10- Too fast for love (Con Nikki Sixx)

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Estaba impaciente. Eran las dos de la madrugada, otra vez permitía que lo hiciese. Lo prometió y volví a caer como la peor de las idiotas.
Apagué las luces principales del interior de la casa. Me fui a la cocina donde la luz auxiliar siempre quedaba encendida. Tomé mi libro y me senté en uno de los bancos a esperar. Las tres, las cuatro, y apareció.
Trató de hacer el menor ruido posible, pero no lo logró, a su paso se escuchaba chocar con todos los muebles que estaban contra la pared. Tremenda borrachera se cargaba para ser tan estúpido de tropezar con muebles que no estaban obstaculizándole el paso.
Llegó como pudo a la cocina, encendió la luz, y fue directo a atacar a la heladera, sacó varias cosas para prepararse un sandwich y yo lo observaba con rabia, al ser tan descarado de no haberme visto.

-¿Donde mierda andabas?- pregunté mientras fingía leer mi libro. De reojo pude ver como se espantaba al escuchar mi voz.
-En el cumpleaños de Vince... te lo dije hace tres días... hoy era su cumpleaños.
-Ah... que dato para que yo recuerde lo interesante que es para ti ir al cumpleaños...- me interrumpió con gritando con la boca llena.
-¡No empieces! ¡Déjame comer algo en paz!
-...Lo interesante que es para ti ir al cumpleaños de tu amigo antes de acompañarme a mi exposición.

Su expresión denotaba que obviamente, lo había olvidado. ¿Pero que más daba? la exposición era cosa del pasado y nuestra separación era inminente.
Se acercó a mi con su comida en la mano para intentar ser cariñoso, pero no funcionó. Me levanté antes de que pudiese llegar a tocarme un solo cabello y fue en ese movimiento que hice que lo percibí.

-Ese perfume...- sentía ganas de golpearlo -no es mío.
-¿Qué?- preguntó absorto.
-¡Que ese puto perfume al que hueles no es el mío, Nikki!
-Vamos, nena... ahora no...
-¿Ahora no? ¡¿Ahora no?! ¿Otra vez has estado engañándome?
-¡Solo fue una chica que se pegó a mi toda la noche!
-¡No pretendas que crea eso!- salí a la sala, subí las escaleras con paso firme y haciendo el mayor ruido posible para hacerlo comprender de que estaba enojada.

A los minutos subió. Se quedó en medio de la habitación viendo como guardaba mi ropa dentro de mis maletas.

-¿Qué...? ¿Qué estás haciendo?
-Me voy, Nikki, esto no puede seguir así.
-No... ¿Cómo? ¿Pero a donde irías? Son las cinco de la mañana.
-Así fuesen las tres, con una tormenta horrenda allá afuera, un calor de los mil demonios o un frío antártico, me iría igual. Lo haría en esos momentos, pero como no sucede nada de eso, me iré de todos modos.
-No... no, no, no, no, vamos, amor, podemos arreglar esto.
-¿Arreglar qué, Frank?
-Vamos, no me digas Frank, sabes que odio que me llames por mi nombre.
-¿Y sabes que odio yo? ¡Odio que me prometas no volver a meterte con ninguna otra mujer, que me mientas diciéndome que soy el amor de tu vida cuando claramente no es así! ¡Odio dejarme endulzar por tus palabras conquistadoras y que vivas, vivas engañándome! ¡Eso odio! ¡Pero se acabó! ¡Eres un maldito hijo de puta que no respetarás tus promesas jamás! ¡Te odio, Nikki Sixx!

Intenté seguir guardando mi ropa, pero me tomó con fuerza de ambos brazos inmovilizándome. Quedamos cara a cara y, su mirada, yo la conocía mejor que nadie. Me tiró sobre la cama y apretó mis piernas con las suyas.

-No permitiré que me abandones, Myrna Brand, no lo permitiré- y hundió su lengua en mi boca mientras masajeaba mis pechos sobre mi camiseta.

Se desprendió su camisa y su pantalón, se deshizo de ambos. Estaba petrificada mientras lo veía quedarse en ropa interior. Me sacó mi ropa por completo dejándome desnuda a su vista. Sacó su enorme pene y se masturbó un poco antes de acostarse encima de mi.
Besó mi cuello con torpeza y lujuria. Muy pocas veces lo habíamos hecho rozando el sadomasoquismo, con mordidas fuertes, algún golpe excedido de fuerza, pero esta vez era distinto. Mordí su hombro mientras frotaba mi clítoris con su pene. Mis jadeos hacían vibrar los cristales de la ventana de nuestro cuarto.
Tenía una marca en su pecho, una que claramente no se la había hecho yo. Hacía un par de semanas que ni siquiera se paraba por la casa y yo ocupada con mi trabajo, ni siquiera me había dado cuenta hasta esa madrugada. Fue bajando dando lamidas amplias, llegó a mis senos y se detuvo jugueteando con ellos, chupándolos y lamiéndolos. Sentía que me hacía ver las estrellas y recién estábamos comenzando. Bajó a mi abdomen, besó mi vientre, y su lengua llegó a mi clítoris haciéndome gritar.
Sentía su saliva correr hasta mi ano mientras apretaba mis glúteos y devoraba mi femineidad por completo. Sujetaba las sábanas con demasiada fuerza, tanto que casi traspasaba la tela con mis uñas lastimándome las palmas de mis manos. Cada vez gritaba más, estaba al borde del clímax cuando se arrodilló frente a mi, escupió sobre su mástil, se masturbó mientras introducía dos dedos dentro de mi, haciéndome retorcerme de placer.

-¿Te gusta esto, Myrna?
-¡Me encanta! -jadeé.
-Pues...- se agachó acercándose a mi oído -esto va a encantarte aún más.

Me sujetó de la cintura con fuerza y me colocó a la altura de su verga llenándome por completo con ella. Arqueé mis espalda gritando como no lo había hecho nunca antes. Sus embestidas eran tan duras como excitantes. Por el calor que despedíamos, pensaba exageradamente en que la habitación se encendería fuego en cualquier momento. La sacó por completo y volvió a entrar, adentro, afuera, la mitad, entera, lo sentía acariciarme con la punta de su miembro para acrecentar el deseo en mi, pero toda yo estaba deseosa de sentirlo correrse dentro. Ambos completamente húmedos, mojados por el sudor, mientras gemíamos y nos decíamos las cosas más sucias que nos venían a la mente.
Pellizcaba la punta de mis pezones haciéndome chillar de dolor, en venganza arañaba sus brazos, y cuando se inclinaba a besarme, aprovechaba a apretarlo contra mi cuerpo y clavaba mis dientes en su clavícula haciéndolo chillar de la misma manera que él hacía que yo me quejara.
Sacó su miembro de mi interior y se masturbó sobre mi, tirando su semen caliente sobre mis pechos, dio un beso húmedo en mis labios y se dirigió de nuevo a mi humedecida zona erogénea. Volvió a meter su lengua haciéndome mojar su rostro mientras gritaba con la poca fuerza que me quedaba.
Nos quedamos dormidos desnudos, abrazados. Me levanté evitando hacer algún tipo de ruido que lo despertara. Metí mi último abrigo en mi valija, y la saqué al pasillo para cerrarla. Fui al despacho por papel y bolígrafo, recordé de sacar mis documentos y otros papeles importantes.
Dejé la nota sobre la mesa de la sala. Cerré la puerta y eché la llave por la abertura para la correspondencia. Subí a mi coche y me dirigí al banco a sacar todo el dinero que Nikki había depositado a mi nombre.

"Lo único que necesitaba de ti era tu amor, tu atención. Creo que no he hecho nada mal y solo me has dado dolor, soledad y cuernos. Maldito idiota. Para cuando leas esta nota, yo estaré muy lejos. Ahora no seré un estorbo en tu vida. Podrás disfrutar mejor y con más tiempo sin que se te reproche nada de tu música, tus vicios, tus chicas y el rock. Que seas feliz, hijo de puta. Hasta nunca."

Dentro de Mi (Erotic Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora