que él, piel oscura y cabello gris. Sin embargo, poco le importó al castaño la apariencia del otro.

— ¿...Q-quién eres tú? —preguntó en un hilo de voz.

— No respondas a mi pregunta con otra. ¿Dónde está Sehun? ¿O es que ya ha muerto por gilipollas? —su tono se había suavizado un poco y Luhan respiro hondo, aunque luego lo observó confundido por sus palabras.

— Estoy aquí, imbécil. Las personas se bañan, ¿sabes eso? Lo dudo. —el susodicho salió del baño completamente tranquilo secándose el cabello mojado con una toalla. — ¿Qué es lo que quieres, Jongin?

¿Jongin? Le sonaba ese nombre de algún lado...

— No creo que quieras hablarlo en frente de este. —señaló al castaño, quien enarco una ceja.

— Me llamo Luhan. —dijo con voz firme.

— Cómo sea.

— Luhan, él es Kim Jongin, un amigo. Lamento su estupidez y falta de modales. —habló Sehun con el mismo semblante de tranquilidad que lo caracterizaba.

— ¿Y todos tus amigos cuando les abres la puerta se ponen detrás de ti a la velocidad de la luz sin siquiera decir "hola"?

— No sabe cómo tratar... con personas. Como verás, no es muy amigable.

— No hables de mí como si fuera un jodido animal. Solo hice eso porque no tenía tiempo para saludar, de verdad tengo que hablar contigo. Si quieres que hable en frente de este, pues bien. Resulta que...

— Luhan, ¿podrías dejarnos solos? —preguntó Sehun.

— Podría. —Sonrió divertido y luego bufó al ver la expresión seria de los presentes. — Bien, me voy.

— No, mejor... déjalo, nos vamos nosotros. — abrió la puerta y el de cabello gris asintió, dando un paso delante de él.

Luhan realmente no esperaba eso. Adiós plan de escuchar la conversación escondido.

— ¿Qué tanto tienes que ocultar, Sehun? —susurró, aunque el aludido lo escuchó y le dirigió una última mirada antes de marcharse.

Media hora pasó sentado nuevamente en aquel sillón, que seguramente estaba cansado de su jodido trasero apoyado en él, hasta que una lamparita se prendió en su cabeza...

La habitación de Sehun.

— Esto está mal, esto está mal, esto está mal. —se repitió mientras subía las escaleras. Sin embargo, en ningún momento pensó en echarse atrás. — Bien, es solo entrar y ver. Nada de revisar entre sus cosas. — respiró hondo y entró.

Era igual a su habitación, solo que con más ropa desparramada por el suelo. Creyó que encontraría alguna foto o cuadro de la familia del abogado, pero no había nada. En la mesa de luz solo había una pequeña libreta la cual tentó a Luhan. Contenía muchísimos números de teléfono, deducía que eran de sus clientes. Para su sorpresa, los primeros eran los de sus padres y su casa. Por alguna razón sonrió, sintiéndose importante.

Depositó la libreta en su lugar y salió de la habitación volviendo al comedor.

Y una vez más, se tiró en el bendito sillón.

La voz del tipo no era algo que se le había pasado por alto a Luhan, tampoco el hecho de que su nombre le sonaba conocido de algún lado, lo había oído en alguna parte. Sin embargo el tal Jongin no parecía conocerlo, así que descartaba la posibilidad de haberlo visto antes, de que hayan sido amigos o conocidos. Pero, entonces... ¿por qué esa voz sonaba tan igual a la de sus pesadillas? Además, la forma en la que entró a la casa había sido demasiado extraña. Entendía que necesitaba hablar urgente con Sehun, pero ¿Qué clase de persona hace lo que hizo?

El caso del ciervo » [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora