🌠Capítulo 42: De lo indecible🌠

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Patrick bufó en cuanto la vio.

—Recuerdo haberte dicho que no me siguieras.

—¿Y cuándo he hecho yo lo que me dices?

Se sentó sobre la hierba junto a Patrick. El chico no tuvo más remedio que dejar que se quedara. Giró la cabeza lejos de ella, pero le fue inútil. Ya lo sabía.

—Mírame.

Patrick no le obedeció, por lo que Grace decidió tomarlo por la barbilla, obligándole a verla a los ojos.

—Estabas llorando —le dijo, sin la mayor delicadeza.

El chico sacudió la cabeza, liberándose de su amiga.

—¿Tan mal es? —le preguntó esta.

—¿Qué cosa?

—Tu Vida Terrestre.

—Todo lo contrario. Mi vida es realmente maravillosa. —Le sonrió, porque de verdad lo sentía—. Mi familia, mis amigos... todo es grandioso.

Ella le sonrió; suspiró con alivio. Pero al instante, su interés en él se fue transformando en una preocupación de la que Patrick no quería participar.

—¿Cuál es?

—¿Cuál es qué?

—La razón, Patrick —le esclareció Grace—. Tienes que tener una razón para que hayas estado llorando. Tú no eres de los que lloran por cualquier pequeñez. —Se acomodó, dándose cuenta de la conclusión preocupante a la que había llegado—. Tú nunca lloras. ¿Qué fue lo que viste, Patrick?

—Grace, déjame solo.

—No. Cuéntame.

—¿Por qué? ¿Acaso tú eres muy abierta con tu vida privada? —Grace echó la cabeza hacia atrás—. No tengo motivo para decírtelo. Quiero estar solo, ¿es mucho pedir?

Patrick, intentando alejarse de Grace, se levantó. Mas esta le tomó la muñeca y lo atrajo hacia sí hasta que lo tuvo delante de ella. Lo abrazó con profundo amor, como nunca creyó que ella haría. Patrick le devolvió el abrazo, y pudo volver a llorar. Porque no estaba solo; no tenía por qué estar solo. Y sonrió, agradecido. Grace lo soltó y se quedó en silencio unos segundos, en los que Patrick se secó el rostro con las manos.

—Ten. —Su amiga le tendió unos pañuelos que había guardado en el bolsillo de su pantalón.

—¿Cómo es posible que siempre estés preparada? —No pudo evitar reír.

Se encogió de hombros.

—¿Por qué no mejor me cuentas qué recuerdas?

Y lo hizo.

Le habló de su padre huyendo de la comunidad Amish para quedarse con la mujer que después los abandonaría; de cómo conoció a su mamá y formaron una preciosa familia. Le contó sobre Dominic; sobre Elizabeth... Habló de su vida en general: de sus abuelos, tíos y primos; la granja en la que vivían, la librería en la que trabajaba con su mamá y Nick...

Le habló de Daisy y solo entonces Grace pareció verdaderamente sorprendida.

—¿Me estás diciendo que tienes una novia? —dijo Grace incrédula—. ¿Cómo diablos llegó a ocurrir eso?

—¿Es en serio Grace? Te cuento que Elizabeth es la gemela de mi hermano, ¿y a ti te sorprende más que yo tenía una novia?

—No eres muy atractivo, ni carismático —le explicó ella—; te quejas bastante de la gente, y en general, odias entablar cualquier tipo de relación. Además, tu cabello parece un nido dorado para pájaros. Sin mencionar que eres muy paliducho. ¿Qué chica querría eso?

Coma (Entre comillas, #1) [¡Disponible en las principales librerías de Chile!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora